A.M. tiene 25 años y fue víctima de abuso sexual con acceso carnal desde que tenía 7 años. Ella acusa por este delito a su padrastro, un policía salteño. La madre de la joven lo denunció hace 11 años porque intentó asesinarla y también por los abusos cometidos contra la niña. Sin embargo, la Justicia no accionó ni las protegió, porque aunque se había dispuesto una prohibición de acercamiento, el acusado la incumplió en reiteras ocasiones.

Ahora con edad adulta, A.M. denunció a su padrastro por las violaciones a las que la sometió cuando era niña. Según contó, a los 20 años se fue a vivir a Buenos Aires para no cruzarse con este hombre, que es el padre de su hermana menor. Sin embargo tuvo que regresar a vivir en la provincia, él se enteró que estaba en casa de la madre y la volvió a perseguir. 

La víctima publicó en su perfil de facebook que los policías de las comisarías 5 y Lola Mora se rehusaban a tomarle las denuncias, al tiempo que la revictimizaban. A pesar de ello logró que le asentaran sus denuncias, una hace tres semanas y la otra el martes último, aunque aseguró que no respetaron su relato, así como tampoco le informaron cuál era la fiscalía ni el juzgado interviniente. Hasta donde ella sabe, la justicia no impuso ninguna una perimetral al acusado. 

Al tomar conocimiento de la situación por los medios el Ministerio de Seguridad y Justicia, la joven pudo radicar una nueva demanda entre la noche del martes y el miércoles a la madrugada, quien estuvo hasta las 2 de la mañana en la Subcomisaría Lola Mora. Esta vez el efectivo que la atendió respetó su relato.

En esta denuncia, consta que la joven acusa al sargento ayudante Nelson Javier Miranda Abdala de haberla violado en la infancia. De manera inmediata, ahora sí, tomó intervención la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual 3 y el Juzgado de Garantías 1, que ordenó una restricción perimetral que le fue notificada a la víctima ayer a primera hora de la mañana. 

A.M. también denunció a Miranda Abdala, quien trabaja en la Comisaría del municipio de San Lorenzo, ante la oficina de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad. Allí le dijeron que lo suspenderían y le quitarían el arma. 

A.M. relató en su denuncia que cuando tenía 7 años, y hasta los 9, fue abusada por este policía en su casa, ya que en ese tiempo él era la pareja de su madre y es también el padre de su hermana menor, que hoy tiene 16 años. 

La sobreviviente de abuso sexual en la infancia (ASI) recordó que el policía primero empezó "con tocamientos en sus partes íntimas para luego ir en escalada hasta llegar a la penetración en diversas oportunidades". También señaló que ella solía compartir habitación con una de sus hermanas, y que el acusado entraba de noche mientras dormían y la abusaba. Dijo que primero cometía este delito cuando estaba "ebrio" pero después también estando sobrio y "aprovechaba los momentos en que no había nadie". Después de los abusos, "me dejaba plata en mi mesita de luz como si fuera una prostituta", contó.

La joven relató que el policía la "obligaba a besarlo" y a "tocarle las partes íntimas" y ejercía violencia física y verbal contra ella. Contó que cuando la llevaba en bicicleta o en moto, siendo ella una niña, también la manoseaba en sus partes íntimas. Dijo que durante el tiempo en el que fue abusada no pudo contarle a su familia porque tenía miedo, además era muy pequeña y el acusado la amenazaba con que si decía algo le haría daño a su madre o a su hermano.

La situación fue develada cuando la madre descubrió que el policía guardaba fotos de ella, que en ese momento tenía 14 años, y de una adolescente de aproximadamente 15 años que era prima de él. Dijo que cuando su madre le reclamó, el policía la golpeó "hasta casi matarla" y a ella la insultaba diciéndole "sos una putita". En ese momento su madre hizo la denuncia en la Comisaría 2 por el intento de femicidio y los abusos a su hija.

