En marzo de 2020, Romina junto a su hija que entonces tenía 14 años denunció penalmente a Omar Ramírez por abuso sexual continuado. La Fiscalía de Instrucción Nº4, entonces cargo de Ezequiel Walther, recién ordenó las pericias a la niña un año después, cuando su madre pudo conseguir abogados. A dos años de la acusación, la Justicia aún no actúa y Romina teme por la vida de su hija.

Con mucho dolor la mujer habló con Catamarca/12 y pidió el acompañamiento de la sociedad para luchar por las causas archivadas y cajoneadas por hechos de abuso sexual y violencias en el sistema judicial. Para esto organizó una marcha para el día 16 de febrero a la que invitó a todas las víctimas, familiares, amigos, organizaciones, asociaciones a reclamar por la reactivación de los procesos y la imputación de los responsables.

Desde Córdoba, lugar en donde su hija actualmente está internada por un proceso depresivo producto de los abusos de los que fue víctima desde los 5 hasta sus 8 años, Romina aseguró que “El silencio de la justicia la está matando” a su hija.

El proceso inició cuando la niña tenía 10 años. “Tuvo problemas alimenticios, momentos en los que no comía nada y luego comía mucho. Después episodios de llanto, comenzó a cortarse y me decía que era porque una compañera de colegio lo hacía también. Llegó a estar hasta siete días en la cama”, relata la madre. No obstante y pese a que los síntomas iban en aumento, recién a sus 14 años pudo contar por qué.

“Nos contó un domingo 18 de agosto del 2019. Era el día del niño, estuvimos en la casa de mi mamá. Momentos antes de que nos fuéramos llegó él. Cuando ingresamos a la casa ella fue directo al dormitorio y comenzó a llorar. Su papá fue a hablar con ella y le contó, ella temía contar porque pensaba que no le íbamos a creer”, dice con dolor Romina.

Luego de casi 9 años de callar, la niña le dijo que su abuelo había abusado sexualmente de ella. “Obviamente yo le creí, siempre le creí a mi hija y aunque fue fuerte saber que era mi padre el que le hizo eso, le creí y la acompañé. Todo fue muy doloroso, porque la gente habla y como él fue un militar y ahora trabaja en la Municipalidad y parece una buena persona la gente se mete y la señalan”, contó.

Convocatoria para el día 16 de febrero.

Pasaron algunos meses hasta que decidieron denunciar. Sin embargo, lo que ellas pensaron que era una solución a lo que vivían, no lo fue. El proceso de revictimización en la Justicia comenzó ese día.

“Pasó más de un año sin que el Fiscal Walther la citara al menos para realizarle las pericias. Recién lo hizo cuando yo contraté a dos abogadas. La Cámara Gesell arrojó que mi hija no fabulaba y diagnosticó los traumas, pero el Fiscal no hizo nada. A él nunca le hicieron las pericias y el jueves pasado nos llamaron desde Fiscalía para decirnos que habían determinado que no había delito”, aseguró.

No obstante y tras la discusión que tuvieron las abogadas y la secretaria esa misma mañana en Tribunales, Romina contó que el viernes se comunicaron con ella para decirle que la nueva fiscala, Antonella Kranevitter “estuvo viendo bien la causa y se comprometía en imputarlo”. “Parece una burla; un día no hay delito y al otro sí. En la causa hay un testimonio de otro miembro de la familia que dice que él también abuso de ella, pero le dijeron que por el paso del tiempo prescribió”, manifestó.

Romina agrega que, desde que ella radicó la denuncia y por la inacción judicial los episodios depresivos de su hija se agravaron. “En octubre del 2020 él, por su función en Higiene Municipal fue hasta la puerta del Colegio de ella y se burlaba. La Justicia sólo nos dio orden de que no podía comunicarse, pero nunca fijó una distancia. Desde entonces, los cortes fueron cada vez más profundo y al menos intentó quitarse la vida cinco veces”.

