Severance vendría a representar el espejo negro del tan en boga home office. La inminente serie de Apple TV+ presenta una realidad en la que el trabajo y la vida hogareña funcionan como entidades autónomas. ¿Cómo? Aquí empieza lo “trastornado y gracioso”, según Ben Stiller, director y productor de este thriller laboral que podrá verse desde el viernes por dicha plataforma de streaming. En la ficción, las personas pueden dividir su existencia por medio de una intervención cerebral que bifurca la mente y los recuerdos. “Es una propuesta muy original y que trabaja con un tono muy específico. Se siente familiar y diferente al mismo tiempo. Es un gran concepto para explorar y, a la vez, muy simple. Una mezcla de sensaciones diferentes que van de lo perturbado a lo cómico”, aseguró el realizador en una conferencia virtual de la que participó Página/12.

Mark Scout (Adam Scott) es el protagonista del relato y conejillo de indias por motu proprio. En su cerebro tiene implantado el chip que corta su día en dos mitades y permite el ardid narrativo de la ficción. Por un lado, se puede ver su vida de 9 a 5 en la compañía Lumon. Lo que hace junto a sus tres subordinados en esa oficina es una absoluta incógnita: su productividad se remite a ejercicios de sumisión donde lo que más se destaca es la persecución de números en una pantalla al estilo solitario. La otra porción de la jornada lo exhibe como un viudo irrecuperable, entre la misantropía, la necesidad de salir de ese pozo y la ayuda de su círculo más íntimo. “Nunca había leído algo así, me atrapó de inmediato. Tiene ese gancho y tono de ciencia ficción a escala humana que te introduce a ideas y refleja el mundo en el que vivimos”, explica el actor de Parks and Recreation y Big Little Lies en su encuentro con la prensa.

Uno de los atractivos de Severance es el viaje a través por esas dos líneas paralelas destinadas a chocar. Un oxímoron con fórceps encarnado en el empleado ejemplar que es Mark y las horas que pasa fuera de esas paredes donde se enfrenta al juicio de los demás. En cada evento, el personaje de Scott se vuelve objeto y víctima del cuchicheo. “Una versión tuya está atrapada ahí”, le dicen. En ese sentido, la ficción escrita por Dan Erickson presenta debates clásicos sobre el libre albedrío y la doctrina cartesiana. “Cada vez que te encontrás acá es porque elegiste volver”, le dice Mark a otra de las empleadas de la compañía, Helly (Britt Lower) la chica que viene a implosionar la rutina del grupo. Junto a ellos están el conspiparanoico Dylan (Zach Cherry) e Irving (John Turturro).

“Mi personaje tiene una escisión entre una vida muy disciplinada y algo en el interior que lo impulsa a responder una pregunta. Todos tienen un poco eso. Su lado solitario me intrigó, y ese fuego que se despierta en él como si tuviera 15 años”, repasa el célebre intérprete y una de las caras más reconocidas del proyecto. Sus mejores momentos aquí suceden en dupla con Cristopher Walken, quien se pone en la piel de un técnico en otro departamento de la corporación. Turturro fue quien sugirió a su colega para el papel de Burt. “Iban a ser muchas escenas juntos, así que tenía que ser con alguien que tuviera esa química. Es alguien con quien compartimos cierto humor y sensibilidad. Trabajamos en el pasado juntos y podemos partirnos de la risa con cosas que nadie realmente capta. Nos entendemos y podemos compartir eso en pantalla, lo cual es muy raro. Es difícil de actuar eso”, concede.

El teatro de operaciones de la empresa Lumon y los verdaderos propósitos de sus dueños es otro de los intereses argumentales de Severance. En ese sentido, es primordial el personaje de Patricia Arquette como la directora que busca mantener a raya a todo su staff bajo disciplina orwelliana. El tratamiento glacial de Harmony Cobel hacia Mark, ascendido tras la repentina desaparición de su jefe, es uno de los grandes momentos del primer episodio. Ninguno sabe bien como interactuar dentro de una compañía que, paradójicamente, parece decodificar el comportamiento humano.

Tanto Stiller como Scott destacan el guion de Dan Erickson, extrabajador del mundo corporativo que decidió escribir esta fantasía que hierve en acidez lo visto en una serie como The Office y Enredos de oficina (Mike Judge; 1999). “Su escritura me hizo reír a la vez que me inquietaba”, plantea su máximo responsable. “En el mundo creado por Dan se percibe como que hay una historia. Es tridimensional y profundo. Sentís que esta compañía estuvo dando vueltas por un largo tiempo, lo cual sirve para analizar la cultura día a día de los Estados Unidos, la manera en que lo describe es muy hábil”, suma su protagonista.

