EN COMPAÑÍA - 5 PUNTOS
(Argentina/2021)
Dirección: Ada Frontini
Guion: Ada Frontini, Susana Pampín y Liliana Paolinelli
Duración: 63 minutos
Estreno en el Cine Gaumont.

El primer largo como directora de Ada Frontini fue Escuela de sordos (2013). Allí, a través del seguimiento del día a día de una maestra de la institución del título, descubría algo tan novedoso y ajeno para la mayoría como fascinante: un mundo con reglas propias, vaciado de sonidos y donde la comunicación era íntegramente a través de señas y gestos. Descubría, en fin, un lenguaje del que se apropiaba desde otro lenguaje, el del cine. En su segunda incursión en la realización, la cordobesa vuelve a poner la cámara al servicio de un mundo particular, aunque uno mucho más conocido y familiar como el de la relación que establecen los perros con sus dueñxs. Un mundo donde el amor y la lealtad se entrelazan con la soledad y el compromiso.

Estrenada en una de las secciones paralelas del último Bafici, En compañía deja claro muy rápido de qué va. Ya en la primera escena se escucha una voz que recuerda, entre fotos añejas, cómo y cuándo fue la primera vez que tuvo un perro. Se trató, como para casi todos los que hablarán a lo largo de la hora de metraje, de un hecho fortuito, una mezcla de casualidad, necesidad y deseo: un pichicho callejero frecuentaba la casa familiar, jugaba un rato con los chicos, ligaba algún plato de comida y después seguía su rumbo errante, hasta que les pasaron el dato de que al otro día la Municipalidad recorrería las calles para recoger perros de la vía pública. Para salvarlo, el perro pasó la noche ahí. Y nunca más se fue.

Lo que sigue es una acumulación de testimonios de una decena de personas –de todas las edades, de clases sociales variadas, de ambos géneros– centrados en la relación que establecieron con sus perros. Testimonios que suelen evitar el formato de cabeza parlante para, a cambio, mostrar viñetas cotidianas e íntimas entre quienes hablan y sus mascotas, como siestas, paseos o simples momentos de compañía mientras se mira la televisión o se lee un libro. 

¿Mascotas? El término parece quedar chico cuando se ve el lugar que ocupan los perritos en la vida de sus dueños. Está, por ejemplo, la señora que lo cuida con devoción totémica y asegura que no podría irse más de dos días de su casa sin llevarlo con ella; otra que tiene un refugio y se lamenta del desinterés de los vecinos, un pintor que sintió lo que nunca cuando recibió las primeras lengüetadas del perro; una pareja joven que convive en su departamento con un ovejero alemán al que tratan como a un hijo; una mujer que vive en una casa a orillas de un río rodeada de perros salchicha, aunque ninguno llena el vacío de la muerte del primero que tuvo.

Caben pocas dudas de la voluntad amorosa que motoriza la película, cocinada seguramente al calor de los meses más crudos del aislamiento social y obligatorio de la primera parte de 2020, cuando la soledad mostró su peor cara. Lo que no hay, que sí había en Escuela de sordos, es la capacidad de sorpresa, de sumergirse bien profundo en las particularidades de lo desconocido, por la razón de que la directora es parte orgullosa del grupo retratado. En compañía, entonces, como una película noble y tierna, pero que carece de una progresión dramática que evite la sensación de circularidad, de acumulación de anécdotas tan entrañables y genuinas como intercambiables.