El incipiente acuerdo entre la Argentina y el FMI ha sido acogido por los economistas neoliberales con críticas no solo al gobierno peronista sino también al FMI. El rechazo se funda en que el acuerdo omite la obligación de reducir el rol del Estado en la economía nacional y que tampoco indica, como lo hacían los créditos precedentes, que se deba disminuir los impuestos y suprimir los aranceles a las importaciones de bienes de consumo, proceder a una disminución de los derechos de los trabajadores o disminuir los ingresos de los jubilados.
La moral, la ética y la deontología son los imperativos de la profesión de los economistas, como enseñaron los fundadores de la disciplina. Adam Smith en su obra que consideraba la más importante, “La teoría de los sentimientos morales”, integró en la última edición un párrafo titulado “De la corrupción de nuestros sentimientos morales ocasionados por esa disposición a admirar ricos y poderosos y menospreciar o relegar las personas pobres o de condición humilde”.
León Walras, creador del modelo del equilibro general, base teórica de la ortodoxia económica, afirmó como indispensable hacer que la distribución de la riqueza fuera lo más equitativa posible. Y Keynes a lo largo de los 31 tomos editados de sus obras completas y en particular en el último capítulo de la Teoría General explicó que la falta de equidad en la distribución del ingreso es una de las razones de las crisis económicas y que la justicia social es uno de los fundamentos de la eficacia económica.
Durante su gobierno, Mauricio Macri pidió préstamos por 123 mil millones de dólares e incrementó la deuda externa neta de 96 mil millones de dólares, de los cuales fueron fugados 88 mil millones. La deuda externa con acreedores privados fue tomada, en promedio al 7,9 por ciento, una tasa usuraria ya que la tasa de interés de la Reserva Federal era inferior al 1 por ciento, y la deuda con el FMI fue tomada al 3,2 por ciento una pequeña parte y al 4,3 por ciento el resto.
El principio invocado por los economistas ortodoxos para justificar tamaña circunstancia fue que el gobierno debía tener una política de cambios que garantizara la disponibilidad inmediata e irrestricta de dólares para los residentes y los no residentes y su transferencia unilateral al extranjero, lo que es lo mismo que ir a un casino donde los jugadores conocen de antemano los números que saldrán. Luego los dólares eran fugados a los paraísos fiscales.
Una parte de la fuga se materializó mediante las LEBAC, Letras del BCRA. Los operadores traían dólares al país, recibían una remuneración exorbitante y se los llevaban de nuevo. Esta hemorragia fue diseñada por Federico Sturzenegger, que presidía el BCRA. En síntesis, Macri endeudaba al país a una tasa usuraria para permitir que un grupo de personas obtuvieran ganancias extraordinarias.
Los economistas neoliberales aportaron un apoyo absoluto a Macri cuando hubieran debido criticarlo. Piensan que el incremento de la desigualdad y la pobreza es una condición necesaria para el crecimiento económico y que la compasión son sentimientos reñidos con el darwinismo social que dirige al mundo.
Renegociación
En la asombrosa renegociación de la deuda tomada por Macri al FMI se puso la justicia social y el crecimiento económico como condición previa a cualquier acuerdo, aunque se pueda discrepar sobre los tiempos para lograrlo. El punto más importante es que se propicia un incremento de la recaudación fiscal que aumentará merced al crecimiento económico que agranda la base tributaria y a la lucha contra la evasión fiscal de los sectores de altos ingresos.
Las declaraciones de la economista en jefe del FMI sobre la necesidad de reducir las ayudas sociales en materia energética han sido claramente replicadas por el ministro Martín Guzmán: los que puedan pagar más pagarán más y los que no puedan seguirán siendo ayudados.
El desasosiego de los economistas neoliberales proviene del hecho de que las expectativas y las esperanzas que estos tenían de que el FMI impusiera orientaciones que ellos juzgan indispensables se han visto defraudadas. En efecto, desde la crisis de las subprime en 2008 y aún más desde el comienzo de la crisis sanitaria, las orientaciones de las políticas económicas en los países más avanzados han sido profundamente modificadas y no condicen en nada con los principios que los economistas ortodoxos exponen.
Se ha instalado lo que Keynes llamó la heterodoxia y la herejía económica, que envuelven progresivamente la política económica de los países avanzados. El Estado cuya función se ocultaba ha vuelto a mostrarse como es y como nunca había dejado de ser, a saber un actor esencial de la economía,
Los economistas ortodoxos consideran que el Estado debe ser lo más pequeño posible, debe limitar su intervención, reducir el gasto público, aminorar los impuestos y las regulaciones, sean estas sobre la bromatología o la competencia, propiciar el libre cambio y suprimir las protecciones arancelarias. Ellos avalaron la privatización de los servicios públicos pero hoy se quejan que sean de baja calidad, lo cual es una consecuencia directa de lo que sugerían. Invitan a limitar la emisión monetaria que produce inflación pero fingen olvidar que durante el período de Macri la inflación promedió el 40 por ciento anual y acumuló casi 300 por ciento en 4 años y que cerró el 2019 un nivel del 53,8 por ciento junto a una caída de la inversión del 12 por ciento en el período.
Reclaman dejar librado a un acuerdo entre bancos el nivel de la tasa de interés, ya que si el Estado se inmiscuye en la economía provoca una disminución de la eficacia económica del conjunto. Afirman que en Argentina la política impositiva es expoliadora y hace poco viable los proyectos de inversión cuando saben que los empresarios solo invierten cuando perciben que será posible vender los productos que fabrican pero que para que esto suceda es necesario un incremento de la demanda efectiva que depende de una mejor distribución del ingreso a la cual ellos se oponen.
La experiencia de los últimos quince años en los países avanzados desmiente totalmente este conjunto de posiciones y proposiciones que por otra parte nunca se aplicaron en ningún país en el mundo, porque son erróneas. En Europa, América del Norte y Japón, la economía administrada por el Estado se ha incrementado de manera vertiginosa. La emisión monetaria es la norma del financiamiento del déficit presupuestario y es un punto común a todas las economías avanzadas.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de “La economía oligárquica de Macri”, Ediciones CICCUS, Buenos Aires, 2019. [email protected]