Se acabaron las fábulas en la ciudad de la furia que cantaba Gustavo Ceratti de Soda Stereo hace algunas décadas. No le faltaba razón al artista, más la sensibilidad para captar el clima de una época, que fue origen de catástrofes futuras.

Observando las sociedades del presente, cada vez más injustas y desiguales, en las que las múltiples violencias manipulan y aniquilan vidas, cabe pensar que, más que fábulas, emergen historias trágicas y crueles.

La estigmatización de las clases subalternas para perpetuar la explotación, la dominación y la expoliación no es una estrategia nueva sino que en el presente los medios de comunicación amplifican las miserias como en un show.

En efecto, los crímenes más aberrantes se cometen en los barrios cerrados y se silencian. Cuando ocurren en las villas miserias, las "visibilizan" transitoriamente, como si no fueran un epifenómeno de la dinámica capitalista.

El capitalismo se sostiene en la desigualdad. La pobreza de crecientes contingentes de población no es un “daño colateral” sino la consecuencia de la dinámica del capital en todas sus formas.

Valdría la pena investigar el nivel de alienación social y el aumento de las adicciones a sustancias diversas en relación dialéctica con el empobrecimiento masivo.

Fábulas, mitos y leyendas... Nada puede ocultar el malestar social y las injusticias.

Abrir los ojos y no dejar de luchar contra los mercaderes de la muerte entronizados en los micro y macropoderes.

Carlos A. Solero