Internación

La niña, permanece internada en una clínica especializada en Córdoba desde el 23 de enero. Que ella pueda estar contenida fue otra lucha contra el sistema. "En el Hospital de niños me decían que no podían hacer nada salvo curarle los cortes. Recién conocí Salugénica (Centro para prevención del suicidio en Catamarca) en noviembre del año pasado, pero  estaba en proceso de adaptación cuando vinimos a pasar unos días en Córdoba para que ella se distienda. Ahí ayudaron mucho, podíamos llamar a una línea que atienen las 24 horas y eso ayudaba”, explicó.

“Ella tuvo una crisis muy fuerte y nos aconsejaron ésta clínica. Los profesionales de acá me dijeron "ella de acá no se va. Esta en un punto en que o la internás o la sepultás”, admitió Romina.

Pero para poder internarla debió iniciar una lucha con la obra social.  “Ya no tenían convenio. En Catamarca te dejan sola. No hay recursos para estos casos no hay dispositivos de salud mental para contenerla. Lo único que me ofrecieron en su momento desde el área de Asistencia a la Víctima es atenderme a mí porque yo hice la denuncia y eso no podía ser así. Mi hija necesitaba ir, pero me dijeron que no”, refirió.

Actualmente, la niña está estabilizada pero “muy vulnerable. Me dijeron que si la sacaba ahora podía volver atrás. Ella no quiere volver a Catamarca porque tiene miedo de cruzárselo. Me encantaría poder sentarla a la fiscal y explicarle todo esto que vivimos para que entienda”, señaló.

Primer persona

En sus redes sociales, antes de ser internada, la niña por primera vez pudo contarle a todos sus dolor.

“El hombre que se ve en la foto abusaba de mi cuando tenía 5 años, yo vivía en su casa, tengo recuerdos de él tocando "MI MUÑEQUITA" así le llamaba a mí reproductor femenino, y me hacía tocar su miembro masculino "SU MUÑEQUITO" con esos nombres me engañaba haciendo parecer un juego lo que en realidad eran abusos, y lo siguió haciendo hasta una noche muy fría de julio que nos corrió como perros. Yo tenía 8 años en ese tiempo y con mi mamá y mi hermanito nos fuimos a la casa de una tía que nos ofreció alojamiento en su casa. Desde 5° grado que comencé con bulimia, depresión y empecé a atentar contra mi vida comencé a cortarme los brazos para sentir dolor en mi cuerpo y dejar de sentir ese dolor en el alma que me ahogaba y no me dejaba hablar y contar la verdad a mí familia. Un domingo 18 de agosto de 2019, volvíamos de festejar el Día del niño de la casa de mi abuela, al llegar a casa no podía más con tanto sufrimiento y le confesé a mi madre la verdad, me contuvo muchísimo, me llevo a tantos psicólogos y nadie pudo sacar ese tormento que no me dejaba vivir, sufrí muchísimo. No podía con tanto, hasta que en el mes de mayo 2020 me atreví a denunciar y mi causa se encuentra durmiendo en la Fiscalía N° 4, lugar donde sin duda alguna tiene una "mano amiga" que lo ayuda a trabar mi causa, pero esa "mano amiga" no debería olvidar que también tiene hijos y debería de tener cuidado en no quemarse las manos, porque si de algo estoy segura es que todo lo que hacemos en esta vida vuelve. Hoy en día llevo tiempo buscando justicia para mí y todavía no la consigo, porque él debe pagar con la cárcel el daño y sufrimiento al robarme la inocencia cuando era apenas una niña, su nieta. Quiero que todos vean la cara de un pedófilo, la persona que me cago la vida, que debió cuidar de mí como si fuera mi padre y resultó ser un monstruo que convirtió mi vida en un calvario. Este hombre se llama OMAR RAMÍREZ y trabaja en HIGIENE URBANA DE LA MUNICIPALIDAD DE LA CAPITAL. SOLO PIDO JUSTICIA”.