“Estar en el escenario me resulta muy placentero, porque casi no vuelvo”. Así -con honestidad brutal, pero sin renunciar al humor que lo caracteriza- define su vuelta a las tablas Fernán Mirás. El 7 de octubre de 2021, dos meses después de haber estrenado una nueva versión de Art, el actor sufrió un aneurisma cerebral y la temporada se suspendió por tiempo indeterminado.
“Ahora estoy muy bien y contento de retomar el trabajo”, confirma en diálogo con Página/12 el actor, que reanudó las funciones que protagoniza junto con Pablo Echarri y Mike Amigorena en el Multitabarís (Corrientes 831) los miércoles, jueves, viernes y domingos a las 20.30, y los sábados a las 20 y a las 22. Allí suben a escena, bajo la dirección de Ricardo Darín y Germán Palacios, para interpretar a tres amigos que se embarcan en una discusión desopilante en torno a una pintura blanca.
Escrita por la dramaturga francesa Yasmina Reza, la comedia se estrenó en 1998 y desde entonces agotó localidades durante doce años en distintas salas argentinas y también en España. Trece temporadas, 1100 representaciones, y más de un millón de espectadores son algunos de los números que dan cuenta del éxito cuyo elenco original estaba integrado por Darín, Palacios y Oscar Martínez.
Art cuenta la historia de Sergio (Amigorena), un médico vanidoso que goza de una buena posición económica y que compra un cuadro por una cifra muy elevada, algo que enoja a su íntimo amigo Marcos (Echarri), un ingeniero sin filtros que estalla frente a lo que considera una estafa. A partir de allí, lo que comienza siendo una diferencia estética deriva en una discusión sin retorno que involucra otros aspectos más allá de los artísticos. Y en ese contexto es que entra Iván (Mirás), el tercer integrante del grupo, un hombre frustrado con su presente laboral y afectivo, que infructuosamente intentará frenar la batalla.
Mirás conocía de antemano el universo de Reza. En 2007 formó parte de Tres versiones de la vida, y en 2010 actuó en Un Dios salvaje, producciones nacidas de la pluma de esa autora. “Esta es su obra más lograda. Es perfecta. Es una puesta que destaca por su esgrima verbal”, califica el intérprete que, según asegura, siempre sintió una conexión especial con esta pieza. “Desde el primer día que la vi en Buenos Aires me pareció de lo mejor que había visto. Y después la vi en Nueva York y lloré toda la función. Es una obra muy sutil y a la vez elegante, y para uno como actor es muy atractivo el recorrido, porque hay momentos en los que la historia va hacia lugares que no esperás. A mí me sigue sorprendiendo”.
-Art es un clásico que ha tenido un éxito muy importante a nivel local. ¿Eso te genera algún tipo de presión o expectativa particular al momento de interpretarla?
-No, pero sí soy consciente de que estoy haciendo un clásico, porque esta historia es un punto de referencia en el teatro. Muchos productores me han enviado proyectos teatrales diciéndome: “No es Art, pero está bueno”. Para mí, esta obra pone en escena un tema complejo, y lo trata de manera profunda y al mismo tiempo muy graciosa. Eso la convierte en una propuesta particular dentro del teatro comercial, un circuito que pareciera exigir una dosis de humor para que la gente lo pasé bien, pero a veces eso genera que a veces se aborden temáticas de forma superficial. A Pablo, Mike y a mí nos gusta mucho esta obra, y por eso creemos que es una suerte hacerla.
-En la puesta original, Ricardo Darín era quien interpretaba a tu personaje. ¿Cómo trabajaste la composición siendo que él mismo dirige esta puesta?
-Ricardo dejó que yo probara cosas de las cuales seguramente él ya sabía el resultado. Tanto él como Germán tuvieron claro que el objetivo era que nosotros fuéramos encontrando nuestros propios personajes y no los que habían hecho ellos. En una escena, él me sugirió hacer una pausa y me dio una ocupación para hacer en ese momento, porque él sabía que ahí el público siempre se reía durante varios minutos. Y eso fue raro, porque usualmente esas cosas se ajustan después de estrenar.
