Desde Sevilla
De un lado, el presidente nacional del Partido Popular (PP), Pablo Casado, líder de la oposición, que sueña con sacar a Pedro Sánchez del Palacio de La Moncloa; del otro, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la política con más respaldo popular de la derecha española. Uno de los dos tendrá que marcharse.
La larvada guerra interna que desde hace meses libraban los dos principales representantes de la nueva generación de dirigentes que heredaron el partido de José María Aznar y Mariano Rajoy estalló públicamente este jueves con una virulencia inédita que convierte en imposible cualquier posibilidad de reconciliación. Es la mayor crisis interna de un partido que recuerde la historia reciente de la democracia española.
Escándalos del PP
El PP no es un partido al que se pueda considerar ajeno a los escándalos. Su anterior presidente, Mariano Rajoy, se tuvo que marchar del palacio de La Moncloa en 2018. En aquella oportunidad, toda la oposición se unió en una moción de censura tras una sentencia de la Audiencia Nacional que consideraba que el partido se había dotado de una estructura de financiación ilegal mediante el cobro de comisiones por la adjudicación de obras públicas. En aquel procedimiento, conocido como ‘caso Gürtel’ se conoció que desde la cúpula del Ministerio de Interior se había organizado una red de espionaje contra el extesorero del partido, Luis Bárcenas, principal acusado que al verse abandonado se convirtió en una fuente inagotable de información para los investigadores.
Tras la catarsis que siguió a la pérdida de poder, la nueva generación que asumió la dirección del partido, encabezada por Pablo Casado, hizo propósito de enmienda. Se llegó a hablar incluso de mudarse de sede y abandonar un edificio que había sido reformado con dinero negro. Pero un nuevo escándalo que combina los mismos elementos del anterior –espionaje y cobro de comisiones- volvió a estallar este jueves con una gran diferencia en relación al anterior: esta vez ha sido a la vista del todo el mundo, retransmitido en directo por todas las televisiones y con unas acusaciones mutuas tan subidas de tono que convierten en imposible cualquier escenario de reconciliación. El cierre de filas interno de los casos anteriores se convirtió en esta ocasión en todo lo contrario: un enfrentamiento abierto que ha partido en dos al principal partido de la oposición y el de mayor número de afiliados en toda España. Las acusaciones mutuas de traición, corrupción y guerra sucia interna se hicieron en ruedas de prensa retransmitidas en horario de máxima audiencia. Un escenario inaudito en un país en el que los partidos de todo signo suelen mantener hasta el límite la disciplina interna.
El hermano de Díaz Ayuso
El origen del conflicto parece estar en el supuesto cobro de comisiones por parte de Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, en una operación de compra de barbijos durante la etapa inicial de la pandemia por un montante de un millón y medio de euros. El hermano de la presidenta se habría llevado 280.000 euros.
Esta operación, al parecer fue conocida por la dirección nacional del PP, que temerosa de que el asunto tomara estado público, hace seis meses exigió aclaraciones a la presidenta madrileña. Según aseguró este jueves Teodoro García Egea, secretario general del PP y mano derecha de Casado, Ayuso nunca dio explicaciones satisfactorias.
El escándalo saltó este jueves cuando dos periódicos –El Mundo y El Confidencial- revelaron que Ayuso estaba siendo investigada por su propio partido en busca de pruebas que la incriminaran. El asunto salió a la luz debido a que un detective al que se le hizo el encargo lo rechazó porque le requerían que consiguiera información bancaria y fiscal del hermano de la presidenta, lo que suponía incurrir en una acción ilegal. El investigador reveló a Ayuso lo sucedido.
La dirección del Partido Popular negó cualquier implicación en estas pesquisas frustradas y aseguró que sólo se había emprendido una investigación interna, pero horas después de saltar el escándalo, una renuncia en el Ayuntamiento de Madrid dio un indicio irrefutable de que sí hubo un intento de espiar a Ayuso. Ángel Carromero, principal operador del alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, presentó su dimisión tras ser señalado como la persona que había encargado la investigación.
¿Qué tiene que ver Martínez Almeida en el asunto? El Partido Popular de la Comunidad de Madrid –la región gobernada por Ayuso que incluye a la capital y a los municipios del entorno- tiene pendiente celebrar su congreso y Pablo Casado quiere situar como presidente regional al alcalde de Madrid. Díaz Ayuso entiende que es ella quien tiene que ocupar ese cargo.
Esta cuestión viene enfrentando desde hace meses a Casado y Ayuso. El presidente nacional del partido, que llegó al cargo en un congreso en el que tuvo que recurrir a una segunda votación y que contó en aquella ocasión con el respaldo de la presidenta madrileña, está siendo muy cuestionado por una estrategia errática que no consigue contener el crecimiento a su costa de la extrema derecha de Vox.
Por el contrario, a partir de un perfil populista liberal que exalta el supremacismo madrileño, Ayuso se ha erigido en la mayor referencia de la derecha española, capaz al mismo tiempo de barrer a la izquierda en las elecciones y arrinconar a Vox. Casado, lejos de considerarla como uno de los principales activos de su partido, la ve como una amenaza a su liderazgo. La guerra se ha desatado con una crudeza tal que una solución de compromiso sin cadáveres políticos resulta imposible. Otra cuestión es cómo saldrá el PP de esta confrontación interna en un momento en el que gran parte de su espacio electoral está siendo devorado por la extrema derecha.