La joven recuerda que el día anterior el efectivo también las había agredido, "me golpeó porque la defendí a mi mamá, ella le estaba reclamando una plata que él le estaba debiendo a mi hermano, me decía 'vos cállate puta'. Siempre me decía así". 

"A mí me hicieron contar la historia como cinco veces, en la Comisaría que está por la calle Rioja. Me hicieron ir como 3 veces. Nunca llegó a juicio, no sé en qué Fiscalía recayó. Solo una vez me llevaron con una persona (psicólogo) que me hacía dibujar en una habitación de cuatro por cuatro", relató. 

"Nunca escucharon a mi mamá ni a mí", dijo la joven respecto a las autoridades salteñas que debían protegerlas y garantizarles acceso a la Justicia. Contó que "iban pasando los años y él seguía amenazando" a su madre, hasta que dejó de denunciarlo por la inacción judicial y la falta de protección, "no hizo más nada, se quedó quieta. Todo quedó en nada". En su caso, Miranda Abdala la seguía persiguiendo y acosando cuando iba al colegio. Además, aunque señaló que sí le dictaron una perimetral, dijo que el policía nunca la cumplió y tampoco la justicia ni sus colegas supervisaron que la acatara.

La joven contó que Miranda Abdala siempre amenazaba a la madre "con meterle droga en el auto a mi hermano y que lo haría detener", y golpéo a su hermano en "varios episodios". También dijo que el uniformado le decía a la madre "que me iba a violar y a tirar en un canal". A.M. añadió que el policía también acosaba a su otra hermana cuando era adolescente "le mandaba cartas donde le decía que estaba enamorado de ella".  

En 2016 la joven cursaba su primer embarazo y en esa situación este policía la persiguió en moto intentando chocarla. Por toda esa violencia, hace cinco años se fue vivir a Buenos Aires, sus dos hermanxs ya se habían ido a esa provincia donde también residía el padre de lxs tres, quien falleció el año pasado. En Salta quedaron su mamá y la hermana menor, que ahora tiene 16 años y es hija del policía, a quien le teme y no quiere verlo. "Él le dice cosas de su cuerpo, la trata mal. Por ejemplo, tiene kilos de menos, y le dice 'estás mejor, estás linda', ella le tiene miedo, lo ve porque tiene miedo de que le haga algo malo", aseguró A.M.

La joven dijo que cuando regresó a Salta se fue a vivir a un domicilio distinto que el de su madre con la precaución de que el policía no se enterara que estaba en la provincia. A.M. tuvo a su segundo hijx y su madre y abuela de lxs niñxs les ofreció a ella y su pareja un lugar en su casa para que fueran a vivir. Desde entonces, Miranda Abdala la persigue. Ella indicó que un día cuando iba a su trabajo lo vio en un automóvil. Ella le dijo que no podía estar ahí y él la insultó. Otro día iba en motocicleta y él la seguía en su auto, lo denunció y no pasó nada. Sostuvo que va a la casa con la excusa de ver a su hija. El martes último fue al trabajo de ella, en un comercio, y empezó a conversarle fingiendo el rol de cliente, la joven contó que quedó paralizada por toda la violencia previa que este hombre ejerció en su vida.

Ese mismo día realizó la denuncia en la Subcomisaría Lola Mora, donde "no se la querían tomar", la hicieron ir hasta la Comisaría 5, donde le negaron la posibilidad de radicarla y le indicaron que debía ir a Lola Mora. Entonces volvió y les dijo a los policías que "no se iba a mover", hasta que se la tomaron.

La joven dijo que las dos veces que fue a denunciar, los policías la revictimizaban, se burlaban de ella y parecía que conocían al agresor y lo cubrían. Finalmente, con la denuncia pública en su perfil de facebook y ante la interpelación de la que se enteró el Ministerio de Seguridad y Justicia, la joven pudo denunciar correctamente todas las violencias vividas y ahora espera que el policía sea juzgado.

Por ahora se dictó una medida cautelar que le impone al agresor la prohibición de acercamiento y de ejercer actos de violencia contra la joven.