Con Madres paralelas, recientemente estrenada en las salas argentinas y proximamente en la plataforma Netflix, una vez más Pedro Almodóvar vuelve a mostrarse como uno de los grandes retratistas de las maternidades -monstruosas, desentendidas, abnegadas, solidarias, lesbianas-. Su nueva película es la excusa perfecta recordar distintas figuras maternas cruciales tanto en su biografía como en su filmografía.

1. Mamá real: Doña Paquita

Almodóvar y su mamá, Paquita Caballero, una inspiración y presencia recurrente en sus películas

Pedro Almodóvar llevó a su madre, Francisca “Paquita” Caballero, para comprar el vestuario para el papel que ella interpretaría en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Cuando le mostraron una serie de vestidos negros, ella los rechazó porque había llevado más de treinta años de luto, desde que a sus tres años murió su padre. El luto es una muy arraigada tradición manchega, la tierra natal de Almodóvar, y su madre recordaba que cuando lo concibió a él, aún guardaba luto. 

“Yo era la respuesta a la injusta situación que ella había vivido desde los tres años. Mis películas eran la venganza de mi madre contra el color negro”, dijo Almodóvar hace más de una década. La explosión de color en sus películas, incluso en su vestuario diario, es en parte una revancha, una inyección de vida contra la moral mortuoria que oprimió a su madre tres décadas. Todo un estilo visual cinematográfico como carta de amor a su madre. 

En las cuatro películas donde actúa su Paquita se puede ver una genealogía del estilo Almodóvar: su papel más pintoresco es la conductora de un programa literario en Kika (1994), donde se patenta esa oralidad impertinente de lengua suelta que es una de las marcas almodovarianas. Pero la primera película donde hace un pequeño cameo Paquita es en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), donde Almodóvar inicia su gesta de melodramas de madre, con un giro de comedia negra, un primer gran tributo a Paquita. Y su último homenaje póstumo fue Dolor y gloria (2019), un relato semiautobiográfico sobre un director de cine que en paralelo narra la historia de su madre desde la juventud a la muerte. La vida de un cineasta coincide con la parábola de una madre, el cine almodovariano es matriz materna.


2. Mamá neorrealista: Carmen Maura

Carmen Maura en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

El melodrama de madre tiene toda una dimensión especial en la historia del cine, donde hay un ideal camp que llega al éxtasis en la estilización de Douglas Sirk o en la interpretación de Joan Crawford en El suplicio de una madre (1945). Almodóvar hace su primera película en este subgénero pero no toma como modelo a Hollywood sino al neorrealismo, un movimiento del cine italiano de posguerra que desde Roma, ciudad abierta (1945) hizo de la actriz Anna Magnani una madre sacrificada, que Pier Paolo Pasolini llevó a su máxima expresión martirológica con Mamma Roma (1962)

En ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Almodóvar convierte a Carmen Maura en Gloria, una madre atormentada, que evoca el universo del sufrimiento cotidiano al mismo tiempo que lo transforma, lo moderniza. “La interpretación de Carmen Maura está muy en la línea de esas amas de casa tipo Anna Magnani y Sofia Loren, gritando todo el tiempo, despeinadas, con miles de problemas a su alrededor. De algún modo es mi interpretación del neorrealismo, puesta al día”, dijo Almodóvar. 

Como protagonista, Maura deja una marca en el ciclo germinal del cine almodovariano entre 1980 y 1988, y luego regresa con gloria a sus películas 18 años después con Volver (2006), encarnando el fantasma de una madre de pueblo que se aparece a su familia, casi una evocación espiritista de su propia madre que había muerto en 1999.


3. Mamá postiza: Chus Lampreave

Chus Lampreave encarnaba la gracia pueblerina de la España profunda

 Almodóvar lo dijo varias veces, la inclusión de la actriz Chus Lampreave en ocho de sus películas era en parte otra forma de evocar la presencia de su madre. Entrenada en papeles secundarios, Lampreave era una actriz perfecta para encarnar la espontaneidad que caracterizaba a su madre, esa gracia pueblerina de la España profunda que Almodóvar heredó. 

Muchos diálogos de Lampreave no eran otra cosa que palabras maternas, y su primera aparición en el cine de Almodóvar es como la “madre” Sor Rata en Entre tinieblas (1982), donde es una monja que secretamente triunfa como escritora. Eso pone en escena que la lengua materna es la tierra fértil de la escritura de guiones de Almodóvar, y por eso algunos de los parlamentos de Chus son inolvidables. En el personaje de la abuela de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Lampreave aparece del brazo de Paquita Caballero, la madre de Almodóvar que interpreta a una vecina, para sellar esta comunión entre ambas.


4. Mamá punk: Pedro Almodóvar

Almodóvar con McNamara en la época de su hit

En plena Movida española, a inicios de los 80, en sincronía con sus primeros largometrajes, Almodóvar no fue una chica almodóvar, sino muchas. Fue Patty Diphusa, su seudónimo como actriz porno internacional que fue cronista del desborde madrileño, pero también fue cantante de la banda Almodóvar & McNamara, donde subía en drag extrambótico a los escenarios junto a Fabio McNamara a crear una tradición española del queer punk con canciones desencajadas. 

Algunas de las presentaciones del dúo se pueden ver en youtube donde se comprueba que, como escribió un periodista en 1983, Almodóvar “iba vestido de ama de casa imposible”. El único disco editado por el dúo es “¡Cómo está el servicio... de señoras!”, que incluía el hit llamado “Voy a ser mamá”, el grito primario por una maternidad punk que anunciaba en su letra que a su bebé lo “vestiré de mujer” y lo “llamaré Lucifer, le enseñaré a criticar / Le enseñaré a vivir de la prostitución”. Esa criatura de la canción se transformó en muchos de los personajes que luego poblarían sus películas, o sea que Almodóvar finalmente cumplió la promesa de convertirse en mamá.


5. Mamá trans: Lola

Lola, madre trans interpretada por Toni Cantó

Con Todo sobre mi madre (1999), Almodóvar cierra el siglo XX a dos décadas de su ópera prima y hace de la maternidad un melodrama inolvidable, en primer lugar por la vuelta de Cecilia Roth a su cine, en el rol de Manuela, una mamá que pierde un hijo y comienza un camino de dolor y redención. Pero además, la película lleva la mirada trans a un lugar múltiple, que incluye también la maternidad, porque presenta a Lola, madre trans interpretada por Toni Cantó, con quien Manuela había concebido a su hijo Esteban. Estrenada pocos meses antes de la muerte de su madre Paquita, Almodóvar entonó un canto a la maternidad libérrima, desligada de los mandatos biologicistas. La película concibe una familia con madres paralelas, todo un triunfo de la presencia trans como espacio germinal en su cine.