El preacuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional se aleja de la ortodoxia no tanto porque el organismo de crédito haya cambiado, sino por lo particular del préstamo otorgado al gobierno de  Mauricio Macri. Por eso el plano técnico y, fundamentalmente, el político tuvo mucha relevancia en la renegociación de esa deuda.

El factor excepcional del entendimiento quedó plasmado en un elogio de uno de los críticos del Fondo: Joseph Stiglitz. "El FMI no insistió, como suele hacer, en la austeridad. En cambio, el acuerdo brinda a la Argentina espacio para continuar con su recuperación económica", afirmó en un artículo que publicó en la revista Foreign Policy. "Le da la esperanza (a otras naciones deudoras) de poder recurrir al FMI sin que imponga una austeridad perjudicial y otras condiciones contraproducentes", opinó.

El acuerdo contiene varios puntos que poco sorprenden, especialmente en la meta de déficit cero en 2025. Tras ese objetivo, el Banco Central, según dijo el ministro Martín Guzmán, deberá tender a reducir la emisión monetaria para lograr el financiamiento cero del Tesoro en 2024, mientras que se deberá disminuir el gasto con la quita de subsidios a la energía.

"Hay algo que no cambia. El ancla del acuerdo continúa siendo la parte fiscal", describó Pedro Martínez Gerber, de la consultora PxQ. El FMI realizará revisiones trimestrales para determinar si continúa girando los fondos con los que Argentina deberá cancelar los vencimientos fijados en el préstamo original a Macri.

Acuerdo 2.0

El principal aspecto del acuerdo es, como dijo Guzmán, que el Fondo no exigió en esta ocasión ni una reforma laboral ni un ajuste previsional.

"Lo que sería novedoso es que un programa de facilidades extendidas (EFF) no incluya compromisos de reformas estructurales. Los EFF son para países que buscan financiamiento 'largo' para introducir reformas que permitan aumentar la competitividad de la economía", explicó a Cash Héctor Torres, exrepresentante de Argentina ante el organismo en 2004-2008 y 2016-2017. 

En el plano fiscal también las condiciones son flexibles respecto a la ortodoxia habitual del FMI. Fuentes oficiales consultadas por Cash hicieron hincapié en que la reducción del déficit primario exigido en el primer año del acuerdo es de sólo el 0,5 por ciento para llegar a 2,5 por ciento del PIB), el menor para los acuerdos que el país firmó con el Fondo desde 1983.

"En los primeros cuatro años, la meta del preacuerdo implica una mejora (en el déficit) de 0,8 por ciento del PIB promedio por año, mientras que en los últimos nueve EFF firmados por el FMI la reducción promedio fue de 1,5 puntos porcentuales por año", precisó Martínez Gerber. El objetivo del programa es pagar la deuda con crecimiento, postula el Gobierno.

El FMI también se salió de la ortodoxia en relación a la inflación, al reconocer que se la deberá enfrentar con un "enfoque múltiple", o sea no sólo con una visión monetarista. Se trata de una orientación distinta a la de emisión cero definida por el Banco Central de Guido Sandleris en el gobierno de Macri. Esta vez habrá reducción de la emisión pero de manera progresiva. Como contraparte, los acuerdos de precios, reducidos a su mínimo en la gestión Cambiemos, jugarán ahora un papel importante.

Martínez Gerber definió tres diferencias respecto a las condiciones del préstamo a Macri: "En el acuerdo de 2018, el objetivo fue que el programa de déficit cero y emisión cero con libre flotación del tipo de cambio y sin controles de la cuenta capital estabilice la economía. El nuevo acuerdo propone gradualismo fiscal y monetario, administración del tipo de cambio y control de la cuenta capital". 

La promesa de Guzmán es que no habrá que implementar saltos devaluatorios. De todos modos, aunque los lineamientos generales del programa puedan ser más flexibles, los objetivos finales pueden llevar finalmente a las políticas tradicionales que Guzmán quiere evitar. "Las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas implicarán necesariamente compromisos en materia de política cambiaria", indicó Torres.

Todo acuerdo es político 

Estas condiciones flexibles no tienen que ver con que el staff del Fondo se haya vuelto poco ortodoxo. En realidad, se relaciona a la habilidad de los negociadores argentinos y, sobre todo, a las condiciones excepcionales del acuerdo de 2018, que posibilitaron la entrada en juego de ciertas claves políticas.

El préstamo otorgado a Macri, por 57.000 millones de dólares, fue inhabitual y expresó la presión política de Donald Trump en apoyo a la reelección de Macri. Fue el mayor de la historia del FMI a un solo país y llegó a representar el 61 por ciento de las acreencias del organismo. Representa más del 1200 por ciento de la cuota de Argentina que es de 0,67 por ciento, equivalente a unos 4300 millones de dólares.

El fracaso del Stand By Agreement fue admitido por el propio Fondo, que en su informe interno de diciembre pasado reconoció que el programa estimuló la fuga de capitales, la suba del tipo de cambio y la inflación.

"Se supone que un préstamo excepcional, por su monto y plazos de pago, necesita también de renegociaciones excepcionales. La habitual ortodoxia del FMI no era un camino transitable", aseguraron en ese sentido las fuentes oficiales consultadas por Cash. "Kristalina Georgieva y Gita Gopinath no se van a hacer el harakiri con Argentina, pero hay un principio de reconocimiento del fracaso del programa de 2018", agregaron.

"El FMI está muy metido en Argentina y tuvo una crisis de credibilidad por admitir errores propios en el acuerdo" con Macri, expresó en esa misma línea Francisco de Santibañes, vicepresidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). El analista internacional sumó otra dimensión: "La administración Biden trabajó bastante en el área de América latina para que se llegue a un acuerdo con Argentina más favorable a otros previos". 

Biden evalúa "al gobierno de Fernández como una democracia con una agenda medioambiental, a lo que se suma un Brasil menos afín con Bolsonaro, por lo que Argentina surge como un país más atractivo de lo que muchos suponen", explica. Para agregar que "con la conflictividad actual en el mundo, este tipo de decisiones están cada vez más influenciadas por la política".

En Economía aseguran que “cuando se critica la larga negociación, suele no tomarse en cuenta el largo debate con los funcionarios del organismo para que entendieran las particularidades de la situación del país".