“Fotografío el cuerpo humano, que es el microcosmos, sus fragmentos: cabello, cicatrices, arrugas. Me interesan las particularidades. Busco rasgos distintivos e irregularidades. Las ‘imperfecciones’ son mis favoritas. Fotografío la naturaleza, que es el macrocosmos: superficies del agua, hierba, corteza de árbol, hojas secas. Luego busco líneas convergentes y texturas parecidas, similitudes en el diseño y analogías en la composición entre ese micro y macrocosmos. Busco la unidad entre el cuerpo humano y la naturaleza”, anota la artista Alicja Brodowicz, de Polonia, otrora egresada de la Opava School of Photography, en República Checa.
Las palabras, tan claras, tan sencillas, explican lo que salta a la vista en su cautivador proyecto Visual Exercises (“Ejercicios visuales”, su traducción al castellano): serie de dípticos donde, a través de planos cortos, Brodowicz combina “partes del cuerpo humano con elementos de la natura, para enfatizar nuestra relación única con el entorno y, asimismo, la belleza de nuestra fisonomía”.
“Estamos interconectados, una existencia separada es imposible”, destaca con vehemencia esta aficionada a las imágenes clásicas en blanco y negro, cuya obra oscila entre la fotografía documental y la fotografía artística, que encuentra inspiración en la sencillez y elegancia del danés Jacob Aue Sobol y del finlandés Pentti Sammallahti, por mencionar unas pocas musas. Recupera también una cita de la escritora Alice Walker, que antaño dijo: “En la naturaleza, nada es perfecto y todo es perfecto. Los árboles se pueden contorsionar, doblar de formas extrañas y siguen siendo hermosos”.
“Alejarnos del medioambiente no solo ha llevado al abuso de la naturaleza, también de nuestros propios cuerpos. Solo reconectando podremos redescubrir un amor propio sincero y entender que nuestra imperfecciones nos vuelven singularmente bellos”, propone esta mujer que traza poéticos paralelismos entre las formas humanas, “irregulares, arrugadas, caídas”, y otras formas orgánicas, “salvajes, misteriosas, ocasionalmente incomprensibles pero siempre extraordinarias”, en pos de zanjar la brecha y aunar definitivamente los cosmos que habitamos y nos habitan. Donde raíces recuerdan a venas, columnas a espinas en tallos, brotes a barbas incipientes, y así sucesivamente…