-¿Y una vez que estrenaron pudiste confirmar que la platea efectivamente se ríe en ese momento?
-Sí, es infalible. Es una situación donde el personaje de Pablo dice algo puntual y la gente estalla y se ríe durante mucho tiempo. Yo no me lo esperaba y me morí de risa la primera noche en la que eso pasó con público.
-De los tres amigos, Iván parece ser el más inseguro.
-Sí, es extraño que los tres formen parte del mismo grupo, y que se quieran y se conozcan tanto, porque son muy distintos. Pero esas cosas pasan, porque si uno se pone a pensar, seguramente tiene algún amigo con el que no tiene nada que ver. Fue interesante ir descubriendo lo que mi personaje aporta a sus amigos. Los hace reír y siempre está tirando para adelante, aun cuando es el que peor la pasa y el que más problemas tiene. Iván es más simple, y no es tan racional como Sergio y Marcos, por eso no entiende la discusión que se genera. Es el que más tiene los pies en la tierra, porque tiene problemas de plata y de autoestima. Parece alguien muy débil, pero a la vez tiene una fortaleza que lo lleva a aguantar cualquier cosa. Dentro del juego teatral, es el que nunca toma partido porque cree que no vale la pena pelearse por un cuadro.
-No obstante, el cuadro es una excusa para discutir otras cosas.
-Claro. Por eso para mí es hermoso que el cuadro sea blanco. Es una metáfora genial. No hay nada ahí. Entonces lo que parece ser una discusión sobre algo abstracto es en realidad una discusión sobre la amistad de estos tres amigos.
-Te mostraste muy agradecido por los saludos afectuosos del público y de tus colegas a raíz del problema de salud que sufriste. ¿Te sorprendieron esos gestos?
-Sí. Me sorprendí mucho con gente que conozco y con amigos, pero más aún con personas que no conozco. Soy agnóstico y fue muy conmovedor ver por la calle gente que me decía que había estado rezando por mí. Cuando estaba internado, durante un tiempo no supe que se había hecho público lo que me había pasado, y Pablo Echarri, que es mi amigo hace muchos años, me sugirió que alguien tenía que salir a hablar. Hoy me encuentro bien y los dolores de cabeza que tenía se fueron reduciendo. Ahora, a medida que pueda, estoy viendo cuánto trabajo agarro.
-¿Qué evaluación hacés de esta temporada teatral tan particular?
-Es muy difícil de evaluar. Sucede que los teatros son muy seguros y el público disfruta de volver, pero los contagios dentro de los equipos de trabajo son inevitables, porque uno puede cuidarse en escena hasta cierto punto. Es compleja la situación. Al igual que un montón de obras, Art estuvo muy postergada por la Covid. Y ahora gracias a la vacunación la gente está yendo mucho al teatro. Nosotros llenamos la sala un miércoles. Y a mí me pasa que vengo de una experiencia personal tan rara que no puedo creer estar otra vez en el escenario. Después de la cuarentena y de lo que me pasó, cuando empieza la función me siento feliz de estar actuando.
Bajo supervisión médica
Con planes en cine y series
Cuando a Fernán Mirás lo sorprendió un fuerte dolor de cabeza, y debió ser operado de urgencia luego de recibir el diagnóstico de aneurisma cerebral, el actor fue consciente del riesgo y llegó a mandar un mensaje de texto a sus tres hijos para que tuvieran un “último mensaje”. Meses después, y a la distancia, el actor sonríe con el goce de quien sabe aprovechar una segunda oportunidad. Esa experiencia cercana a la muerte lo hizo caer en la cuenta de que ese es, precisamente, el disparador del último trabajo cinematográfico en el que viene trabajando como guionista y director, y que espera poder estrenar este año.
