En diferentes esferas del Gobierno Nacional hay un enojo con el sector empresario que va in crescendo y se sustenta en dos hechos recientes, puntuales pero muy centrales para la economía: un lobby fuerte de algunos dirigentes de la Unión Industrial por dólares para importar, justo cuando el tema está delicado en pleno acuerdo con el Fondo Monetario (FMI); y una situación de remarcación de precios de los alimentos que se verá reflejada en un indicador de inflación de enero muy elevado

REPRO, ATP y tarifas congeladas

“Los ayudamos en la pandemia, fue casi un salvataje, con REPRO, ATP para los sueldos, moratorias, les sostuvimos las tarifas congeladas y se invirtió mucho para una buena temporada de verano, pero parece que no alcanza”, se quejó ante PáginaI12 un funcionario con despacho en la Casa Rosada. 

En el Gobierno creen que, cuando el en medio de la definición de una deuda que apremia e impone desafíos fuertes a futuro, y luego de varios meses en los que los ceos recuperaron ganancias perdidas en la era Macri, el sector privado está pagando con presiones al dólar, inestabilidad y pocos códigos.

La interna de la UIA

Hay algunos dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) que, aferrados al modelo de crecimiento luego de años de caminar por el desierto, tienen la misma lectura y planean ponerla sobre la mesa este martes, en una especie de exposición pública de las contradicciones entre pares. En esa reunión de Junta de los martes, el invitado será el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que logró potenciar una cartera con cifras de crecimiento a tasas chinas. “Acá hay mucho pícaro”, bromeó un dirigente industrial bonaerense, que conoce el tenor de la interna. 

Es que de la sede de Avenida de Mayo de la UIA salió la campaña “no hay dólares para producir”. En el Gobierno observan esa movida como una operación, dado que la entidad nunca fue corporativamente a charlar ni con Producción ni con el Banco Central (BCRA). Sino que simplemente soltó la granada como medio de presión. Lo que los ceos reclaman como un asunto generalizado –la falta de una segunda tanda de dólares para producir- es en realidad un problema de no más de 25 empresas. Naturalmente, las reservas de la entidad que conduce Miguel Pesce tienen un parche en un bote con varias pinchaduras, por pagos al FMI y contención de la brecha cambiaria, pero molestó que el tema no se haya conversado y se haya operado en los medios.

AMCHAM

En paralelo a la UIA, AMCHAM -Cámara que reúne a las empresas estadounidenses- se reunió ayer con el flamante embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley. El titular de la entidad, Alejandro Díaz, calcó el discurso de la UIA y fue un paso más allá: reclamó la liberalización de los controles comerciales ante el enviado de Joe Biden. Uno de los empresarios que acompañó a Díaz, con contactos en la economía real, se quejó en conversaciones de Whatsapp posteriores sobre el exceso en la crítica a la marcha de la economía: "Hace dos años estábamos muertos, hoy hay inversiones potenciales, muchas atadas a la resolución final de la deuda con el FMI"

La alimentación y la inflación

La situación va a una especie de revival de la pelea del año pasado entre el Gobierno y la entidad que comanda Daniel Funes de Rioja. Porque hay además otro dato fuerte que tiene a los industriales como eje: este martes, el INDEC dará a conocer la inflación de enero, con un indicador que se espera cercano al 4 por ciento. Con ese dato, y si se mira la evolución de los precios en la primera parte de febrero, se avizora un primer trimestre del 2022 con una proyección de al menos de 10 puntos de inflación. Un problema serio para el crecimiento, los salarios y el acuerdo con el organismo que comanda Kristalina Georgieva.

Funes, en paralelo a la presidencia de UIA, encabeza la Coordinadora de Productores de Alimentos (COPAL), que es la hoy apuntada por el Gobierno como la responsable de remarcaciones “anti naturales”. Además, claro, de acusarlos de no colaborar con estabilidad en las góndolas, cuando se juega el acuerdo por la deuda y el sendero de crecimiento futuro que es lo que sostiene las ganancias de los 14 sectores fabriles.

El Gobierno tiene, en el marco del acuerdo con el FMI, una pauta inflacionaria no escrita que es el corazón de una recuperación sostenida. Por eso, aunque no son nuevas las remarcaciones, en esta ocasión evidencian un problema mayor, porque dan la pauta que el empresariado no está enfocado en lo complejo del escenario. Aún cuando los acuerdos de precios fueron avalados por el propio organismo internacional. "La contemporización no rindió", se quejan algunos en el Gobierno, en una especie de giro en la relación con los sectores del poder económico que tensan la cuerda. 

Seguí leyendo