En la portada de Las primeras. Mujeres que hicieron historia (Planeta) sonríe Carola Lorenzini, heroína de la aviación argentina en la década de 1930. La autora es Gisela Marziotta (Bahía Blanca, 1975), flamante diputada nacional por el Frente de Todos, periodista, escritora y licenciada en Ciencias Políticas, que narra las historias de veintitrés mujeres que, desde distintas clases sociales, trayectorias e ideologías, transformaron sus vidas y la sociedad. De la primera médica a la primera sindicalista, pasando por la ingeniera Elisa Bachofen, la pareja de Norma Castillo y Ramona Arévalo (que comparten perfil), la pedagoga Cecilia Braslavsky, la cineasta Eva Landeck y Edith Pecorelli, la primera presidenta electa en el fútbol local, el libro avanza de mediados del siglo XIX al presente.

“Las investigaciones y la escritura fueron realizadas para este proyecto en particular y son todos textos inéditos –dice Marziotta–. En muchos casos sabía un poco de las mujeres retratadas, en otros casi nada, de modo que con las lecturas, las entrevistas y las investigaciones se me fueron abriendo historias muy interesantes. Hay mujeres de diferentes épocas, a las que les tocó enfrentarse a contextos muy diversos, cada cual en su área específica. La selección debía ser lo más amplia posible para mostrar que el hecho de que fueran las primeras no era algo reduccionista”.

¿Cómo surgió la idea de publicar un libro con estos perfiles?

--En un contexto en el que el feminismo y los temas vinculados al género están en el centro de la escena, surgió el tema de que hubo “primeras” y sigue habiendo primeras. Todavía estamos incursionando en un montón de lugares. Un ejemplo es el de Cascos Blancos, con Marina Cardelli, como otras historias de la actualidad. El proyecto tiene el objetivo de reflejar un poco de dónde venimos y dónde estamos, porque todavía seguimos siendo primeras en un montón de aspectos.

¿En qué sentido las mujeres elegidas fueron las primeras? ¿En correr riesgos, conquistar derechos, cumplir sus sueños?

--El riesgo está en todas las historias. Conquistar derechos no es tanto lo que se ve en el libro, sino conquistar espacios. Lo que lograron es ser las primeras mujeres en el rubro en el que decidieron incursionar, donde antes no había habido mujeres, pero no siempre se conquistaron derechos en el término formal. En la mayoría de los casos se trata más de ocupar, tomar y apoderarse de un espacio que no nos pertenecía. Me refiero a que no necesariamente esa conquista fue acompañada por una legislación. Se trató de abrir un camino. En muchas ocasiones la legislación que acompañó el sendero que abrieron estas mujeres vino mucho después. Y sí, obviamente arriesgaron todo por un sueño: su propia vida, hubo riesgo físico, pero también el riesgo social, familiar, de vínculos y relaciones. Arriesgaron todo por concretar ese deseo que les quemaba en el estómago.

Victoria Ocampo

-Por qué decidiste incluir a una figura polémica y “escondida” por el Partido Justicialista como “Isabelita”, María Estela Martínez de Perón?

--En su caso hay un dato obvio e ineludible: fue la primera vicepresidenta y también la primera presidenta de Argentina. El libro no se trata de posicionarse respecto a lo que pensaban o hacían las distintas mujeres. Por ejemplo, en el caso de Victoria Ocampo está muy marcado su antiperonismo, algo que obviamente no comparto. Pero no se trata de estar en un lugar ideológico o partidario cómodo. Volviendo a Isabel, es interesante explorar el recorrido político que hizo antes de llegar a ser candidata a vicepresidenta. El lugar común, que sabemos que es patriarcal, repite que llegó hasta ahí porque era la esposa de Perón. Ese fue un factor determinante, pero ella antes construyó un recorrido político propio, muy silencioso. Por ejemplo, cuando visitaba la Argentina mientras Perón estaba en Madrid, tenía reuniones, hacía de vínculo, tejía alianzas.

María Estela Martínez de Perón

También se incluye la historia de Mariela Muñoz.

--Fue la primera mujer trans en tener un DNI con su género autopercibido. Es alucinante; su caso explotó en la escena pública en la década de 1990 y de alguna manera puso el debate sobre la mesa. Y que su perfil esté incluido en esta selección es muy importante para el tiempo que estamos atravesando.

- ¿Cómo ves los avances del feminismo en el país y en qué áreas aún son necesarias otras “primeras”?

