El lunes comenzará el debate oral contra Fernando Farré, el ex ejecutivo que en 2015 degolló y dio 74 puñaladas a su ex esposa, Claudia Schaefer, en la casa del country Martindale, de Pilar, cuando se habían reunido para debatir detalles del divorcio. El juicio será por jurados, que deberán definir si Farré es inimputable o cometió el femicidio –que ya quedó acreditado en la instrucción– en pleno uso de sus facultades mentales. Los peritajes realizados durante la investigación acreditaron que el femicida usó dos cuchillos que había dejado previamente en el vestidor donde cometió el crimen, y cuya puerta cerró con llave antes de comenzar el ataque. Para asistir al debate, Farré será trasladado desde la Unidad 46 de San Martín del Servicio Penitenciario Bonaerense, donde cumple prisión preventiva.
El debate ante el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Isidro, a cargo de Esteban Andrejin, tendrá por fiscales a Carolina Carballido Calatayud (quien realizó la investigación) y Laura Zyseskind, titulares de las fiscalías especializadas en género de Pilar y San Isidro. El defensor de Farré será Adrián Tenca –quien representó al encargado Jorge Mangeri, condenado por el crimen de Angeles Rawson– y María Inés Bergamini Urquiza, mientras que la familia Schaefer, que se incorporó en la causa como particular damnificada, estará representada por el abogado Jorge Sandro. De acuerdo con las previsiones, el juicio se realizará en cinco jornadas, de lunes a viernes.
La audiencia del lunes estará dedicada a decidir quiénes serán los doce jurados titulares y quiénes los seis suplentes, de entre los 48 candidatos que ya fueron sorteados. A lo largo de las audiencias desfilarán 54 testigos, y, según fue acordado entre las partes, se explicará a los jurados que la materialidad del hecho ya fue acreditada y la autoría de Farré no está en debate, por lo que su tarea será establecer cuál era el estado de salud mental del ejecutivo cuando acuchilló a su ex mujer. Por tratarse de un juicio por jurados, la condena a prisión perpetua sólo será posible si hay unanimidad entre los doce jurados, que deben estar convencidos de que el acusado actuó con pleno uso de sus facultades mentales. En tanto, alcanzará con la coincidencia de diez de los doce jurados para dictar condena atenuada por estado de emoción violenta. Si luego de tres votaciones no hay acuerdo entre los jurados, el juicio quedará anulado y deberá realizarse un nuevo debate con otro jurado.
En el requerimiento de elevación a juicio oral, la fiscal Carballido –que imputó a Farré de “homicidio doblemente agravado por el vínculo” y por haber mediado violencia de género– señaló que se trató de un femicidio “de manual” y que el femicida “planeó” un “brutal ataque”. Los peritajes psicológicos y psiquiátricos practicados por expertos de la Asesoría Pericial de San Isidro concluyeron que “al momento del hecho, el imputado no padecía insuficiencia de sus facultades o alteración morbosa de las mismas, o estado de inconsciencia que le impidiera comprender la criminalidad de sus actos y/o dirigir sus acciones”. En el informe, las psiquiatras Liliana Varela y Ana María Harlap aseguraron que “la conducta homicida respondió a una etapa reflexiva por parte del victimario y reconoce un ánimo preexistente de malestar, ira, celos o resentimiento que actuó persistentemente sobre su personalidad y que culminó en la descarga motora delictiva”.
Entre los elementos de prueba centrales de la causa se encuentran audios y chats que dan cuenta de la historia de maltrato de Farré hacia Schaefer. Los materiales serán reproducidos en la sala de audiencias. El contexto violento en el que vivía la víctima también fue acreditado por declaraciones de testigos a quienes la mujer relataba, por ejemplo, episodios ocurridos por las noches, cuando ella, que ya había planteado que quería separarse, dormía en la habitación de su hija adolescente y despertaba porque Farré le apuntaba con un velador a la cara y le decía “tenemos que hablar”. Otros testigos refirieron más maltratos cotidianos: que le daba patadas, le arrojaba objetos, se inmiscuía en el baño cuando ella se duchaba para tomarle fotos desnuda y humillarla con ellas. Una de las empleadas de la casa testimonió, también, que una vez Schaefer debió ir a trabajar con los ojos irritados porque Farré le había rociado el contenido de un frasco de perfume en la cara.
Los peritajes de la Policía Científica sobre los cuchillos que el femicida usó para cometer el crimen dieron cuenta de que Farré dio las 74 puñaladas con tanta fuerza que dobló las hojas de las armas y quebró la punta de una de ellas. En el informe de la “secuencia fáctica” del femicidio, los peritos detallaron que Farré tomó los cuchillos de la cocina, los llevó al vestidor, cerró la puerta con llave y comenzó a atacar a Schaefer. Primero le dio golpes, luego la apuñaló con los dos cuchillos en forma simultánea; terminó degollándola de espaldas. Los cuchillos habían sido tomados de un taco ubicado detrás de la licuadora, lo que llevó a los peritos a concluir que “no son de acceso rápido o sencillo”.