El pasado jueves 10 de febrero falleció en su ciudad el pintor rosarino Jorge Martínez Ramseyer. Había nacido el día de la primavera austral de 1931. Le sobrevive su esposa, Maggy Lezana, también artista plástica, dedicada al dibujo y al grabado. Ambos fueron docentes de la Escuela Provincial de Artes Visuales, en la que Jorge fue director de 1968 a 1999. Expusieron obra juntos -una muestra más en sus extensas trayectorias- en el espacio San Cristóbal hace ya casi diez años. En una entrevista radial con motivo de dicho evento, hablaron de los rituales cotidianos de aquella vida de artistas en común que funcionaba en armonía, y que acaso fuese como un oasis casi secreto para autores más jóvenes que se acercaban de visita a su casa en el barrio de Fisherton y hallaban inspiración y calma. Él pintaba al óleo, ella dibujaba (y dice, en una entrevista reciente producida por el Museo Castagnino, haber dejado a partir de la pandemia). Jorge prefería la luz natural; Maggy elige la luz artificial. Sin jactancia, Jorge comenta sus más de "100 exposiciones individuales y otras tantas colectivas: medio siglo de trabajo".
Al analizar su obra en 2010, el escultor Arnoldo Gualino lo sitúa en un arte ingenuo de "atmósfera surrealista". Entre las propuestas fuertemente modernistas del Grupo Litoral al que pertenecía su maestro Oscar Herrero Miranda (con quien estudió Composición en la Asociación Amigos del Arte), la pintura de Martínez Ramseyer resplandecía en silencio como un astro excéntrico, un universo personal de luz crepuscular azulada que habitan unas figuras longilíneas de extrema verticalidad: cipreses, y mujeres de otro mundo con ropajes góticos y vidas atemporales; alguna sosteniendo un laúd, otra un pañuelo, en gestos siempre serenos, con miradas vueltas hacia su propio hábitat. El planeta Martínez Ramseyer no cesaba de ofrecer muestras de su superficie, análoga a esos mundos que solo pueden ser visitados en sueños. La síntesis y la regularidad de sus calculadas formas dan una falsa idea de facilidad, disimulando décadas de oficio.
En una nota de 2006 por el artista David Nahon, Jorge Martínez Ramseyer se definió como "una persona apacible, más bien tranquila. Me gustan el espacio, la serenidad, la soledad; rechazo las multitudes y eso se refleja en mi pintura". Nahon se deja fascinar por las colecciones de Jorge: una de cactus en la terraza, una de fichas de casino (aclara el entrevistado que no juega), otra de tapas de champagne (obtenidas por intercambios en Internet), y la de mates iniciada con Maggy, quien colecciona o nutre gatos de todo tipo: ornamentales y también vivos. La crítica en sus comienzos no lo tomó muy en serio, pero su público lo amaba. En el archivo de Graciela Carnevale hay un recorte de prensa sin firma de la revista Análisis, fechado el 14 de agosto de 1967, donde se dice que "representa el preciosismo dulce de los pintores populares", agregando este dato: "es, entre los jóvenes, el que más vende...".
La colección del Museo Municipal Juan B. Castagnino (Rosario) posee cuatro obras suyas. "Concierto nocturno" obtuvo en 1980 el Premio Adquisición en el XLVI Salón de Rosario; "Concierto a la luna" (1981) ganó en 1983 el Primer Premio Adquisición en la Sección Pintura del XVII Salón Anual de Artistas Plásticos Rosarinos. "Paisaje americano" (1981) y "Junto a las vías" (1983) integraron la donación en 2004 del acervo artístico del antiguo Banco Provincial de Santa Fe. Recibió el primer premio en el II Salón de Arte Moderno de la la Asociación Amigos del Arte, Rosario, 1956; el premio Gobierno de la Provincia de Santa Fe en el IV Salón del Litoral, Paraná, 1960; el Primer Premio en el IX Salón de Arte Moderno de Amigos del Arte, Rosario, 1963; la Medalla de Oro en el XLIII Salón Anual de Bellas Artes de Santa Fe, 1966 y el Segundo Premio en el XLVI Salón Nacional de Rosario, 1967. Integró el Grupo Taller entre 1964 y 1966 con María Reyes Armestoy, Lía Martha Baumann, Osvaldo Boglione, Mele Bruniard, Marta Gaspar, José María Lavarello, Rubén Naranjo, Jaime Rippa y Eduardo Serón.