El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, consideró que el audio en que Gabriela Michetti le pide a Laura Alonso que desvincule de una investigación judicial a un "amigo" suyo evidencia un claro caso de “tráfico de influencia”, propio de los que ocurrieron durante el gobierno de Juntos por el Cambio, encabezado por Mauricio Macri.
“Es un bochorno”, expresó el titular de la cartera de seguridad, que se convirtió en el primer funcionario del gobierno nacional en referirse públicamente al hecho.
El caso fue revelado ayer tras el hallazgo de un mensaje de audio que data de 2017 en el que la ex vicepresidenta le pidió a la entonces titular de la Oficina Anticorrupción (OA) que desvincule de una investigación de ese organismo a Guillermo Pino, un agente de prensa que trabajaba para ella.
“Laura, necesito que te juntes con un amigo mío, que está trabajando conmigo además. Es una persona de confianza. Lo conozco hace mucho. Es realmente una súper buena persona y lo embocaste en una denuncia, que encima Clarín lo nombró”, recriminó Michetti a Alonso.
Luego le exigió: “Necesitamos que te juntes con él porque la verdad es que no tiene una mierda que ver” con el hecho denunciado. Y en una acción que la compromete severamente con un posible apriete, remató: “Te pido que me avises a ver si lo podés ver mañana sábado un rato, en un cafecito, o el lunes, pero lo más rápido posible” para resolver el contrapunto.
“Se ve que el apuro (por salvar a su amigo) era bastante importante”, cuestionó Aníbal Fernández en declaraciones a Radio 10.
El apriete a Cimadevilla
Durante la entrevista, el ministro no solo calificó al audio como un caso de “tráfico de influencia” sino que recordó que “no es la primera vez” que Michetti intentó hacer valer su autoridad de gobierno por sobre la responsabilidad institucional de otro funcionario.
Fernández citó como ejemplo la vez que, también a través de un mensaje de audio, Michetti conminó al ex integrante de la Unidad Especial de Investigación (UEI) AMIA, el radical Mario Cimadevilla, a desistir de la presión que ese organismo mantenía sobre los fiscales Eamon Müllen y José Barbaccia, en la causa por encubrimiento del atentado.
“Cimadevilla es un cuadro del radicalismo y un hombre íntegro como para que lo llame una señora que no tiene la mínima idea de cuándo es nunca y lo apriete para que tenga que actuar en defensa de Müllen y Barbaccia porque eran amigos de ellos. Un bochorno”, concluyó el ministro.