La Peste Negra fue una de las marcas del mundo occidental en la Edad Media. A mediados del siglo XIV fue la pandemia más devastadora conocida hasta entonces.
Es por eso que, durante años, se creyó que esta variante de la peste bubónica habría acabado con el 30 al 60 por ciento de la población europea. Sin embargo, nuevos estudios aseguran que aquella pandemia no fue de tanta magnitud. Así parece revelarlo un trabajo científico de polen y esporas de plantas fósiles recogidos en una veintena de países, en el que se analizaron datos palinológicos. Según se señala, hubo zonas en las que la Peste Negra fue devastadora, y otras en las que el impacto apenas resultó "insignificante o nulo".
El trabajo fue publicado en la revista Nature Ecology and Evolution. Para analizar el efecto de la enfermedad, que circuló en Europa, Asia occidental y el norte de África entre 1347 y 1352, se relevaron zonas rurales, que abarcaban entonces el 75 por ciento de las zonas pobladas en la Europa medieval. Allí se acumuló material orgánico que pudo ser analizado.
A lo largo de los siglos se ha considerado a la Yersinia pestis como el agente que causó el brote de la Peste Negra. Los investigadores del grupo de Paleociencia e Historia del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, recolectó muestras de polen de 261 lugares de 19 países europeos actuales, y así establecer los cambios en el paisaje y la actividad agrícola entre los cien años previos y posteriores a la Peste Negra. O sea, entre 1250 y 1450.
En total, se analizaron 1634 muestras de polen para saber si las actividades agrícolas en cada región seguían o se paraban, o si las plantas silvestres volvían a crecer de acuerdo a la presión humana. Así se pudo saber que mortalidad fue variada de acuerdo a cada región. La actividad agrícola presentó un fuerte descenso en Francia, Grecia, el centro de Italia, escandinavia y el suroeste de Alemania, lo cual se condice con la mortalidad en esas zonas. No hubo una baja de actividad en lugares como Irlanda, la península ibérica y buena parte de Europa Central.
"La importante variabilidad de la mortalidad que identifica nuestro enfoque BDP sigue sin explicarse, pero los contextos culturales, demográficos, económicos, medioambientales y sociales locales habrían influido en la prevalencia, la morbilidad y la mortalidad de 'Y. pestis'", afirmó Alessia Masi, del Instituto Max Planck y de la Universidad La Sapienza de Roma.
Las fuentes históricas sobre aquella pandemia venían de zonas urbanas, por lo general con mucha aglomeración y pésimas condiciones sanitarias. Por eso el relato de la Peste Negra ha magnificado la cuestión, cuando lo cierto es que las tres cuartas partes de la población europea de entonces vivía en zonas rurales.
"No existe un modelo único de 'la pandemia' o de un 'brote de peste' que pueda aplicarse a cualquier lugar y en cualquier momento, independientemente del contexto -manifestó al respecto Adam Izdebski, líder del grupo de Paleociencia e Historia del Instituto Max Planck. Categórico, subrayó: “Si la mitad de la mano de obra hubiera desaparecido instantáneamente, no se hubiera mantenido el mismo nivel de uso de la tierra. En muchos campos no se hubiera podido continuar".
Los investigadores no se atrevieron a dar una cifra aproximada de muertos por la enfermedad, pese a que otros estudiosos se mantienen en la tesitura de que la Peste Negra mató a la mitad de la población de Europa, unos 80 millones de víctimas.
"Las pandemias son fenómenos complejos que tienen historias regionales y locales. Lo hemos visto con la Covid-19, y ahora lo hemos demostrado con la Peste Negra", cerró Izdebski.