La troupe de los mega millonarios de Sillicon Valley tiene una nueva preocupación, además de fantasear con escenarios post-apocalípticos donde ellos colonizan Marte o se compran un terreno la Luna como forma de escapar de un planeta en llamas. Ahora, ricos como Bill Gates o Elon Musk están inquietos por un hecho cada vez más documentado: la gente está teniendo menos bebés y la población está envejeciendo globalmente. Eso significa menos manos de obra para sus empresas y el achicamiento del mercado. Una verdadera pesadilla para ellos. Como en la película Los hijos del hombre, la juventud será un divino tesoro y un bien escaso. Por eso, están invirtiendo en una nueva solución acorde a los tiempos de ciencia ficción que corren: el desarrollo de úteros artificiales para producir bebés en masa. Creen que reproducir a los seres humanos en bolsas tipo Zipploc por fuera de los vientres maternos, como si se tratara de una fábrica fordista de bebés, haría que criarlos fuese más tentador. Porque, supuestamente, las mujeres no tendrían que cargar con las dificultades que implica dar a luz. Y, así, la población podría volver a aumentar.

Pero al contrario de lo que piensan personas como Elon Musk o los Gates, el problema no es gestarlos. Sino lo que viene después. Hay muchos motivos por los que las personas con úteros están eligiendo no maternar: la violencia neoliberal que degrada las condiciones de vida, haciendo que tener hijos sea una proyección imposible de sostener -¿vieron lo que cuesta un cochecito?-; la incertidumbre política y económica; y la posibilidad de elegir con mayor libertad cuántos y cuándo que brinda el acceso a la ESI y a los métodos anticonceptivos, cada vez más accesibles. A diferencia de lo que imaginan iluminados como Facundo Arana y lo que pregona el dogma católico patriarcal, tener un bebé dejó de ser, para las mujeres, la única forma de realización y trascendencia a la que están destinadas. (Otro motivo de ansiedad para el Papa Francisco, que está pataleando en el piso porque las pibas están eligiendo maternar perros o gatos).

La crisis climática como razón para no reproducirse

Sin embargo, una nueva razón está posicionándose alto en el ranking de fundamentos para no traer más niñes al mundo: la crisis climática que nos está respirando en la nuca, que se vislumbra acá bien cerca como un monstruo capaz de aniquilar todo lo que conocemos. En una semana en la que hicieron más de 40 grados y en medio de una pandemia que dejó un saldo de más de 5,6 millones de muertos y que mostró la cara más terrorífica del régimen extractivista: ¿cuál es nuestro vínculo con un futuro que se nos muestra amenazante y monstruoso? ¿Podemos apostar por él? ¿Tiene sentido traer gente a un mundo al que no podemos asegurarle que tenga acceso al agua potable, y que sus veranos más frescos sean de 50 grados? 

Muchxs no quieren saberlo y, por eso, están abortando (y duelando) la idea de xaternar que era, a priori, un deseo. Y esto está siendo documentado al menos en Estados Unidos, Reino Unido y China, donde diversos estudios, como el de la Universidad de Stanford, determinaron que el miedo al colapso ecológico está haciendo que la gente tenga menos bebés. La encuestadora Morning Consult, por ejemplo, estableció en un análisis del 2020 que “1 de cada 4 adultos sin hijos citan al cambio climático como un motivo ‘menor o mayor’ para no tenerlos”. Por otro lado, el año pasado, los analistas de la multinacional financiera Morgan Stanley dijeron a sus inversores que "el movimiento para no tener hijos debido a los temores sobre el cambio climático está creciendo y está afectando las tasas de fertilidad más rápido que cualquier tendencia anterior en el campo de la disminución de la fertilidad”, señaló una nota de CNBC.

Testimonios de quienes eligen priorizar las infancias existentes

Greta Thunberg, la activista sueca de 18 años tiene 5 millones de seguidores en Twitter.


¿Qué significa maternar en medio del caos?

Flavia Broffoni es politóloga, activista y autora del libro Rebelión. También es mamá de dos nenas. Para ella, “esta conversación es difícil de abordar de forma lineal” porque han habido y hay otros contextos civilizatorios de crisis y colapsos donde, incluso allí, “las maternidades ocurren”. 

"Cuando hablamos del colapso de esta civilización estoy haciendo una referencia quizás demasiado superficial a un contexto de crisis social aguda e irreversible, que en nuestros hábitats todavía privilegiados se vislumbra como catástrofe total. Pero, la realidad es que existen en el mundo un montón de territorios que han vivido en colapso permanente de crisis social aguda e irreversible, incluso con ecosistemas y con el clima alterado por falta de disponibilidad hídrica, (léase Africa o países del Sudeste Asiático), o en escenarios completamente bélicos desde su existencia misma, (como Israel y Palestina), que alojaron mujeres que decidieron, aún en esos contextos de muerte, traer nuevas vidas al mundo. Y ahí hay un callejón sin salida, porque evidentemente en algunos cuerpos, algunas cuerpas, lo que prima no es un análisis racional de la situación al momento de tomar la decisión; para mí sería imposible describir qué es lo que te lleva a eso.

¿Qué podés contar sobre tu experiencia?

--Al momento de decidir ser madre de dos niñas, de 9 y 6 años, quizás si bien manejaba la información en esos momentos, no había acuerpado con total crudeza, si se quiere, la irreversibilidad de este proceso. Pero, por otro lado, operó en mí algo profundamente personal: un pulso casi instintivo que no tiene explicación desde lo racional. Dicho esto, creo que maternar en tiempos de crisis civilizatoria está muy lejos de tener una explicación racional que justifique y que nos pone en eje a las mujeres en enfrentarnos a preguntas que el patriarcado nunca quizo que nos hagamos, donde se nos confunde muy subrepticiamente el mandato con el anhelo. Todo eso entra en conversación con la variable del colapso del clima, los economías, de la organización social.

¿Qué es lo definitivo de este panorama? ¿Cómo prepararnos para maternar en este contexto?

--Saber que las crianzas van a habitar un mundo muy diferente del que hayamos conocido, probablemente mucho más cruel, desorganizado y violento. Esto se reviste como una incertidumbre y un miedo enorme, sobre todo si concebimos a la maternidad desde la propiedad. Maternar en los tiempos que vienen va a tener que ver no solo con lo biológico, sino también con cómo vamos a jugar nuestros roles como mujeres con las infancias que van a quedar desamparadas, que ya están desamparadas.

¿Qué opinás sobre la gente que “apuesta al futuro” en el sentido de que esperan que las próximas generaciones sean quienes encuentren soluciones a los desastres actuales?

--Siento que es una mirada muy naif: apostar al futuro confiando que las nuevas generaciones van a transformar este bardo no lo comparto n absoluto. No creo que vayamos a ver un mundo mas bello y mas bueno en el corto plazo y eso es un trabajo personal para quienes hemos decidido en algún momento traer a otras personas a este bardo, que requiere mucho laburo. También acompañar el crecimiento y la preparación de esas personas que van a habitar un contexto muy diferente y ahí entra en juego qué educación brindarles, qué es lo importante: aprender inglés y computación o a sacar papas de la tierra. Entender cómo funciona la naturaleza en un contexto donde lo básico para la supervivencia no va a estar garantizado. La que viene no es más bella y buena en la global. Necesitamos una transformación total de este sistema de muerte, pero el camino no va a ser pacífico, bello y bueno y con tips para salvar al planeta, va a, de muchas otras maneras, requerir otras cualidades para las personas que lo habiten.