Desde París

Hay plomo sobre el cielo de Europa y una invasión tan “inminente” como fantasma que recorre las retóricas de la Casa Blanca sin que, por ahora, ninguno de los 120 mil soldados estacionados en la frontera haya atravesado la línea entre Rusia y Ucrania. La distancia entre Rusia y Occidente se ha tornado tan larga como la mesa que separó al presidente ruso Vladimir Putin y al francés Emmanuel Macron durante el dialogo que ambos mantuvieron el lunes pasado en Moscú y durante el cual Putin puso entre los dos una mesa kilométrica porque Macron se negó a hacerse un test PCR en Moscú. Esa extensión teatral traduce perfectamente el incremento de la tensión entre los dos bloques, pese a las negociaciones que estaban en curso alentadas por Emmanuel Macron y al resumen que en París se hizo de la gira del mandatario francés, la cual incluyó Ucrania y Alemania. Fuentes del Palacio presidencial alegan que esa gira diplomática alcanzó “sus objetivos”. No parece ser el caso. 

¿Lobo estás?

Estados Unidos prosiguió con su llamada “estrategia preventiva” que consiste en decir “cuidado que viene el lobo”. Biden, advirtió este sábado a su par ruso Vladimir Putin, que Washington y sus aliados darán una "respuesta decisiva" con costos graves si Moscú decide invadir Ucrania. "El presidente Biden dejó claro que, si Rusia emprende una nueva invasión de Ucrania, Estados Unidos, junto con sus aliados y socios, responderá de manera decisiva", señaló un comunicado de la Casa Blanca tras la conversación telefónica que mantuvieron ambos mandatarios.  

El secretario de Estado Anthony Blinken reforzó las palabras de su presidente: "seguimos viendo señales muy preocupantes de escalada rusa, incluyendo la llegada de nuevas fuerzas en las fronteras con Ucrania", declaró en una rueda de prensa el sábado.

Mientras tanto Rusia movilizó un imponente aparato militar en el curso de las maniobras militares “determinación 2022” que está llevando a cabo junto a Bielorrusia hasta el 20 de febrero. Son precisamente estas maniobras que se despliegan en las puertas de Ucrania las que alteraron lo que parecía encaminado hacia una férrea y compleja negociación.  

De allí surgieron una serie de decisiones de alta tensión: la administración de Joe Biden reiteró su llamado a los ciudadanos estadounidenses que se encuentran en Ucrania para que abandonen el país “en las próximas 24-48 horas”. Lo mismo hicieron luego Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Estonia, Letonia, Holanda, España, Japón, Canadá, Australia, Israel y Corea del Sur mientras que ni Francia, ni la Unión Europea optaron por ese camino. 

A través de su portavoz para las relaciones exteriores de la Comisión Europea, Peter Stano, la UE aclaró “no estamos evacuando”. Sin embargo, Alemania y Francia junto a Estados Unidos advirtieron que adoptarían “sanciones rápidas y drásticas” en caso de que Rusia invadiera Ucrania, según adelantó el portavoz del canciller alemán Olaf Scholz.

Diálogo y escalada militar

Después de Joe Biden, Emmanuel Macron habló este sábado 12 de febrero con Putin por teléfono y le reiteró que “un diálogo sincero no es compatible con una escalada” militar. A su vez Putin tildó de "especulación provocativa" la acusación de que Rusia esté preparando una invasión de Ucrania, durante su conversación con su par francés, indicó el Kremlin en un comunicado. El Kremlin considera que esa acusación y esos medios militares crean "las condiciones previas a posibles acciones agresivas de las fuerzas ucranianas en el Donbass", una región del este de Ucrania donde Rusia apoya desde hace ocho años a separatistas armados.

Al final de esta conversación de casi dos horas los dos jefes del Estado expresaron su “voluntad de continuar con el diálogo” con el fin de solucionar los dos problemas pendientes: por un lado, las negociaciones con los separatistas del Este de Ucrania que controlan la región de Donbass, por el otro el tema central de todo este enredo, es decir, las condiciones de la seguridad y de la estabilidad de Europa que deben incluir a Rusia, lo cual nunca se hizo. 

A pesar de las amenazas conjuntas dirigidas a Rusia, sigue habiendo una diferencia en el análisis de la peligrosidad. En el vocabulario oficial de Washington, la ocupación de Ucrania es “inminente” mientras que el enfoque europeo es menos drástico. Incluso en Ucrania, el presidente Volodymyr Zelenski se distanció de Washington cuando dijo que las advertencias estadounidenses con respecto a un ataque “inminente” “provocaban pánico y no ayudan a los ucranios. Hoy, el mejor amigo de nuestros enemigos es el pánico en nuestro país. Todas esas informaciones (la invasión) no nos ayudan”.

AFP


Trompetas de guerra

Las trompetas de la guerra volvieron a sonar luego de que no se constatara ningún avance durante las negociaciones que se llevaron a cabo el jueves y el viernes en Alemania entre Rusia, Ucrania, Alemania y Francia. La presidencia francesa calificó esa nueva ronda de negociaciones como “largas y difíciles”. La crisis actual depende mucho tanto del diseño de una nueva arquitectura de seguridad europea --siempre se ha excluido a Rusia-- cuyo eje es la no extensión de la OTAN hacia los países del Este de Europa, como de las negociaciones entre Ucrania y los separatistas del Donbass. 

En 2014 se firmó el llamado “acuerdo de Minsk” pero los pactos posteriores nunca se plasmaron y ambas partes se vienen enfrentando en una guerra que, según cifras de la ONU, ya causó 15 mil muertos. Rusia busca evitar que Occidente respalde militarmente a las fuerzas de Ucrania que combaten a los separatistas y exige que las negociaciones se lleven a cabo sin la mediación de las capitales occidentales.

A principios de la semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Rusia, Ucrania y luego Alemania con el fin de mantener la vigencia del dialogo entre Rusia y Occidente. A su regreso se mostró optimista pero el viernes 11 de febrero el optimismo se esfumó con la imposibilidad de que Ucrania y los separatistas del Este negociaran nuevas condiciones.

"Especulaciones provocativas"

Vladimir Putin parece tener hoy muchas más cartas en la mano que los occidentales. En noviembre empezó a estacionar tropas en las fronteras con Ucrania y el pasado 18 de enero anunció las maniobras conjuntas con Bielorrusia. 

Ese fue la línea roja a partir de la cual Estados Unidos empezó a hablar de ocupación “inminente” sin que esa inminencia tuviera un calendario inmediato. Lo último que dijo la administración de Joe Biden es que el presidente ruso podría desplazar las tropas dentro de Ucrania de aquí al 20 de febrero, es decir, el final de los juegos olímpicos de invierno. Moscú estima que esas advertencias son “especulaciones provocativas”. 

Los europeos están como encerrados entre la lógica de una guerra que Estados Unidos ve certera y la urgencia de mantener equilibrios razonables en Occidente negociando con un país como Rusia, aliado de China, mientras la administración norteamericana parece más interesada en desencadenar el conflicto.