Es una de las pioneras del punk argentino y de la organización de movidas contraculturales que incluyen ferias de libros, fanzines y festivales --donde se vociferaba contra el aborto clandestino y la violencia patriarcal en la pos dictadura y las feministas, lejos del glitter, usaban tachas y vestían de negro. Archivista aficionada, rescatista incansable de la cultura subterránea que se rebela contra toda autoridad, Pat Pietrafesa, la ahora -y desde hace 15 años- bajista de las Kumbia Queers, se incomoda cuando recibe cumplidos sobre su trabajo y activismo. Es que esta habitante de los bordes y el inconformismo nunca abandona el bajo perfil. Para ella los caminos son siempre colectivos.
Cada vez que Pat habla de los lugares por los que pasó y creó lo hace en plural y su relato se llena de nombres con una premisa absoluta: la autogestión. Vegetariana, amante de lxs gatitxs, harta de la ciudad y recién mudada a sierras cordobesas, comenzó a estudiar archivística. Pasó por infinidad de proyectos, en 2014 dirigió junto a Tomás Makaji los documentales Desacato a la autoridad I y II'. Relatos de punks en Argentina 1983-1988, donde: “Intentamos contar una historia a través de voces de personas involucradas en la escena punk de los 80, al tiempo de hacerlo comenzamos a auto criticar lo que produjimos. Cosa que me parece esencial. Cada tanto nos invitan a proyectarlo y aprovechamos esas oportunidades para debatir sobre los contenidos y quienes nos relatan las historias. Ese punto de vista crítico con el que tratar los contenidos de todo”, asegura casi como una premisa que aplica en todos sus trabajos, un cuestionamiento constante.
Hoy tiene su propia editorial de libros y fanzines Alcohol y Fotocopias, que rescata piezas históricas de la contracultura, el punk y el rock y de donde nacieron libros como Ninguna Línea Recta de Nicolas Cuello y Lucas Disalvo (Edit.: Alcohol y Fotocopias - tren en movimiento) una bestial investigación sobre los movimientos punks post dictadura y su combinación con las desviadas contraculturas sexuales.
Los tíxs de Pat, Felipe Guerra y Herminia Zapata, fueron secuestradxs y asesinadxs en julio de 1977, durante la última dictadura cívico-eclesiástico-militar, “fue en Santos Lugares aunque aparecieron en las noticias como muertos en un enfrentamiento callejero en Paraná”, recuerda y agrega que en 2019 el Equipo de Antropología Forense tuvo acceso a un cajón donde aun investigan la presencia de restos de su tío. Pat está viviendo un momento clave en la búsqueda de memoria, verdad y justicia, en esta semana le realizaron una extracción de sangre para aproximar la definición de la identidad de su tío. “¡Felipe y Herminia, presentes!”, lxs nombra para una memoria siempre viva.
El miedo entró en la familia y marcó su cotidianidad con restricciones a determinadas salidas, un temor que incluso sufrió antes del golpe de Estado. Esa situación sumada a la personalidad tímida de Pat fue un combo que le dificultó expresarse en cualquier espacio. Pero el punk marcó también su vida y la salvó de la depresión, fue el punto de fuga que encontró para escaparle a todo un sistema que le generaba dolor.
“Cuando empecé a notar que el mundo no me gustaba, no conocía herramientas o pensamientos para oponerme a eso que me resultaba horrible. En ese conflicto descubrí la palabra punk en las noticias y empecé a rastrearla leyendo lo que significaba en una revista que salía por ese entonces que se llamaba Expreso Imaginario. Supe que proponía oponerse a todo lo que sucedía y que cualquiera podía hacer lo que quisiera sin tener un título que te habilitara. Para mí eso fue una revelación, que alguien me dijera que pudiera hacer algo, ahora suena muy estúpido, pero en ese momento no habia internet y me sentía la persona más sola del mundo. Fui agarrándome de esa idea y de a poco conocí grupos y personas que buscaban lo mismo”, cuenta del otro lado de la pantalla en comunicación virtual con Las12.
