El 28 de marzo de 2011, Nicolás Van Ditmar --empresario inmobiliario argentino y administrador de la estancia de Joe Lewis-- organizó una movilización en Viedma, a más de mil kilómetros de la estancia, donde profirió amenazas de muerte. Fue resultado de una inspección del Juez de Paz de la zona para estudiar la traza del camino de Tacuifí que conduce a Lago Escondido. El resultado fue que la mansión de Lewis se construyó directamente sobre ese camino. La propiedad fue adquirida en 1996 pero los mapas militares de los años 60 ya demuestran la preexistencia de ese camino, donde incluso había dos puentes de material sobre ríos que alguien eliminó.
La Justicia garantizó el acceso al Lago Escondido
Según cuenta a Página/12 Magdalena Odarda --presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, entonces senadora provincial--, "ellos se enojaron mucho porque tuvimos que pasar con el juez por el patio de la mansión y por eso organizaron una contramarcha con cinco colectivos para instalar un campamento VIP en la plaza frente a la Casa de Gobierno, con baños químicos y caballos confundiendo en un principio a ciertas personas, porque trajeron gente vestida de gaucho.
Ataques de Joe Lewis a la Justicia y a militantes
A las 2 a.m. fueron con los caballos a escrachar en su casa al Juez Sodero Nievas del Tribunal Superior de Justicia por el fallo que hacía de uso público el camino de Tacuifí. También quisieron venir a mi casa porque yo era impulsora legal de la iniciativa. En un momento identificaron por la calle a Omar Lehner, un militante de Proyecto Sur muy querido en Viedma, a quien persiguieron indiferentes a que fuese una persona de más de 70 años que estaba yendo al cajero automático. Lo atacaron tirándole los caballos encima porque sabían que fue uno de quienes pidieron la expropiación del aeropuerto que Lewis construyó sobre el Atlántico en otra estancia de 6000 hectáreas que posee en Bahía Dorada. Nicolás Ditmar figura como dueño del aeropuerto, que es el que usa Lewis --este último terminó reconociendo que era suyo-- y está a dos horas de vuelo de Islas Malvinas".
Aquella manifestación a Viedma duró una semana y Van Ditmar habló en un acto rodeado por un centenar de empleados de la firma Hidden Lake frente al Palacio de Tribunales, rechazando la acción de la justicia de habilitar un camino al lago. Allí declaró: “Nos parece una injusticia, la causa está basada en una mentira, todos los que conocemos el lugar sabemos que es un camino que nunca fue público”. Y agregó que “el título de propiedad con el cual se adquiere ese campo es anterior a la formación de provincia de Río Negro, no le cabe la Ley de Tierras mediante la cual el Estado se resguarda el 5 por ciento... la razón de existir de Lago Escondido ha sido la preservación del recurso, por eso tenemos un acceso privado y uno público con controles; si se hace un acceso irrestricto perdemos la privacidad, perdemos la razón de ser, se arruina el recurso como pasó en el Nahuel Huapi o el Puelo”.
Pero la realidad es que no existe de hecho ninguna posibilidad de acceso al lago sin autorización de la empresa de Lewis. El remate del discurso fue amenazante: “vinimos acá para que nos escuchen. La Justicia va un día o dos y pretenden tomar decisiones. Acá están los vecinos, pobladores, los empleados y la empresa, todos para que nos escuchen. No ha importado nuestra palabra. Si este fallo va a ser como lo que quieren hacer, que tranquilicen ellos a las 200 familias... Acá algunos legisladores o políticos oportunistas instalaron que un ingles privatizó un lago y se quiere robar el agua, lo que es imposible. Esto no es de un inglés sino de las 200 familias que lo trabajamos. Si el inglés pierde su privacidad o la preservación del recurso natural, es muy fácil, levanta campamento y los que vamos a quedar en la calle somos nosotros. La propiedad privada se viene avasallando más y más, vamos a resistir y si hace falta, como los antiguos pobladores con el Winchester en la cintura, no van a entrar más. La justicia por mano propia muchas veces es el camino, entonces la propiedad privada todos los empleados la vamos a pelear con sangre si hace falta”.
Al final de todo esto, Van Ditmar fue recibido y terminó abrazándose con el gobernador radical Miguel Saiz.