La mesa nacional de Juntos por el Cambio juega al misterio pero comienza anticipar una postura de acompañamiento --o, al menos, de no estorbo-- frente al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Luego de semanas de declaraciones discordantes y tensiones internas, las principales figuras de la coalición opositora se vieron las caras en una extensa reunión presencial en Olivos con el objetivo de limar asperezas y sentar, de una vez por todas, una estrategia unificada de cara a los debates legislativos que se vienen. Si bien al final del encuentro terminó predominando la cautela PRO de no adelantar postura hasta conocer "la letra chica" del entendimiento, las autoridades de JxC llegaron a tres elocuentes conclusiones: que no se podía empujar al país al default, que había que honrar las deudas y que el acuerdo no podía incluir un aumento de impuestos. Hubo también un reproche al gobierno por no presentar una postura interna unánime, pero esta indignación impostada no fue presentada como un traba al acompañamiento del acuerdo (como pedía el ala dura del PRO). "Se zanjaron las diferencias", aseguró Patricia Bullrich al final de la cumbre, mientras una parte de la UCR y la Coalición Cívica celebraba haber ganado la pulseada.

"Vemos como positivo el principio de entendimiento que el gobierno ha iniciado con el FMI. Sostenemos lo que hemos dicho: no al default y que la Argentina tiene que honrar las deudas. Tercero, el tema se trata en el Congreso, en donde hay una definición muy clara de JxC de no avalar el aumento de impuestos o de nuevos impuestos. Y queremos marcar la gran irresponsabilidad de parte del oficialismo de no presentar la unidad frente a un tema de esta importancia", enumeró Miguel Ángel Pichetto al cierre de la conferencia de prensa que les presidentes de los partidos de la coalición dieron al finalizar el encuentro. Habían sido más de cinco horas de reunión en el salón de eventos del Centro Naval --a unos pocos metros de la Quinta de Olivos-- y participaron los principales referentes de la coalición: Mauricio Macri (recién llegado de sus vacaciones por el sur), el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, el titular del bloque en Diputados, Cristian Ritondo, el titular del bloque en el Senado, Humberto Schiavoni; de parte de la UCR, el gobernador Gerardo Morales, el jefe de bloque en Diputados, Mario Negri, el senador Alfredo Cornejo; y, de parte de la Coalición Cívica, el presidente del partido, Maximiliano Ferraro, y el jefe de bloque, Juan Manuel López. Además de Pichetto, hizo acto de aparición el fugaz expresidente Ramón Puerta, como parte del Peronismo Republicano e íntimo amigo de Macri. 

Esquemática y extensa, la cumbre se desarrolló a puertas cerradas y por etapas. La primera, en sintonía con un revival de los retiros espirituales macristas, pretendía establecer un estado de situación de la coalición. "¿Cómo llegamos a este encuentro? ¿Qué me gustaría cambiar? ¿Qué propongo para mejorarlo?", detallaba el temario que se envió a cada participante en un tono emocional muy PRO. Fue en este bloque "convivencia" que, justamente, se produjo uno de los pocos cruces que se dieron en la reunión, con Gerardo Morales reprochándole nuevamente a Patricia Bullrich que ella "no es la dueña de JxC" y que tenía que dejar de adelantar posturas tajantes en nombre de toda la coalición. El gobernador jujeño ya le había reclamado esto mismo, con menor delicadeza, en un zoom de la semana pasada y tenía su origen en la discrepancia de sus respectivas declaraciones públicas respecto al acuerdo con el Fondo.

Morales, al igual que la Coalición Cívica, sostiene hace un tiempo que la oposición debe adoptar una actitud de "responsabilidad" frente a la deuda millonaria que su propio gobierno tomó y que, por lo tanto, no había que ponerle palos en la rueda al gobierno nacional para aprobar el proyecto. En la vereda de enfrente, Bullrich y el resto de los halcones del PRO pretenden que toda la carga política de acordar con el Fondo recaiga sobre el oficialismo y, por eso, más de uno ha ido sosteniendo que si el Frente de Todos no acompañaba de manera unánime JxC no debía hacerlo tampoco. "Hay que tensionar hasta último momento para que sea el oficialismo el que se haga cargo del acuerdo", deslizaba una figura del PRO al cierre de la cumbre. Para solucionar estos públicos desacuerdos, la mesa de JxC terminó acordando que habría comunicaciones institucionales que representarían la postura del conjunto de la fuerza y que se buscaría que las declaraciones individuales "no tendieran a ser contradictorias con los comunicados". La encargada de anunciarlo fue, justamente, Bullrich.

La decisión final respecto a qué hacer con el Fondo, mientras tanto, fue una tibia puesta en espera a conocer los detalles del proyecto, aunque anticipando un futuro acompañamiento. "Se habló solo media hora del FMI y se ratificó que JxC no quiere un default. Se analizará en el Congreso la carta de intención cuando finalmente entre, pero se resaltó que JxC no avala aumentos de impuestos. Pero no vamos a adelantarnos más, porque falta que el gobierno avance", indicó uno de las figuras del radicalismo que participó en el encuentro. A pesar de las advertencias de que JxC no avalaría un aumento de impuestos (en un simulacro de condicionamiento), al final de la reunión predominaba la sensación de que JxC terminaría respaldando el acuerdo. "Nunca vamos a empujar a la Argentina al default", advirtió Bullrich en la conferencia de prensa. "Reculó en chancletas", ironizaban, a la par, desde un sector del radicalismo.

Con la mirada en el 2023

Más allá del debate en torno al acuerdo con el FMI, la mesa nacional de JxC aprovechó la reunión cumbre para relanzar su agenda programática de cara al 2023. "Es importante la institucionalización, el fortalecimiento de la unidad y la coherencia programática con temas que consideramos centrales, como la lucha contra el narcotráfico y la educación. Preparándonos para la alternancia vamos a consolidar este espacio", sostuvo Ferraro en la conferencia, adelantando lo que muches en el espacio ya previsualizan: un cambiemita ocupando el sillón de la Casa Rosada en un par de años. Con esta fantasía ya instalada, la coalición planea comenzar a diseñar un manual de "buenas prácticas" que permitan que, en una virtual interna, la competencia no se convierta en una carnicería.