En 1983 Pat tenía 16 años y encontró en la música una vía de expresión. De familia de bajos recursos, le costó mucho conseguir su primera guitarra, apenas lo logró, aprendió algunas notas cuando conoció a unos pibes de Caseros que tenían una banda llamada Los Inservibles. A Pat le fascinó el nombre y con ellos tocó sus primeras quintas que ni llegaban a ser acordes, fiel al estilo punk.
Empezó a componer canciones y conoció el mundo del fanzine que compartía los principios del punk: La filosofía del “Hazlo tu mismx” sin esperar nada, ni conocimientos ni experiencias: “Esos principios fueron los que me dieron el empuje, no me lo dio ni el colegio, ni en mi casa, ni la Universidad. Antes de escuchar punk lo primero que vi fueron fotos de los Ramones, Paty Smith, The Clash, que se mostraban de una forma negativa hacia un sistema que me parecía que estaba todo mal. Porque solamente había lugar para determinadas personas, las que hicieran las cosas de una manera obediente y sostuvieran esa estructura dominante, mientras había millones de personas afuera por distintos motivos. Creo que el punk fue lo que me sacó adelante porque fue una idea popular para personas que no tenían los medios para acceder a herramientas para oponerse en plena posdictadura. Un montón de gente había utilizado las herramientas políticas para oponerse y habían sido aniquilades durante la dictadura. Esta herramienta que fue el punk, como también lo fue el heavy y el dark, ponía en tus manos formas de oponerse si no querías meterte en un partido político, por ejemplo. Para mi el Punk era lo mejor que había en ese momento, era mostrar todo lo que te parecía horrible del mundo, cargarlo en tu vestimenta, en tu forma de manifestarte contra la gente. Era una escupida total de bronca, un descargo y sentías todo el rechazo de la gente. Me hizo muy bien poder descargarme de esa forma.”
Pat pasó por varios grupos y en 1995 formó la mítica banda de punk llamada She-Devils junto a Pila Zombie Arrese en guitarra y coros, Pat en voz y bajo y Lucio Adamo en batería, quien luego fue reemplazado por Inés Laurencena. El libro “Ninguna Línea Recta” de Nicolas Cuello y Lucas Disalvo cuenta que el nombre de la banda fue tomado de la película She-Devils on Wheels (1968) de Herschell Gordon, que trata sobre una pandilla de mujeres motociclistas llamada “Maneaters” (Devorahombres) que transitan ciudades cobrando venganza contra toda manifestación de poder patriarcal.
La banda proponía salirse de las normas y los mandatos establecidos. En 1997 comenzaron a organizar festivales que llamaron Belladona para juntar esa energía rebelde, contestataria y contracultural que no tenía espacio en otros lugares y principalmente generar un espacio autogestivo para romper con la misoginia y el sexismo no sólo en la música sino en todas las formas de expresión. Había las más diversas actividades: tarot, bandas, ferias, muestras, lecturas, bailes, charlas, talleres, visuales. Los festivales continuaron durante los años dos mil por donde pasaron artistas y bandas hoy consagradas como Paula Maffía y Mujercitas Terror.
“Les llamábamos festivales para “mujeres de todo tipo”, en ese momento había pocas bandas integradas sólo por mujeres, pero en algunos festivales lo hemos logrado y en otros había varones también. Hemos experimentado de todo, a veces venían varones que nos decían solo vamos a tocar canciones compuestas por mujeres, llegaban propuestas de ese estilo que nos parecían válidas y las incluíamos. Varios de esos festivales los abrió María Belén Correa, siempre estaban las compañeras travestis que en ese momento era ATA (Asociación de Travestis Argentinas). Había mucha cercanía entre el punk, el hardcore punk y las compañeras de ATA”, recuerda Pat.
