Foto: Pablo Mehanna

Lo mejor de la cantina

Como en un juego de roles, según el momento del día F5 Cantina cambia de idea, de cocineros e incluso de dueños. Esta esquina de Villa Crespo tiene así dos facetas bien distintas: de día pertenece a los mismos que la panadería Atelier Fuerza, con un menú de sándwiches, café y platos frescos; de noche agarran el timón la dupla formada por el chef Rodrigo Sieiro y el sommelier Tomás Romero con un menú de aires ítaloporteños que ya cotiza entre las mejores propuestas gastronómicas del barrio.

La especialidad de esta versión nocturna de F5 Cantina son las pastas, recuperando la idea de cantina pero con esmerado cuidado en ingredientes, puntos de cocción y sumando ideas contemporáneas que se reconocen en salsas y formatos: fussilli con tomate natural y pesto ($1600 la porción / $1000 la media porción); spaghetti con langostinos y mejillones ($2200/$1400); tagliatelle con habas y panceta ($1800/$1100) y ravioles de ricota de oveja con manteca de habas a $2000/$1200, entre más opciones.

Que las pastas sean protagonistas no quita que mucho de lo mejor de la casa está en las entradas, picadas y platitos: hay excelentes quesos y charcutería elaborados en Córdoba ($1700 la selección de cinco ítems), la bresaola con limón, alcaparras y pecorino es de lo mejor de Buenos Aires ($1200) y lo mismo pasa con los calamareti con tomate y chile ($1600). Suman buñuelos de espinaca ($750), tomates reliquia con higos ($750) y más opciones todas seductoras (revuelto gramajo, langostinos a la parrilla, fantástica porcheta con rusa). La carta de vinos acompaña con etiquetas para todos los gustos, donde no faltan las pequeñas bodegas con vinos muy ricos.

En este rol nocturno F5 apuesta así a mostrar muchos de esos platos con tradición porteña, mezcla de herencias inmigrantes retocadas y reinterpretadas, desde los fiambres a los pescados, de las pastas a algunas carnes y ensaladas; y todo lo hace bien, demostrando que tradición y modernidad pueden ir de la mano. Una esquina sabrosa para comer como dios manda.

F5 cantina queda en Julián Álvarez y Jufré. Horario de atención en su versión nocturna: lunes a sábados de 20 a 24. Instagram: @f5cantina.

Foto: Pablo Mehanna

Panes de algodón

Koko abrió minúsculo, a pura fuerza de voluntad de tres amigos con poca experiencia gastronómica. Un local en uno de los márgenes de Palermo, con un salón pequeño y una vereda que rápido comenzó a llenarse de comensales en busca de sus baos, esos algodonosos sándwiches al vapor heredados de la tradición taiwanesa. “En verano explotaba pero en invierno no teníamos dónde poner a la gente”, cuenta Denise, una de las socias. Luego vino la pandemia, el delivery creció y se mostró como una unidad de negocios posible, llegando a barrios de toda la capital. “Era hora de mudarnos, de apostar a más. Encontramos un espacio en alquiler enorme muy cerca, nos endeudamos por todos lados, y acá estamos”, continúa.

De un lugar de artistas, músicos y amigos, hoy Koko Bao Bar muestra su nueva cara en la esquina de Arévalo. Un rostro más amplio y familiar, que aprovecha un local luminoso con salón amplio y mesas en la vereda. El menú es el de siempre: fast food bien entendido, con baos con varios rellenos, dumplings que funcionan hermoso junto a una cerveza y platos que varían todo el tiempo. Lejos de recetas originales, Koko argentiniza los sabores de Asia: el bao más vendido es el de roast beef, con la carne braseada con especias, akusay, pickles de rabanito y verdeo; también hay uno de cerdo con kimchi, otro de hongos y tofu e incluso uno de pollo frito con salsa sweet chili, cilantro y pickles. El dumpling más rico es el de langostinos y cerdo; muchos piden el de kabutia con jengibre y semillas de girasol. Entre los platos, las opciones van de un ko-curry (tofu a la plancha con vegetales con leche de coco) a una suerte de samosas y unas croqueta de arroz al curry, entre más posibilidades.

Lejos de todo purismo, Koko es amigable, un lugar apto todo público que resuelve una salida de amigos, un almuerzo de trabajo (el bao del día sale $650, con papas incluidas) y una cita canchera de noche.

Koko Bao Bar queda en Arévalo 1501. Horario de atención: todos los días de 12.30 a 16 y de 19 a 23.30. Instagram: @kokobaobar. Sucursal en Mercado Soho (Armenia 1744).

Foto: Pablo Mehanna

Mucho más que barrio

La esquina es preciosa, tranquila, bien de barrio, ubicada en un cruce de calles de una Villa Crespo que se confunde con Paternal y Caballito. Ahí abrió Madre Rojas, parrilla que logra algo bienvenido: seguir siendo barrial, con aires relajados y ambiente amigable, pero subiendo la vara de la carta con cortes de carne elegidos y una mirada inteligente y contemporánea de lo que es -o debe ser- la cocina porteña. Detrás de Madre Rojas hay gente que sabe mucho de gastronomía: por un lado, los mismos socios que están detrás de Sifón y Sede Whisky (ambos en Chacarita); por el otro, Juan Barcos, cocinero, productor y uno de los grandes conocedores de la carne y la ganadería en Argentina.

Todavía de estreno, con lugar para seguir mejorando, ya Madre Rojas muestra sus mejores intenciones. Una carta corta pero contundente, con todo lo que tiene que tener. Para arrancar, pisa fuerte la charcutería (bresaola y cecina de carne wagyu elaborada por el charcutero César Sagario a $650 y $1250 respectivamente), también el queso llanero con papas pai, picante, durazno y cilantro ($710) como coqueteo latinoamericano. Son buenas las papas fritas (desde $450), hay guarniciones especiales como el repollo a la parrilla ($520) y lo mejor viene de las brasas: una de las más deliciosas mollejas de Buenos Aires ($2500), rico chorizo ($490) y cortes como arañita ($950/$1700), vacío del fino ($1300/$2200) y una especialidad de la casa, el asado para dos a $3300.

Hay más carnes, hay postres clásicos (flan con dulce de leche de Tandil, $550), hay ensaladas de estación. Es muy buena carta de vinos (arrancando en $1500 incluye naranjos, tintos ligeros, etiquetas clásicas y otras de esas bien modernitas), con botellas conservadas en cava subterránea.

Hasta hace no mucho, era difícil imaginar una parrilla con estas ideas y socios en un barrio tranquilo y alejado de los focos. Hoy no sólo existe, sino que es un éxito, demostrando un camino a seguir. Que así sea.

Madre Rojas queda en Rojas 1600. Horario de atención: martes a domingos de 19 a 1. Instagram: @madrerojas.