La tranquilidad por el avance de la vacunación. El sueño de ir a la escuela sin barbijo; el deseo de un escenario más favorable para el despliegue del afecto y de la socialización, sin protocolos tan rígidos. La preocupación por las inasistencias, la inconstancia, los chicos con dificultades para revincularse. Estos son algunos de los tópicos que aparecen en los testimonios de docentes de distintos niveles y zonas del país, quienes se preparan para volver a las aulas con nuevas preocupaciones y expectativas tras dos años muy complejos.
"Presencialidad plena y segura": la aspiración del gobierno nacional
Una "presencialidad plena y segura" es el objetivo del gobierno nacional para 2022. Este jueves el presidente Alberto Fernández, junto a los ministros de Educación y Salud, Jaime Perczyk y Carla Vizzotti, presentó el protocolo para los niveles inicial, primario y secundario, cuyas principales novedades son la eliminación de las burbujas y el uso de barbijo en espacios cerrados desde primer grado. Fue en acuerdo con ministros de todas las jurisdicciones. En la mayor parte del país las clases comienzan el 2 de marzo.
Entre los ejes del plan están la vacunación de niñes y adolescentes y las terceras dosis para personal docente y no docente. De acuerdo a datos recogidos por el senador Martín Barrionuevo, el 75 por ciento de los niños de tres a 11 años iniciaron su esquema, en tanto que los adolescentes lo hicieron en poco más de un 90 por ciento. El 92 por ciento de los docentes de todo el país lo completó, informó Vizzotti.
Vacunas y protocolos
Silvina Miguel tiene 40 años. Trabaja en el jardín Lausanne, de Lanús (privado), en la zona sur del conurbano bonaerense. "Tengo todas las expectativas para volver. Estoy recontenta. Quiero creer que vamos a poder tener un año más relajado y con continuidad. Los nenes de cuatro y cinco años están vacunados. Nosotras, todas con las tres dosis. Si bien van a seguir las medidas de higiene --algo que no veo mal-- va a ser más relajado a la hora de trabajar. También para los chicos", evalúa en diálogo con Página/12. El lunes la espera una reunión en la que las autoridades dirán cómo se adaptará el protocolo a la institución, porque "hay cosas que maneja el colegio en función de su estructura".
Como a muchos colegas, los últimos dos años le resultaron "desgastantes". Primero, por el hecho de tener que trasladar el jardín al Zoom. En 2021 la vuelta a la presencialidad definitiva fue en junio y cobraron protagonismo los protocolos y la dificultad de tener que aplicarlos para nenes tan chiquitos. El impacto fue fuerte en "la socialización y la educación"; modificaron cada momento: "En los cumpleaños empezamos a usar alfajores o cupcakes individuales, ya no tortas. Cuando estaba en sala de dos era difícil evitar que chuparan los juguetes. Pulverizábamos todo a cada rato. No podíamos ni compartir un autito entre una sala y otra", relata Silvina, y su tono de voz refleja el hastío de esos tiempos.
"El jardín tiene mucho de contacto físico. En sala de dos tenía que pasar sí o sí. Por eso trabajábamos con máscara. ¿Cómo hacés para no alzarlos si lloran? ¿Cómo les cambiás el pañal? Se van a poder relajar algunas cosas", repite. La entusiasma la idea de que quizás vuelvan el intercambio de materiales y actividades entre salas y los actos que en todo este tiempo no pudieron realizarse. Si bien en 2020 muchos chicos dejaron las salas no obligatorias --las de dos y tres años--, regresaron en 2021. "Cerraron un montón de jardines maternales porque muchos padres perdieron el trabajo o comenzaron a trabajar desde la casa", cuenta.
El anhelo de una escuela "sin barbijo"
Maestra de segundo grado en la escuela 4 de Puerto San Julián, ciudad de 10 mil habitantes a 700 kilómetros de la capital santacruceña, Jessica Spahn (41) confiesa: "Aspiro a lo que creo que debe ser el deseo de todos: no usar más barbijo". Es un anhelo que se pueden permitir, tal vez, los trabajadores alejados de los epicentros de la pandemia. "El barbijo borra una parte de la cara y de las expresiones. Desdibuja el rostro del chico y a nosotros mismos. Si un chico no tiene barbijo te das cuenta enseguida de lo que le pasa. En cambio, cuando sólo le ves los ojos, a veces expresa y otras no. Es bueno en cuanto a la contención del virus, pero en cuanto a lo humano no. Lo siento muy triste". El año pasado quedó impactada cuando notó que los nenes que habían hecho primer grado de manera virtual estaban desorientados; "no sabían qué hacer con sus cuerpos".
A nivel pedagógico, el barbijo también le causa problemas: "Cuando estás en segundo o primer grado los chicos te tienen que ver la boca, cómo modulás, cómo hablás; y eso no estaba. Yo rompí un poco el protocolo. Me lo sacaba. No podía permitir que, pobrecitos, se perdieran eso, después de haber tenido un año virtual". Una particularidad de Santa Cruz es que determinó que pedirá la primera dosis para les estudiantes, según fuentes de la provincia por la situación epidemiológica, algo que se volverá a analizar para el 2 de marzo. "La realidad demográfica indica que la población infantil tiene una alta incidencia en los niveles de vacunación", argumentan. Jessica está a la expectativa de cómo funcionará: "El año pasado al docente que no estaba vacunado lo mandaban a dar clases virtuales. Yo no lo estaba: al principio me negaba, no tenía mucha información. Pero iba a trabajar igual", comenta.