Se trata de una película que contará con el protagónico de Natalia Oreiro, y que, en clave de comedia, “se ríe de nuestro miedo a la muerte”. “Al personaje de Natalia le dan un mes de vida, y la película cuenta lo que eso genera en ella y en sus tres amigos (interpretados por Diego Velázquez, Paola Barrientos y Alan Sabbagh). Ahí se revelan las cosas absurdas que uno puede hacer porque sabe que se va a morir. Durante dos años estuve trabajando el guion junto con Beatriz Carbajales y Rodrigo Vila, y en todo ese tiempo estuve pensando en la muerte y no llegué a ninguna conclusión, salvo que podemos reírnos de ella. Por eso, a raíz de lo que me pasó, muchos me preguntaban: '¿Estás haciendo un trabajo de campo?' (risas). Así que fue raro porque de golpe me encontré en la situación que había estado tratando de imaginar. Y después eso me resultó gracioso”.
Junto con el film (que aún no tiene título ni fecha de rodaje confirmados), Mirás asegura tener en carpeta otros proyectos audiovisuales. “Tengo muchas ofertas para actuar en miniseries de distintas plataformas y tengo que ir analizando lo que voy a hacer, porque es el médico el que me tiene que autorizar para sumar trabajo”. Entre los trabajos futuros que asoman aparece la posible filmación de una segunda temporada de la serie televisiva Argentina, tierra de amor y venganza (2019). “Hay ganas de hacerla, pero no hay certeza de cuándo se empezaría”, cuenta el actor que allí se destacó con su composición del excéntrico Samuel Trauman, un papel desafiante que lo llevó a personificar a un proxeneta.
“Era impactante saber que estábamos haciendo una novela de época, pero que abordábamos una realidad como la trata de personas que sigue ocurriendo y que no se pudo resolver. Trauman existió en la vida real. Y eso da escalofríos. Cuando leí los primeros libros no podía creerlo, porque lo que se vio en la pantalla ya figuraba ahí en el guion. Trauman era un tipo siniestro que de golpe lloraba. Y me encantó. Fue muy interesante buscar ese personaje. Para componerlo, vi muchos documentales y estuve estudiando desde asesinos seriales hasta gente relacionada con la mafia. Y en ese proceso encontré la definición del perverso. Ahí leí que el perverso es quien acusa a otros de lo que hace él. Es el que te mete la mano en el bolsillo y, cuando lo descubrís, te mira y te dice: '¿Por qué me robas?'. Me pareció hermoso. Y cuando encontré esa punta, seguí por ahí la búsqueda, porque era un juego interesante que podía extenderse en el tiempo que dura una tira. La perversión inquieta y desorienta mucho. Creo que hay muchos mecanismos perversos en la sociedad, no tanto en la gente sino en las estructuras”.
Éxito en todas partes
La historia de la obra
La célebre pieza de Yasmina Reza, en la que un cuadro blanco pone a prueba una amistad, tuvo su estreno mundial en París en 1994, en el Théâtre des Champs-Elysées. Y cuatro años más tarde, en simultáneo con el desembarco en las plazas teatrales de Madrid y Nueva York, la pieza subió a escena en Buenos Aires en el teatro Blanca Podestá (hoy Multiteatro), producida por Gustavo Levit, dirigida por el inglés Mick Gordon y protagonizada por Oscar Martínez, Ricardo Darín y Germán Palacios, en los papeles de Marcos, Iván y Sergio, respectivamente. Allí, permaneció cinco años en cartel (el último en el Teatro Regina) e hizo una gira por todo el país, en la cual Luis Brandoni reemplazó a Martínez.
Luego del éxito local, el elenco cruzó el océano Atlántico y realizó dos temporadas en España, en 2003 y 2005. De regreso en el país, la obra llegó en 2008 a la cartelera del teatro América de Mar del Plata y en 2010 subió por última vez a escena, esta vez en el Teatro Tabarís, y con José Luis Mazza en el rol de Marcos. En esa sala, hoy convertida en el complejo Multitabarís, y producida por Carlos Rottemberg, la hazaña de Art se repite y sigue agotando entradas.