Como ocurre en la reciente 30 monedas, la serie de terror religioso de Álex de la Iglesia, en el largometraje Lamb el trabajo de parto de un animal de granja –una vaca en el caso del español, un cordero en el del islandés Valdimar Johannsson– anticipa novedades en la vida de los protagonistas a partir de un hecho prodigioso. O, si se prefiere la expresión, milagroso. Pero en el premiado film de Johansson, que comenzó su carrera internacional nada menos que en el Festival de Cannes, las señales no resultan ominosas, al menos en un primer momento. Mucho menos demoníacas. A pesar de ello, la extrañeza no deja de atravesar los rostros de María e Ingvar, los únicos habitantes de una granja alejada varios kilómetros del pueblo más cercano. La pareja, que debe andar por los cuarenta y algo, no tiene hijos, y los silencios marcan la vida cotidiana, mucho más que las palabras. La vida rural es dura, las faenas agrícolas pesadas e interminables. En ese paraje inhóspito los días nunca le ceden el espacio a la noche, consecuencia de una ubicación geográfica extrema, que impide la caída del sol debajo del horizonte. El cordero recién nacido (de allí el simple título internacional en inglés: Lamb) posee características particularísimas, un poco animales y otro poquito humanas, aunque el espectador deberá esperar una media hora para comenzar a comprender cabalmente todas las significancias de esa descripción. Con una pata apoyada en las leyendas y los cuentos folclóricos y una pierna sumergida en lo fantástico, aún en medio de un realismo extremo, Lamb es la ópera prima de Valdimar Johannsson, un especialista en efectos especiales en largometrajes de gran presupuesto que da el primer paso en su carrera como realizador. Una película extraña, inquietante, plácida, bella y terrible, en partes iguales y sin solución de continuidad. Un relato sobre apenas cuatro personajes, tres de ellos definidamente humanos, en medio de la soledad de la naturaleza, espacio ideal para la explosión de las emociones y la aparición de lo inimaginable. Protagonizada por los islandeses Hilmir Snaer Guonason y Björn Hlynur Haraldsson y la estrella sueca Noomi Rapace –la Lisbeth Salander definitiva de los films originales basados en las novelas de Stieg Larsson–, Lamb desembarca en la plataforma Mubi el próximo viernes 25 de febrero.
Antes de la película, existió un “libro de climas”, recuerda Johannsson en comunicación exclusiva con Radar desde Höfn, ciudad islandesa cercana a los glaciares, donde el director se encuentra trabajando en un proyecto futuro. “Todavía no existía una historia, pero conocía algunos de los elementos con los cuales quería trabajar. El clima que deseaba lograr en la película. Para ello agrupé una gran cantidad de fotos y pinturas, además de hacer mis propios dibujos. Sabía que el relato iba a transcurrir en un granja aislada y que habría una criatura llamada Ada. Pero no fue hasta que conocí al guionista Sjón, gracias a los productores del film, que todo comenzó a tomar forma”. Nacido Sigurjon B. Sigurdsson, Sjón fue el co-libretista de Bailarina en la oscuridad, la película de Lars von Trier, y para Johannsson fue esencial juntarse “una vez por semana, café de por medio, durante mucho tiempo. Hablamos mucho, dándole vueltas a algunos cuentos folclóricos de Islandia para encontrar algo nuevo”. Los enormes espacios abiertos registrados en formato de pantalla ancha tardan unos minutos en hacer aparición. Al comienzo sólo existe la niebla, y el viento azotando la banda sonora. De pronto, el ruido de unas pisadas en la nieve y una respiración profunda, grave, no del todo humana, mientras un puñado de caballos escapa de aquello que podría encarnar en amenaza. Un macho cabrío observa cierta presencia ingresando en el recinto de los animales. Mientras en la radio suena un saludo navideño acompañado de un villancico, algo comienza a gestarse esa noche. Un útero es preñado, poniendo en movimiento todo lo que sobrevendrá. Más allá de la historia, cuyos rasgos generales podría ser descritos en un par de páginas de un libro de cuentos infantiles no aptos para niños, lo más importante es el tono, el estilo, el ritmo. “Todo estaba diseñado de alguna manera desde el guion, aunque por supuesto fuimos descubriendo y cambiando cosas en el rodaje y el montaje. No tanto, pero algunos elementos fueron mutando. Hubo un diálogo muy fluido con el guionista y los productores durante el proceso. Siempre digo que el del cine es un trabajo en equipo, nunca algo individual. Todos sabíamos desde el comienzo que Lamb era una película arriesgada, y que cualquier error podía transformarla en un fracaso creativo. Encontrar la mejor solución para aquello que no funciona siempre es mejor cuando se hace en grupo”.
