Desde mucho antes del renacimiento, observar el encéfalo fue reproducir su forma por medio de dibujos y nombrar sus partes. En la actualidad, microscopio electrónico de por medio, la neurona y sus sinapsis son el punto de convergencia de las líneas de investigación. (Changeux, 1985) Los diagnósticos por imagen, el mapeo y el escáner son las técnicas de moda que intentan garantizar e imponer certezas donde un sujeto queda excluido.
Freud testimonió del fracaso de la localización cerebral de los procesos psíquicos, y Lacan advirtió sobre el ascenso de lo que llamó el nuevo ídolo del cientificismo. Esa expansión en el mundo actual de una ideología que se apoya en la ciencia, parece ciencia; pero se limita a la divulgación sin rigurosidad de un reduccionismo. Todo aquello que es del hombre podría ser explicado por la física, la genética o la neurobiología.
La ciencia siempre recibió sus metas e instrumentos del comercio y la industria. Recuerda Canguilhem (2005): “No cabe duda que la constitución de la astronomía del S XVII y XVIII dependió de la fabricación de instrumentos de óptica y cronometría, como la longitud del mar fue en el S XVIII una cuestión teórica que apelaba a la técnica de la relojería con fines comerciales”. El saber, la técnica, la evaluación y el mercado se hacen presentes.
Para el psicoanálisis el cerebro no es una condición suficiente para explicarla subjetividad. No se trata de una máquina que falla, sino de una relación del sujeto con el Otro que es consecuencia de una falla.
Hoy, en estos laberintos, la emoción en neurociencia cobra nuevas fuerzas y parece alzarse como el máximo exponente de los circuitos neuronales del sistema límbico, su garante neuro-conductual. “Presumiblemente, estos circuitos se desarrollaron temprano en la evolución del cerebro de los mamíferos y los mecanismos de control subyacentes siguen siendo similares en los humanos y los mamíferos "inferiores". Esto sugeriría que los estudios teóricos del cerebro animal pueden revelar cómo se organizan las emociones básicas en el cerebro humano.” (Panksepp, 1982)
La reducción del hombre a una máquina de sentir se erige como ideal y garantía para nuestra vida, cuando la evidencia neuro-conductual del experimento en condiciones de laboratorio solo ha estado trabajando con reacciones eléctricas en ratones.
Ahora: ¿Se trata la emoción o la pasión? Freud dice que no hay emociones inconscientes como tales. Entonces: ¿Por qué se da ese privilegio a la emoción sino es porque se imagina que permite un acceso directo y auténtico a la verdad a través del cuerpo?
La diferencia entre un relato cargado de emoción y una certeza en la emoción es el silencio.
Lacan recuerda a los analistas “Mejor renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (1971), es decir, a la lectura de las nuevas formas de acomodación a los ojos del ideal de nuestro tiempo. Es el trabajo que hemos estado haciendo en Colegio Estudios Analíticos y renovamos este 2022 en el curso breve de febrero bajo la propuesta de Gabriel Levy con “Lacan y la Psicología”. El tema "la certeza de la emoción" lo trabajaremos en la segunda reunión, este sábado (12 de febrero) por zoom. Inscripción previa en [email protected]
*Analista practicante miembro de Colegio Estudios Analíticos