“¿Qué te prometo? Te prometo que te metés en una habitación donde te van a apagar la luz y de repente, como magia, empieza a sonar la música como nunca la escuchaste en tu vida. ¿Por qué? Porque vas a tener una sensación visceral, como si los artistas estuvieran con vos. En ‘Rapsodia bohemia’ lo vas a escuchar cantar a Freddie Mercury como si lo hiciera en vivo; pasamos Artaud, y lo vas a escuchar a Spinetta tocar la guitarra como si lo hiciera a medio metro tuyo, vas a sentir cómo los dedos recorren las cuerdas”, comenta Hugo Zuccarelli a Rosario/12.
Con el espectáculo Música en la oscuridad, el inventor de la holofonía propone que el disco conocido adquiera una dimensión vívida y cercana, tal como lo permite el sonido tridimensional. Dos parlantes como columnas van del piso hasta el techo. Tras el velo de la oscuridad surgen las canciones de Charly García, Queen, Giorgio Moroder, Pink Floyd, que invaden el espacio y tocan de manera sensible. La experiencia es mayúscula, la música adquiere cuerpo, volumen: desde su sonido más bajo al más alto, todos contenidos y a la vez. Rosario/12 fue invitado a la presentación de Música en la oscuridad en Complejo Nuevo Monumental, prólogo de las funciones que tendrán lugar próximamente.
Las anécdotas de Zuccarelli con el mundo musical son conocidas y pueden rastrearse fácilmente por la web; entre ellas, sobresale su participación en la grabación de (ese disco maldito que es) The Final Cut, de Pink Floyd; y el privilegio que el mercado impuso con la compañía Dolby en detrimento de su invento. ¿En qué consiste, entonces, lo que este docente e investigador descubrió? “Hay dos tecnologías que son totalmente diferentes, y la segunda tecnología nace de la necesidad que invocó la primera. Si inventás la videocámara de 4K, vas a necesitar el televisor de 4K. Te van a decir que la imagen tiene mejor color, más definición o mejor dinámica, pero si lo pasás en el televisor de la abuela no se va a poder ver. Cuando yo descubro cómo funciona el oído humano y puedo generar grabaciones indistinguibles de la realidad, eso era sólo posible de escuchar en auriculares. Cuanto mejor fueran éstos mejor iba a ser la experiencia. ¿Qué quiere decir experiencia? Que el cerebro de la persona no era capaz de distinguirlo de la realdad, al punto que se encendían zonas que provocaban cinestesia: la gente reportaba olores, sombras, tacto”, prosigue.
El invento tuvo consecuencias inmediatas, que tocaron no sólo al mundo de la música sino también a sus intereses. Pero Zuccarelli fue todavía más allá. De acuerdo con lo que explica: “Todo esto era fascinante pero ocurría dentro del mercado limitado del Sony walkman, y por una cuestión ligada a la competencia, que era la de Dolby con 5.1 o 7.1, se hace una especie de contubernio mafioso con los grandes de las discográficas y se prohíbe la holofonía; como si te dijeran ‘acá no trabajas más’. Así me pasó, luego de haber trabajado con Pink Floyd, Roger Waters, Michael Jackson, Stevie Wonder, Lionel Richie, Steve Vai, Paul McCartney. Se le dijo basta a la holofonía y empezó lo del 5.1. En ese momento, yo había empezado a desarrollar un altoparlante que fuera capaz de reproducir la holofonía, el efecto tridimensional, en una sala con gente y sin auriculares. Había empezado a hacer sonido para obras de teatro, como La máquina del tiempo, basada en la novela de Wells. Cuando la máquina viajaba, tenía un caleidoscopio holofónico. Llevé los altoparlantes de casa y me di cuenta de que faltaba potencia. Agregué altoparlantes y noté que con dos estaba bien, pero con cuatro ya no, se interferían. Volví al laboratorio y pensé en cómo hacer un parlante que fuera modular. Así nació la idea del parlante holofónico”.
“En un momento me llaman de la NASA, para hacer una prueba con la holofonía, pero sin auriculares. Construí un par de parlantes para este proyecto, que consistía en comunicar dos habitaciones en lugares diferentes del mundo, a través de Internet, con video de alta resolución y holofonía. Ellos no querían que se hablara en mono o stereo, querían total inmersión, y por una cuestión de tamaño en la banda de Internet era mejor la holofonía, con dos canales. Cuando hacen la demostración fue un éxito total, no se distinguía si se hablaba de allá o de acá. Tanto es así que me preguntaron, ¿y qué pasa si ponemos un disco? Lo probamos y empezó a venir gente de otras oficinas, pensando que había una banda. Esto fue en Pasadena, en el Jet Propulsion Laboratory. Luego me llevaron a Fort Benning, donde están las armas de última generación, con la idea de poner holofonía en los cascos y tropas de asalto, pero no lo acepté, no me interesaba la guerra. Luego vino el ataque a las Torres Gemelas, la guerra, y me vine a Argentina”, continúa.
Éste fue el prolegómeno fundamental para el nacimiento de Música en la oscuridad; como refiere Zuccarelli: “Me llamaron del Teatro Ciego para hacer una grabación con la holofonía, y se me ocurrió usar en la sala los parlantes con los que había pasado música. Pensé en pasar The Wall y ver qué decía la gente. Invitamos a un público, y en la oscuridad la gente no lo podía creer, se preguntaban cuántos parlantes había. Empezamos de a poquito y fue un suceso. Nos empezaron a pedir El lado oscuro de la luna, Artaud, los pasamos a todos, hicimos festivales en verano y se llenaba, tres shows por día. Luego nos fuimos al Konex, una sala más grande, pero también nos quedó chica. Nos fuimos al Auditorio Kraft, y ahí nos quedamos durante dos años hasta que llegó la pandemia”.
Música en la oscuridad llega ahora a Rosario, y es una experiencia que toca fibras íntimas porque, ¿qué decir luego de escuchar cómo la música respira en uno mismo? Hugo Zuccarelli tiene palabras al respecto: “El artista es un intruso en nuestra alma, nuestro cuerpo y cerebro, que se mete a través del pasaporte del sonido y de la técnica, capaz de invocar espíritus que están adentro tuyo. La poesía, la magia, es increíble. No podés decir sólo que te gustó, sino que al momento de hablar, la gente comenta otras cosas, evoca. Según se dice, el olor es uno de los sentidos que más evoca, pero la música también. Si escuchás la voz de tu abuela, que ya no está, te parte el corazón porque la tenés ahí. Es esa magia la que queremos compartir”.