-Las áreas en las que faltarían más primeras son un montón, faltan conquistar muchísimos lugares. Hay varios ministerios que todavía no pudimos conducir nosotras. También se puede pensar en el sector académico: faltan más mujeres rectoras en universidades. Pero es fundamental sostener, ampliar y profundizar lo que hicieron las primeras. Respecto del feminismo, hay avances enormes en la ampliación de derechos. Muchas leyes se sancionan y son necesarias para que dejen de serlo en algún momento, como los famosos cupos que son tan importantes. Son necesarias hasta que eso se naturalice y que ya no haga falta una ley de cupo para que estemos en las listas para entrar al Congreso o para ocupar cargos en el Poder Ejecutivo. Hoy son leyes necesarias, que se fueron sancionando en el último tiempo. El gobierno de Alberto Fernández creó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, lo cual es una decisión política que apunta a poner en agenda los reclamos de los feminismos que se visibilizan en las marchas del 8 de marzo, de Ni Una Menos, el 25 de noviembre como fecha internacional de lucha contra la violencia por razones de género. Estamos mucho mejor, aunque estamos lejos. No hay un lugar de llegada, sino que se trata de un recorrido que tiene que ver con la deconstrucción individual, la deconstrucción en conjunto y después iremos viendo cómo eso se va transformando y plasmando en una nueva sociedad. No sé qué generación verá concretada esa sociedad, pero creo que vamos hacia un lugar muchísimo mejor.

Mariela Muñoz

-Cómo se concilia tu actividad política con el periodismo?

--El periodismo es una forma de hacer las cosas. Soy diputada nacional y ejerzo ese rol también desde un lugar periodístico porque la manera de encarar los temas y el abordaje que les doy tiene ya una mirada periodística. Son los temas de los que siempre me ocupaba desde el periodismo y ahora me ocupo desde el periodismo y desde mi banca de diputada; presentando proyectos de temáticas que antes abordaba desde una nota periodística y ahora escucho a ese mismo colectivo para ver cómo podemos dar un marco de contención con la legislación. Así que desde ese lugar no es que tengo que buscarle la vuelta a cómo conciliar, sino que naturalmente se da esa articulación. Y después, por otro lado, haciendo este tipo de libros o coordinando las radios del Grupo Octubre también ejerzo mi rol periodístico de forma permanente.

¿Se rompió el “techo de cristal” para las trabajadoras de prensa?

--No pienso que se haya roto el techo de cristal. De hecho, tenemos una ley que se sancionó en el Congreso, la ley de paridad en medios, que es sumamente necesaria para esto que venimos hablando; cuando hablamos de deconstrucción de la sociedad, si no se da esa equidad y paridad desde los medios de comunicación la verdad es que va a ser muy difícil. Porque los medios son los que se meten y están todo el tiempo generando un relato, una conciencia, y si no se da en los medios esa paridad, es muy desigual el discurso que entra a las casas. De hecho, si hoy mirás la tele o escuchas radios, y no es el caso de la 750, la verdad es que hay pocas mujeres al frente de programas políticos, haciendo análisis y editoriales. Es una excepción lo que pasa en Página 12 donde hay dos mujeres que dirigen, pero eso no pasa en general. Estamos necesitando esa ley de paridad en los medios, que no es sólo delante de cámara sino también en el medio en general. Y pienso que hasta que no se resuelva lo que tiene que ver con las tareas de cuidado ese techo de cristal va a ser muy difícil de romper.

Entonces, ¿el periodismo en el país sigue siendo machista?

--No lo reduciría ahí. Me parece que el periodismo es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, todavía tenemos una sociedad que está transitando esa deconstrucción, de la misma manera que nosotras también la estamos transitando. Por lo menos yo me siento en esa etapa de mi vida. Me pasa todo el tiempo educando a mis hijos y pensando qué les digo, qué les muestro, qué ven, qué escuchan: es una tarea constante. Y me parece que en esa instancia está la sociedad y el periodismo no está ajeno a ser un reflejo de ello.

¿Cuál es tu rol en el Grupo Octubre, y qué opinión tenés sobre el hecho de que lxs trabajadorxs de prensa del grupo hayan sido lxs primerxs en capacitarse con la ley Micaela?

--Lo de la capacitación de la ley Micaela fue una idea que se me ocurrió en función de lo que venía trabajando en el Congreso. Habíamos recibido la capacitación en el Congreso Nacional, y pensé que podíamos trasladar esa capacitación a los medios y a lxs trabajadorxs del Grupo Octubre. A partir de que se aceptó mi propuesta, el Ministerio de la Mujeres, Géneros y Diversidad vino a capacitarnos. De esa experiencia surgió el proyecto de ley de la capacitación obligatoria en la ley Micaela para los medios de comunicación, un proyecto que presenté en el Congreso, primero de manera individual y que después unificamos con Ayelén Sposito y con Silvana Ginocchio [del Frente de Todos]. Y con Sposito presentamos un proyecto de capacitación de ley Micaela en agencias de publicidad, porque también construyen sentido y hacen circular ese sentido por la radio, por la tele, por la web.

Las primeras. Mujeres que hicieron historia

Gisela Marziotta

Planeta

256 páginas