“Celebremos el presente” es el eslogan de los 20 años del Cosquín Rock. También es lo primero con lo que el público se topa al ingresar al Aeródromo de Santa María de Punilla, actual locación del festival. Es tan fuerte el mensaje que es imposible evitar la selfie con el cartel de fondo. Después de llevarlo adelante de forma virtual, el “Glastonbury argentino”, como algunos fans del evento osaron llamarlo en la previa, regresó a la presencialidad.
Si bien es cierto que la pandemia condicionó los tiempos actuales, por lo que la cancelación era igualmente una opción, hubiera sido una injusticia que la cita cordobesa de la cultura rock (heredera del legado del Chateau Rock y de La Falda) no festejara semejante aniversario. Reuniendo además a artistas y audiencias de diferentes generaciones. Era la intención original. Sin embargo, la primera de las dos fechas, consumada a lo largo del sábado, tuvo a los centennials y milennials en el rol protagónico. Se apersonaron hasta el predio poco luego del mediodía, aunque al caer la tarde colmaban el escenario principal.
En ese horario actuó El Mató a un Policía Motorizado en el Escenario Norte (el principal), quienes ofrecieron una performance más potente de lo habitual. Aparte de invocar un repertorio festivalero, su frontman, Santiago Motorizado, saludó al evento por su aniversario. Turf hizo alusión a lo mismo al final de su recital en el Escenario Sur, pero con un pasaje de la canción de cumpleaños, a la que le secundó el cierre con “Yo no me quiero casar, ¿y usted?”. A pesar de que buena caminata separa a ambos escenarios (literalmente están ubicados en ambos extremos del predio), apurar el paso para ver a los creadores del hit “Loco un poco” valía la pena, no sólo por esa actuación fúlgida sino por su sorpresivo cover de “Lamento boliviano”. En tanto eso sucedía ahí, Wos se había subido al Escenario Norte. Si en 2020 logró cautivar a los que no lo conocían a punta de personalidad, en esta ocasión hizo gala de su contundencia musical. Apoyado por uno de los mejores discos nacionales del año pasado, Oscuro éxtasis, y una banda afilada.
El rapero fue figura en la jornada inaugural del festival. Luego de su show, fue invitado por Ciro y Los Persas (la relación entre ambos en una tarima se remonta a 2019 en Mercedes, y se repitió al año siguiente en San Juan) en el tema “Pistolas”. Y más tarde por Trueno en “Sangría”. Debido al retraso del Escenario Sur, las actuaciones del ex Los Piojos y del flamante genio del flow se llegaron a pisar. Mientras que el primero (en el Norte) reivindicó la propuesta y el cancionero de los recitales que viene brindando últimamente, el otro y su banda prepararon propiamente un espectáculo en el que dejaron todo en la cancha. Al que Nicki Nicole, pareja del artista originario del barrio de La Boca, completó con su intervención en “Mamichula” y beso sentimental a manera de corolario. Para la polaroid. Antes de que todo esto sucediera, la mayoría de las 45 mil personas que asistieron llegaron preparadas para un frío serrano, a falta de la tradicional lluvia de la época. Y por más que el sol tempranero invitara a una bronceada.
Una vez que arrancó en el Norte y el Sur, la edición 21 del Cosquín Rock fue develando de a poco sus otros siete escenarios, curados de forma conceptual. Al tiempo que la vitrina principal combinaba varias formas de comprender el mainstream local en esta época, su contraparte introdujo a buena parte de la savia nueva de la música popular contemporánea que se manufactura en el país. Ahí tanto la mexicana Julieta Venegas, quien se mandó un recital tan convocante como emotivo, y Turf hicieron las veces de padrinos de esa progenie. Aunque despuntaron igualmente las apariciones de la cordobesa Zoe Gotusso, de los mendocinos Gauchito Club, de los cumbieros de La Delio Valdez y de El Kuelgue. Con un identikit parecido (quizá bordeando lo boutique) se hilvanaron el Escenario Boomerang, con los indies Doppel Gangs, Anyi e Hipnótica a la cabeza, y el Escenario Paraguay. Este sirvió para el debut en el festival de Juana Molina, y de acá sobresalieron el groove de los cordobeses Telescopio y Valdés, y la electrónica de los platenses Peces Raros.
Más allá de los tira y afloje que surgieron acerca de la vigencia del rock en un país tradicionalmente del palo como la Argentina, a partir de los espacios que ganó la música urbana entre los jóvenes, el Escenario Metal Club evidenció lo inoxidable que sigue siendo el género. En este caso, de la mano de Plan 4 y los legendarios Horcas. Juanse se expresó al respecto antes de la conclusión de su show: “Cada vez hay más gente acá, lo que confirma que somos muchos a los que nos gusta el rock”, afirmó previo a empuñar su éxito solista “Sigue girando”. Al músico lo acompañó esta vez The Mustang Cowboys, suerte de compendio de redentores del rock tradicional en el que destacan Gabriel Carámbula y Pablo Memi, ex compañero en los Ratones Paranoicos. A la banda la colaron en el Escenario Córdoba, del que era número estelar Monada: grupo de punk devenido en cuarteteros. Los que esta vez tuvieron su propio escenario, al igual que sucedió en ediciones anteriores con Los Pericos o Molotov, fueron Las Pelotas.
Los comandados por Germán Daffunchio se presentarán ahí ambos días. Si bien al principio tenían ganas de apelar al formato acústico, no pudieron resistirse a lo eléctrico, y con ello tuvieron una fenomenal convocatoria que desbordó la carpa. Del otro lado se encontraba La Casita del Blues: el escenario David entre tanto Goliat, donde Jimmy Rip & The Trip la descosió y Celeste Carballo se fue ovacionada. Tras la intervención de la icono del rock argentino, el legendario Skay Beilinson actuó en el Escenario Norte junto a sus Fakires. Se notaba que estaban con ansias no sólo de volver al festival sino también de tocar ante tanto público, lo que le fue devuelto con esos descomunales pogos que tanto se extrañaban. Más tarde apareció Babasónicos con una lista de canciones efectiva, al igual que Guasones. Mientras que la Fiesta Bresh cerraba el Escenario Paraguay rebosando su espíritu juvenil, Los Auténticos Decadentes, pasadas las 2 de la mañana, pusieron a prueba su inmortalidad en el Norte con un set que, dada la hora y el cansancio general, estuvio obligatoriamente plagado de hits. Abreboca del esperado debut de La Mona Jiménez en el Cosquín Rock, quien el domingo volverá a hacer historia.