Para el cardenal Mario Poli “no hay motivos para hacer fiesta patria cuando buena parte de nuestro pueblo no se siente invitado, porque no posee igualdad de oportunidades y carece de lo necesario para una vida digna”. Lo dijo el arzobispo de Buenos Aires al hablar frente al presidente Mauricio Macri y sus ministros durante la homilía del acto de acción de gracias por la patria (Tedeum) que se celebró ayer en la catedral metropolitana. Para el arzobispo “las estadísticas veraces son buenas, porque nos advierten dónde estamos parados y nos animan a encarar soluciones” pero no deben hacer perder de vista que “no obstante, los porcentajes invisibilizan el dolor de las familias que sufren la postergación y el desánimo, y eso solo se supera por la cercanía fraterna y cordial de otro argentino”. Cerrando el mismo párrafo Poli subrayó que “dolorosamente hemos aprendido en nuestra historia que la inequidad genera violencias”.
Las manifestaciones del cardenal porteño cobran especial importancia teniendo en cuenta el silencio que mantiene en el último tiempo la jerarquía eclesiástica sobre la realidad social y política, en una jornada en la que también se conoció que el papa Francisco hizo llegar una carta personal a Milagro Sala detenida en Jujuy (ver página 9), y el mismo día en que Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, cuestionó el número de 30 mil desaparecidos y al oficialismo por criticar el fallo de la Corte Suprema que aplicó el 2x1 para genocidas (ver página 8).
“Es la voz de la Iglesia y la compartimos” dijo el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, tras escuchar al cardenal. “Es un mandato compartido, no nos podemos olvidar de los más débiles”, subrayó. “Que la inequidad genera violencia es un dato de la realidad; nosotros siempre lo hemos planteado, por eso trabajamos todos los días para reducirla. Después de mucho tiempo de fracasos acumulados como argentinos tenemos que revelarnos de ese destino que nos agobia y mostrar que tenemos un futuro lleno de esperanza”, afirmó el ministro coordinador.
El Gobierno estaba advertido de que Poli haría alusión a la situación social en su homilía y en medios eclesiásticos se anticipaba que así sería dada la molestia del arzobispo porteño con sus colegas debido a la falta de pronunciamiento del Episcopado respecto de los problemas que afrontan los sectores más humildes de la población. De hecho un grupo de obispos propició una declaración pública de la Conferencia Episcopal reunida en Pilar a comienzos de este mes, sin que la iniciativa lograra aceptación entre sus pares.
El cardenal porteño dirigió un llamado directo al Gobierno cuando señaló en su homilía que “todos aspiramos a políticas de Estado, que sostengan en el tiempo un desarrollo humano, integral y respetuoso de la Creación, que se espeja maravillosamente en el territorio nacional”. No obstante, Poli dijo también que “la solución a nuestros desafíos internos –algunos lo llaman deuda social interna–, depende prioritariamente de nosotros, y para eso es conveniente volver a confiar y apostar a las reservas culturales, morales y espirituales de nuestro pueblo, como así también a su capacidad de trabajo e ingenio científico, que unido a la perseverancia en las pruebas, le ha permitido sobreponerse a tantas promesas incumplidas, fracasos y postergaciones”.
De la ceremonia religiosa además de Macri con su esposa, Juliana Awada, participaron el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti; la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta; el diputado Emilio Monzó; el senador Federico Pinedo y la mayoría de los integrantes del gabinete nacional.
A pocas cuadras de la catedral católica de Buenos Aires frente al Obelisco un grupo de líderes de iglesias evangélicas se unieron también para orar por la Patria y, en ese mismo acto, manifestaron su preocupación porque, contrariando la costumbre establecida desde hace varios años, el Tedeum presidido por Poli fue exclusivamente católico, sin intervención ecuménica de ningún tipo.
Durante su homilía Poli hizo además un llamado a la responsabilidad y a la solidaridad colectiva. “Todos podemos ser portadores de la alegría largamente esperada por los que menos tienen en la Argentina -dijo- si logramos que la solidaridad de muchos triunfe sobre la mezquindad de pocos”. Y reforzó su afirmación trayendo a colación el pasaje bíblico que recuerda al “Dios justo” que “extiende su misericordia de generación en generación, desplegó la fuerza de su brazo y dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías”.