LA SANGRE DE LAS BESTIAS
Cuando Ingvar y María deciden bautizar con un nombre al animal, llamarla Ada, la pareja también adopta los modos parentales. Ada será, a partir de ese momento, su hija. Los primeros meses traen consigo largas noches en semi vela, biberón en mano para calmar hambres y ansiedades, con la otra madre, la biológica, balando en la iluminada noche debajo de la ventana del dormitorio. Los meses pasan; luego un período más extenso. La pequeña Ada ya puede valerse por sí misma, como ocurre con todos los animales, incluido el ser humano. En ese momento Lamb introduce al cuarto personaje, el hermano de Ingvar, un exmúsico en las malas que suele viajar desde Reikiavik cuando el dinero se ha acabado. Como Sam Neill y Laura Dern en Jurassic Park, la primera reacción de Pétur es de asombro, aunque muy pronto el nuevo integrante de la comunidad termina de incorporar la novedad. La estabilidad lograda por la familia, sin embargo, nunca volverá a un estado de equilibrio total. Desde su estreno mundial en la sección Una cierta mirada de Cannes, donde se llevó un premio por su originalidad, el director viene repitiendo que su película no es una “de terror”, aunque se la haya etiquetado de esa manera, por cuestiones meramente comerciales y también a partir de sus elementos de fantasía. “En el fondo es una historia muy clásica con un único elemento surrealista. Me gusta pensarla como un drama familiar. Definitivamente no lo veo como un film de terror”. Nacido en 1978 en el norte de Islandia, Johannsson trabaja desde hace veinte años en la industria cinematográfica, y se ha desempeñado en los roles más diversos, usualmente en el departamento de efectos especiales, en títulos como La conquista del honor, Rogue One: Una historia de Star Wars, Transformers: La era de la extinción y la reciente La guerra del mañana. Sin duda esa experiencia fue indispensable para llevar a buen puerto los sutiles FX de Lamb, que nunca son ostensibles, más bien todo lo contrario. Casi como un antídoto a la exposición de tanto blockbuster, el islandés realizó su maestría en la prestigiosa escuela del prócer del cine húngaro Béla Tarr, donde estuvo bajo la tutoría de figuras como Gus Van Sant, Carlos Reygadas y Apichatpong Weerasethakul, parte de la crema del cine autoral internacional. “Todos ellos y otros nombres, como el Pedro Costa, son importantísimos para mi visión sobre el cine. Es gente que me abrió y me sigue abriendo los ojos”.
“El espacio donde tiene lugar la historia fue siempre un elemento central de la trama. Queríamos tener la menor cantidad de diálogo posible, ya que el cine es esencialmente un medio visual, y que los ambientes tuvieran una relación íntima con los personajes y las circunstancias que los atraviesan. Recorrimos el país varias veces en busca de locaciones; tenía una clase de granja específica en la mente. Incluso hicimos un boceto en macilla del tipo de construcción que necesitábamos. Finalmente mi hermano y su hija pasaron por cierto lugar y me mandaron una foto. Es una granja que estuvo abandonada durante dos décadas, así que tuvimos que trabajar un poco, repararla y pintarla. El espacio que la rodea también era relevante: la naturaleza es otro personaje de la película. Y como la granja estaba tan aislada de todo nadie nos molestó durante los 35 días de rodaje”.
Varias escenas fueron rodadas pasada la medianoche, con una luz solar opaca pero presente, que le aporta a la película un particular aspecto lumínico y le inyecta a la historia, esencialmente universal, aspectos idiosincráticos, ligados a la imposibilidad física de la nocturnidad como supuesto ámbito ideal para lo misterioso, lo desconocido y lo aterrador. “Lo que ocurre en Islandia cuando es de noche pero hay luz de día, especialmente en lugares donde no hay mucha gente alrededor, es algo un poco aterrador. Se puede ver todo y todos te pueden ver. En lo personal, creo que da más miedo que cuando está oscuro. Además de la luz, en Lamb es importante el silencio humano y los sonidos de la naturaleza. En ese sentido, nos parecía importante tener presente el punto de vista de los animales. Ellos saben cuando algo está a punto de ocurrir, como cuando los pájaros vuelan antes de un terremoto. Creo que a veces comprenden más cosas de las que creemos que comprenden”.
CONTAR Y NO CONTAR
Los humanos callan, sólo hablan cuando es necesario. Para los actores, siempre según Johannsson, es más difícil interpretar papeles en los cuales no pueden apoyarse constantemente en los diálogos. “No se puede falsear eso desde la actuación, hay que estar allí transmitiendo las emociones con el cuerpo, con el rostro”. Algo de eso dijo en el set Noomi Rapace, la actriz de la saga Millenium, los films de Ridley Scott Prometeo y Alien: Covenant y la serie francoitaliana próxima a rodarse Django, relectura del film homónimo de 1966. “Me siento muy privilegiado, porque tuve el reparto soñado. Tanto Guonason como Haraldsson y Rapace fueron las primeras opciones. En el caso de Noomi, sigue resultándome increíble que haya aceptado tan rápidamente. Leyó el guion y acepto de inmediato. Más allá de su talento, ella era ideal por cuestiones de idioma, ya que vivió varios años en Islandia, creo que a partir de los ocho años, así que habla islandés a la perfección. Y casi no tuvimos ensayos, ya que todos estaban con proyectos paralelos y llegaron al set un día antes del comienzo de la filmación”. Cerca del final de la conversación surge la cuestión de los spoilers: ¿qué contar y qué no contar sobre Lamb en un artículo periodístico? Estas líneas intentaron honrar el deseo de Johannsson, quien, sin embargo, no puede dejar de reflexionar y afirmar que “si bien, en mi opinión, el espectador ideal es aquel que no conoce absolutamente nada de la película antes de verla, se trata de algo imposible. No soy muy bueno en los aspectos comerciales del cine y creo que no podría vender Lamb y hacer que el público se acerque. No me gustan los tráilers, por ejemplo, pero son algo necesario, inevitable. De otra forma, nadie iría al cine”.