En la última semana, el mercado de internacional de granos de Chicago reportó un valor de 600 dólares para la tonelada para la soja y casi 300 dólares para su equivalente en trigo, dos niveles que ponen a esos cultivos en precios históricos. En ese mismo período de tiempo y aún ante la posibilidad de ingresos altos en divisas, los productores de Argentina -que le venden a los exportadores y a la molinería-, redujeron sus envíos en un 50 por ciento, lo que sacude los negocios externos del país y puede alterar precios internos de productos elaborados en base a harina. Según contaron a Página I12 productores agropecuarios que vienen siguiendo el mercado, hay varias razones, como la crisis global y las tensiones en Ucrania, pero sobre todo apuntan a una especulación que tiene como eje una presión por una devaluación.
"Los niveles de venta caen de forma dramática", describió un hombre del sector ante este diario. Los números de enero ya mostraban cierta tendencia, que se intensificó en las últimas semanas. Ya el año pasado había algunas señales: en el caso de la soja, en 2020/2021 se vendieron 8,1 millones de toneladas, y en la 21/22 ese número bajó a 6,7 millones. Y en el caso del maíz, el asunto quedó así: en la 20/21 15,8 millones de toneladas, contra 14,8 de la campaña 21/22. Eso refleja cómo iniciaba la especulación cuando el precio internacional empezaba a estar en un alza muy marcada.
Esta retención a la espera de una devaluación, es un problema para el Gobierno Nacional y para el propio sector privado. En el caso de la molinería, se están arreglando con las existencias que tienen para sostener la provisión de un insumo básico. "Hay muy poca oferta, estamos buscando dónde comprar", contó un dueño de un pequeño molino del interior bonaerense. En la región de la provincia de Buenos Aires es donde se concentran los mayores problemas de venta, mientras que en el interior la situación está más holgada.
"El trigo son dólares, el que no tiene obligaciones inmediatas, atesora trigo", detalló otro hombre del sector. Al día de hoy, en números, los volúmenes de salida del trigo de los campos hacia los molinos y la exportación están un poco por debajo del año pasado, que ya había sido difícil. Este tipo de especulación con los granos no es nueva: la guarda de cultivos en silobolsas es una característica de los períodos en los que el agro huele volatilidad cambiaria. Lo llamativo en esta ocasión, apuntan en el sector, es que el negocio de vender ahora es más conveniente que el de esperar, dado que el Gobierno Nacional ya dio la señal de que no tiene en carpeta una devaluación del peso, más allá del proceso de achicamiento de la brecha entre el dólar oficial, el paralelo y los dólares financieros.
Por el lado del Gobierno, hay una doble preocupación ante este contexto: la primera, que se altere el volúmen de ingreso de divisas por liquidación de exportaciones en lo que queda de febrero y marzo, que es cuando más precisan dólares las reservas del Banco Central. El segundo punto, que el faltante de trigo no empiece a pegar en los precios internos de algunos productos básicos, no sólo del pan en panaderías. Según adelantó este diario la semana pasada, se espera para este año un ingresos de más de 35 mil millones de dólares por la cosecha que se vende al exterior. De ese total, entre febrero y marzo, entrarían más de 5000 millones, que serían factor clave para la estabilización de las arcas oficiales.
Ese volúmen, en año pasado, se esfumó cubriendo dinero que se utilizó para pagar intereres de la deuda con el FMI que contrajo el gobierno de Mauricio Macri. Pero incluso en este 2022 que tuvo sequía en el inicio, el flujo de divisas será de mayor utilidad una vez que se cierre el acuerdo con el organismo internacional. "Esperamos que los flujos de venta se regulen", ansían los que viven directa o indirectamente del producido de lo que el campo primario cosecha.