Un disco que lo cambió todo
She Devils junto a Carlos “Nekro” Rodriguez, cantante de Fun People, fueron las primeras bandas en levantar las banderas de la legalización del aborto cuando era casi un tema prohibido. En 1997, Carlos y su compañera de ese momento le propusieron a las Devils lanzar un disco titulado: “El aborto legal asesina mi libertad”. Cuello y Disalvo relatan en su libro: “Pat estaba inspirada por aquella iniciativa de CRASS (banda punk inglesa) de sacar un álbum a partir de la necesidad imperiosa de hablar de un tema específico, al punto de llegar a planificar con She-Devils la edición de discos con contenido informativo sobre distintos temas vinculados a las libertades individuales: el consumo de sustancias ilegales, la elección sexual y la autonomía corporal, entre otros temas afines. En ese sentido, ella y Nekro de Fun People tomarían esa referencia en común como un modelo impulsor en el proceso de trabajo compartido que emprenderían para la realización del vinilo El Aborto Ilegal Asesina Mi Libertad, un disco que se pensó con voluntad de recursero, para difundir información y amplificar el debate por la libre elección dentro de escenas en las que el tema estaba saturado de silencio o de polémica.”
La portada de ese álbum fue la imagen de una bandera que decía en letras grandes, junto a la foto del genocida Videla, “Si su mamá hubiera abortado éste (y otros) nos hubiéramos ahorrado”, y que se enmarcaba en la consigna “No al indulto, sí al aborto.” Pat recuerda: “La presentación en Cemento fue muy caótica, había más de 2000 personas y llegó mucha gente que estaba en contra del aborto. Se armó un lío terrible y estuvo buenísimo, fue un escándalo, se discutió sobre el escenario y en el backstage. Fue lo mejor que pudo haber pasado y de ahí en más se instaló como tema y eso fue más importante de lo que pensamos. La mayor cantidad de personas que se movían en los 90 en el hardcore punk quedaron totalmente asombradas con el nombre del disco. Muchas personas que sigo encontrando y que ahora son activistas me cuentan que la primera vez que vieron la palabra aborto fue ahí. No sólo hacíamos música, el disco venía con información para abortar, la tapa del disco estaba diseñada para que se pudiera forocopiar y pegar en las paredes, la intención no era solamente que escucharas la música, sino que la gente lea qué significaba hacer un aborto, que tenía que ser legal o despenalizado.”
Durante un tiempo Carlos compartió casa junto a Pat y Pila en la esquina de Godoy Cruz y Cabrera, en Palermo, una zona muy transitada por travestis que ejercían el trabajo sexual. Una noche de verano de 1998 surgió la oportunidad de organizar un recital travesti punk con ATA (Asociación de Travestis Argentinas) en un local de La Boca. “María Belén Correa realizaría una de las primeras versiones de su famosa performance “No llores por mí, Argentina” en la que entona dramáticamente dicha canción vestida de Evita Perón; mientras que Lohana Berkins se pasaría toda una tarde cocinando cientos de empanadas salteñas para una fecha en la que, según cuentan sus organizador*s, literalmente “no fue nadie”, relatan Cuello y Disalvo en su libro. Afortunadamente hay fotos que inmortalizaron ese momento, en una de esas tomas hecha por Carola Fontán se puede ver a Lohana arriba de un skate agarrada de los brazos de Carlos que está enseñándole a patinar.
¿Cómo era la escena punk en los 80?
Mi primera banda se llamó Sentimiento Incontrolable, con la cual trataba de juntar el anarquismo, ciertas ideas del punk y de la autogestión --de la que solo conocía la palabra porque no existía nada de eso en Argentina. Armé una cooperativa con otras bandas punks a mitad de los 80. En ese momento había también bandas skinhead que eran diametralmente opuestas a nosotres y a los que me he enfrentado ideológica y físicamente. En la misma escena alternativa, subterránea, había de todo heavys, dark, skins, skaters. Los 80 fueron momentos bastante violentos, entre la persecución policial, las peleas callejeras, estaba todo bastante convulsionado. Cada pequeño lugar que ocupaba me costó mucho físicamente. En la pequeña escena que había, muchas personas trataban justamente de cambiar. De alguna manera, estábamos absolutamente en contra del rock conservador y de cómo se movían las escenas en esos aspectos.
¿Siempre se trataba de bandas de música?