La tercera pata de Severance es la arquitectura estética cual pastiche matemático. Podría ser un futuro cercano o un presente paralelo donde objetos analógicos conviven con maquinaria de avanzada. Según dijeron sus responsables, la puesta en escena (la simetría e inexpresividad de esos espacios, las charlas al lado del dispenser, las computadoras estilo IBM) está influida notablemente por el trabajo del fotógrafo sueco Lars Tunbjörk. Stiller recalca la labor del diseñador Jeremy Hindle y de la encargada de la cinematografía Jessica Lee Gagné. “Hablamos con ellos de las razones sobre porqué este lugar es como es. Encontrar la locación de Lumon fue fundamental. Fue la primera que hayamos y determinó la estética que íbamos a trabajar. Tomamos el diseño de interiores a partir de ese lugar. El programa tiene distintos tonos. Queríamos que las oficinas fuesen simples, limpias y brillantes. Por momentos tenés a cuatro personas en sus cubículos dentro de una oficina gigante. Eso estaba descrito así y es bastante bizarro. Teníamos que imaginarnos cómo íbamos a emplazar eso, poder tener buenos registros y que los actores pudieran interactuar. Fue un desafío”, explica.

Con este trabajo, finalmente, Stiller profundiza su búsqueda autoral más allá de la comedia bombástica, tal como lo había demostrado con Fuga de Dannemora y su elocuente ejercicio del subgénero de escape carcelario. El director y protagonista de Generación X, Zoolander y Una guerra de película en esta ocasión, sin embargo, no se reservó ningún papel. La mayor conexión de Severance con el resto de su filmografía es con La increíble vida de Walter Mitty, largometraje que también escindía el punto de vista del protagonista y contaba con Adam Scott en el elenco. “Durante un buen tiempo hice eso de dirigir y actuar a la vez. El concepto de este programa no era ni por asomo para que lo interpretase yo sino alguien como Adam Scott. Es único en su talento y es muy diestro en lo que hace. Tiene es esta habilidad de crear un tono en sus personajes que pueden funcionar como comedia y drama a la vez. Le saca la esencia a los roles como para que creas que los conocés y a su vez se guarda algo en su interior. Quería explorar eso que hace muy bien en un rol”, explica Stiller.

-¿Cuán buenos son en el balance entre vida privada y su trabajo?

Adam Scott: -Diría que estoy mejorando. Con familia e hijos, intentás dejar el teléfono en otro cuarto. Tanto en la industria del entretenimiento como en el resto, tu trabajo no termina cuando marcás tarjeta. Eso de estar escribiendo un mail en casa a tu agente y tratar de que los chicos no se despierten... Ahora mis hijos son adolescentes así que no les importa tanto lo que hace su papá.

-La serie dialoga con el presente de una manera particular porque sucede exactamente lo contrario a lo que pasa en la vida de la mayoría. ¿Qué piensan sobre ello? ¿Será necesario en el futuro de que nos borren parte de nuestra memoria?

Ben Stiller: -El balance entre vida y trabajo está más mezclado que nunca. La edición de este programa fue un 80% en trabajo remoto. Así que cuando estaba en casa, los chicos se iban a la cama, recibía un llamado del editor: “Ey, tengo algo de tiempo ahora”. Y ahí me ponía a trabajar. Antes era meterse por diez horas en una sala de edición, todo eso cambió ahora: trabajamos y estás con tu familia. Es una dinámica que puede ser bastante esquizofrénica, lo digo en el sentido de que vivís dos realidades yuxtapuestas y nos arreglamos para hacerlo. Entramos y salimos de esos compartimentos durante todo el día. Y sí, es extraño.

-¿Mark Scout está más cerca de Buster Keaton, Michael Scott de The Office, Joel Barish de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o Arnold Schwarzenegger en El vengador del futuro?

A.S.: -Querría decir El vengador del futuro porque es la respuesta más cabrona (risas). Hay una chispa de varios. Definitivamente tiene algo de Michael Scott y también de Schwarzenegger en esa película porque de algún lado saca la valentía que tenía adormecida. El mundo exterior se parece al de Eterno resplandor…

B.S.:El vengador del futuro! Me acuerdo del personaje diciendo: “Si no yo no soy yo, ¿entonces quién soy?”. Amo esa frase de Arnold Schwarzenegger. Y también está Buster Keaton. Adam tiene una de esas caras en las que podés ver un gran caudal de emociones y lo logra sin hacer mucho espamento. Mark trata de reconectar consigo mismo en estos dos mundos que son bastante fríos y austeros. Las dos mitades de él tratan de hacerlo, y eso es lo que me gusta del personaje. Hay reminiscencias de Eterno resplandor…, brillante película, pero nuestra historia es un poco más sobre quién es el en el interior en relación con el mundo.

-¿Tienen algún recuerdo laboral personal para sumar a Lumon?

B.S: -Debo decir que desde muy chico trabajo en esta industria que amo profundamente. Cada vez que me dediqué a algo que no me gustaba o era muy malo haciéndolo, terminé renunciando o me echaron.