Nancy de la Nieve Duarte, docente de una escuela ubicada en Posta Cambio Zalazar, localidad formoseña de 1200 habitantes, a 380 kilómetros de la capital provincial, comparte el deseo de Jessica: "Creo que este año vamos a poder abrazarnos porque tenemos las vacunas y los saludos de puños y coditos quedarán en el recuerdo. Sólo faltaría para estar completos dejar de usar los barbijos".
"Tengo la esperanza de que el virus vaya desapareciendo o de que los casos sean aislados", expresa Soledad Herbel, docente de primer ciclo de una escuela rural de Catamarca. "Mi expectativa es que el ciclo lectivo se inicie sin sobresaltos. Haber iniciado el año pasado a fines de julio con total presencialidad es un adelanto. A esta altura ya hemos aprendido algo. En la escuela no hubo contagios. Los protocolos se mantienen; no debemos descuidarnos. Lo que más cuesta es el distanciamiento y el barbijo, porque los chicos quieren jugar, abrazarse, compartir", sintetiza. La virtualidad ha sido un "desafío" porque en el pueblo "casi no hay señal" y muchos estudiantes no tienen teléfono o Internet, pero todos pudieron revincularse. "Ahora el desafío es que mis niños mejoren mucho más, porque así y todo en pandemia aprendieron a leer y escribir."
La cuestión salarial
"Me gustaría poder hablar de lo pedagógico, pero nos está superando la cuestión salarial", se lamenta, por su parte, Jorge, docente de un secundario de adultos en la provincia de Chubut. "Han pasado cinco años de lucha. Estamos atrasados, y proponiendo desde los gremios juntarnos a hacer asambleas para empezar a definir si damos o no inicio a las clases y de qué manera llevamos adelante un plan de lucha. Con respecto a la pandemia no veo demasiados inconvenientes, teniendo en cuenta los cuidados", agrega. La paritaria federal se inauguró el 3 de febrero. Fija un piso y cada provincia discute sus propias paritarias.
Inasistencias y desvinculación
La principal preocupación de Natalia Cruz (45), docente en la Escuela 28 de Lomas de Zamora, al sur del conurbano bonaerense, es la inasistencia. En 2020 estuvo a cargo de primer grado; en 2021, de segundo. Ahora le toca cuarto. "Tuve muchos chicos desvinculados, que se intentaron volver a vincular por la vía telefónica, de todas las maneras posibles, que no tenían conexión a Internet. Todos se revincularon, pero cuando volvieron a la escuela se vieron muchísimas faltas por diferentes motivos, e incluso sin ningún justificativo. No sé con qué nos encontraremos este año: es probable que sea parecido al pasado", se anticipa. Y arriesga: "No creo que sea miedo a la covid. Es una despreocupación. Después de ese año virtual los padres cambiaron el chip. Se perdió algo de la disciplina".
En la provincia de Buenos Aires el barbijo se utilizará desde el nivel inicial. El ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, dijo que en esta etapa será importante que los chicos lleven "barbijos de calidad". "Ojalá que los entreguen. Muchos nenes tenían barbijos que se les caían. Yo les ponía ganchos o les daba gomitas para que se los sostuvieran", comenta Natalia. El funcionario informó también que su cartera evaluaba "ir a vacunar a los chicos a las escuelas". La implementación de un pase sanitario está descartada. "Creo que cada escuela debería poder pedir el carnet de vacunación para más seguridad y llevar un control. No para hacer una estigmatización y exigir una obligatoriedad", opina la maestra. En línea con lo expresado por ella, el protocolo nacional insta a las instituciones a recabar información sobre este ítem.
Juan trabaja en un programa de nivelación para "pibes que no tuvieron trayectorias convencionales en la escuela" en una institución de CABA (Parque Avellaneda). Se dedica a revincular a los chicos con el aula. Le brota el enojo por los recientes dichos de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, quien aseguró, entre otras cosas, que sólo 100 chicos no regresaron a las aulas. "Esos 100 pibes no fueron nunca, pero... ¿cuántos fueron la cantidad de veces necesaria como para que la escuela los considere estudiantes regulares? Algunos van dos, tres veces por semana. Hay una dinámica que se rompió", sentencia Juan, quien además denuncia que los programas socioeducativos carecen de recursos y, sus integrantes, de derechos. "Ponemos nuestro cuerpo, nuestros oídos, nuestras cuerdas vocales: todo nuestro capital afectivo en función de ir a buscar a nuestros pibes. Nosotros les conseguíamos celulares cuando no querían darles computadoras. Deberían escucharnos."
Además, cuestiona la decisión del gobierno porteño de establecer el uso de barbijo recién desde tercer grado. Es una medida que genera malestar en la Unión de Trabajadores de la Educación, que está exigiendo a la administración de CABA que se adecue a las pautas nacionales. "Se 'preocupan' por la transición de la adquisición de la lectoescritura para los chicos de los niveles iniciales, pero es el que más falta de vacantes tiene: deberían hacer escuelas pero no las hacen", protesta Juan. Por otro lado reconoce que no se puede ser docente y "no abrazar a los pibes". De hecho, en algún momento se prometió a sí mismo que no volvería a trabajar si no salían los abrazos "de la clandestinidad". Ahora, esa posibilidad no se ve tan lejana.