En Buenos Aires el punk estaba muy cercano a las escenas alternativas teatrales. El Parakultural, Cemento, todo era un bajo mundo que estaba empujando y mostrando que había muchas más problematizaciones que se daban subterráneamente, un movimiento fascinante donde, por ejemplo, conocí a Ruth Mary Kelly, la primera trabajadora sexual que quiso hacer una agrupación de trabajadoras. Éramos pocos ejemplares de cada escena y nos juntábamos para luchar contra la policía y otras demandas, era un momento bastante interesante ese caos subterráneo, lleno de de maricas, putas, drogadictes, travestis, íbamos todes en la noche tambaleando o pidiendo cosas raras. Años después cuando Fun People generó la movida de llamar a los recitales hardcore gay antifascista, puso un título que cambió mucho la perspectiva de lo que sucedía en un recital de los 80. Había varones que ya no iban porque decían ‘no pienso ir a un recital de esos, qué asco’ y fue como un colador, fue una gran idea.
¿En qué está She Devils ahora?
En 2019 volvimos a tocar con Pilar y fue hermoso hacer recitales ante diversos públicos y tener distintos tipos de recepciones. Con Pilar, en los años 2000, que fueron más violentos que los 80, hemos sufrido mucho, nos han pegado en escena, despertábamos mucha bronca en determinados varones y nos agredían por ser como éramos y por lo que hacíamos. Tocamos en todo tipo de recitales y recibimos muchas manifestaciones violentas, a veces queríamos abandonarlo todo, pero luego seguíamos. Vernos tocando en el festival GRL PWR (Girl Power) o en el Encontrolazo de La Plata en 2019, lleno de la gente con la que tanto ansiábamos compartir un recital, fue de las mejores cosas que nos pasaron t estábamos super felices. Siempre tenemos la fantasía de volver hacer festivales con bandas de punk rock más distorsionadas, nos gusta, lo necesitamos y en un par de meses lo vamos a volver a hacer.
¿Cómo pasaste del punk a la cumbia y cómo surgió Kumbia Queers?
Kumbia Queers fue idea de Ali Gua Gua, una chica mexicana que conocimos cuando tenía una banda que se llamaba Las Ultrasónicas y nos encantaba. Ali estaba en un viaje por Latinoamérica y en 2006 cuando estábamos haciendo el Festival Belladona llegó a Buenos Aires y la invitamos a participar. Ese mismo año también conocimos a Juana Chang que también tocó en el festival y entre todas nos flechamos, nos enamoramos de alguna manera. Creo que para tener una banda en algún momento te tenés que enamorar de las personas con las que compartis eso, y del proyecto, si no no funciona. Todas funcionamos como una atracción, nos juntamos y Ali dijo ‘vamos a hacer una banda de cumbia’ y nosotras dijimos ¡Ni ahí! odiabamos lo que conocíamos de la cumbia en ese momento por las letras misóginas pero estábamos tan emocionadas con el conocimiento de otras personas que nos encantaban, que podría haber sido folclore, tango, lo que hubiera pintado. El tema era hacer algo juntas y así empezamos y parece que fue fuerte esa atracción porque ya hace 15 años que estamos.
¿Y cómo fue esa primera experiencia?
Fue fascinante, el primer cambio para mí fue ver que la gente se reía, bailaba y que yo también podía manifestarme de otra manera, yo que siempre me había manejado con una energía más negativa o seria, Kumbia Queers me ayudó a ver otra parte de mi misma y nos dimos cuenta que manejamos buena energía y que la gente también la recibía. Me siento super afortunada y feliz de ser parte de Kumbia Queers, una banda donde no solamente se trata de tocar sino de poner en práctica modos que requieren atención, amor y desplazamiento de tu parecer individual por fuerza colectiva. Para eso charlamos, discutimos y nos escuchamos. Seguimos tocando, mutando y practicando técnicas, tácticas, músicas nuevas, estrenando canciones y moviéndonos para tocar en distintos territorios.
Pasión de archivo
¿De qué se trata Alcohol & Fotocopias?
Alcohol & Fotocopias empezó con la publicación de libros que tienen que ver con toda esta contracultura de la que venimos hablando y con mi interés por la historia como valor de rescate para mostrar que las cosas no se generan espontáneamente sino que, a veces, son el resultado de muchas voluntades que vienen luchando y generando cosas antes que une. Me interesó siempre como medio la prensa ultra alternativa, los fanzines o cualquier publicación informal que tenga un espíritu de crónica, una frescura y atrevimiento que no tienen los medios más establecidos. Ahí ya tenía un foco y empecé con el compilado del fanzine Resistencia. Registro impreso de la cultura punk rock subterránea. Buenos Aires 1984-2002. Mi objetivo siempre fue publicar compilados de publicaciones, flyers, manifiestos. Sacamos varios libros de compilados, luego pudimos participar aportando un poco de contexto histórico al libro “Ninguna línea recta” de Nicolas Cuello y Lucas Disalvo. Es un trabajo que pone en perspectiva histórica y con mucho contexto nuestra propia historia.
¿Tenés agenda de publicaciones para este año?
Ahora estoy trabajando en un volumen parecido a Resistencia.., pero con otras publicaciones de los 80 que están extinguiéndose materialmente debido a la precariedad. Me parece muy importante que los grupos, las comunidades puedan ser capaces de contar su propia historia sin esperar que otras personas cuenten por ellxs. Tener el poder de contar la historia propia da fuerza para existir, como por ejemplo lo hizo el Archivo de la Memoria Trans. Con Alcohol & Fotocopias estamos trabajando en "Orígenes del fanzine punk en Argentina" y más exploraciones archivísticas subterráneas. Estamos en Los Hornillos, Traslasierras y como siempre me muevo por todos los lugares donde pueda llegar, hacemos envíos por correo a todo el país. Lo más interesante este año va a ser la Feria del Libro Punk & Derivadxs en formato presencial y virtual, gratuita, multitudinaria y loca donde resistimos en un espacio super autónomo.
¿Por qué es vital la crítica y el inconformismo constante en cada uno de tus trabajos?
Soy aficionada archivera que siempre guardé huellas de intentos de críticas y movidas cuestionadoras al sistema contra el que pataleamos. Flyers, grabaciones, publicaciones como tesoros, pruebas que somos parte de una línea crítica que atraviesa la historia, que protesta, que busca salidas o alternativas pero eso no es nada sin la crítica a los espacios que habitamos, en las actividades que desarrollamos, en lo que consumimos, en lo que somos como personas o intentamos ser. Y esas vías parecen asimilarse cada vez más rápido a la maquinaria contra la que supuestamente protestamos, y a veces siento que no se sabe si ganamos algo o perdimos lo más valioso. Termino refugiándome en el inconformismo y por eso también me fui al campo, porque había una posibilidad de hacerlo y sentía que en Buenos Aires ya no podía hacer nada más que repetir lo poco que se.
¿Y no extrañás la noche?
Siempre viví en antros, callejeando contraculturas y música, ni bien me mudé a las sierras sentí el choque y la incomodidad que me producía este mundo del que no tenía ni idea. Acá la naturaleza manda: esto es real. Te ocupas de resolver cuestiones vitales del día a día, el viento, el frío, que no entre el agua, la sequía, los insectos... Extraño a mis amigues, pero me genera una profunda estabilidad saber que el agua de la bacha va directo a las plantas. No tenes opción o te ocupás o sucumbís, esa inmensa lejanía que tenía del mundo real, esa desconexión total se siente en la ciudad donde todo está diseñado al servicio de la supuesta humanidad con la que hemos arrasado con todo.
¿Cómo te ves dentro de 10 o 15 años?
Estoy cerca de los 60 y quiero activar mi banda de punk rock y seguir con eso porque considero que es una energía que me hace muy bien. Antes de la pandemia habíamos empezado un proyecto alucinante con Nicolás Cuello y Rocío Inmensidades que es el Archivo de Culturas Subterráneas. Me encantaría seguir con eso, hacer recitales, festivales, ferias y jornadas de archivos por diferentes pueblos del país. Dentro de unos años me veo conectando con la naturaleza que en la ciudad no se ve y eso me parece vital. Las personas que más sufren las consecuencias de la crisis ecológica que estamos viviendo son las personas más vulnerables, entonces cómo vamos a hacer para que este momento sea más parejo, para defender lo poco que queda. En ese sentido creo que la mega explosión de los feminismos dejó una enseñanza y un montón de cosas a la vista, pero lo que más mostró es un modo de practicar, activar, juntarse y salir a la calle a reclamar. Todo lo que está sucediendo ahora es ultra potente y lo único que hay que hacer es potenciarlo porque es la única salida.