Las manos de Sebastián Torrico le evitaron a San Lorenzo una derrota peor. El equipo que ahora dirige Pedro Troglio perdió 1 a 0 con Gimnasia en el Bosque platense y pudo (y hasta debió) haberlo hecho por una diferencia superior. Pero las atajadas de su arquero lo aguantaron hasta el final. Gimnasia lejos estuvo de una gran actuación. Pero de a ratos, manejó mucho mejor la pelota y se mostró más armónico y profundo. Tuvo lo que le faltó a San Lorenzo que no ha hecho goles en lo que va de la Copa de la Liga y que logró apenas uno de los seis puntos que disputó.
Todo mal hizo el equipo azulgrana en el primer tiempo. Cometió demasiadas faltas para defender, tuvo muy serios problemas de armado de juego en el medio, nunca pudo activar a Centurión y los dos delanteros, Nicolás Fernández y el paraguayo Bareiro quedaron desconectados. Además, a los 41 minutos, el colombiano Gordillo fue expulsado luego de haber volteado a todo aquel que le pasó cerca.
Gimnasia movió mejor la pelota y encontró algunas buenas líneas de pase a partir de la movilidad y el toque de la zurda del uruguayo Alemán. Pero también se oscureció cuando se arrimó al área sanlorencista. Un derechazo desde afuera de Aleman que Torrico mandó por encima del travesaño fue su único aporte al cabo de 45 minutos descartables, sin emociones ni buen futbol.
Si con once jugadores, a San Lorenzo el trámite se le había hecho cuesta arriba, con uno menos le fue imposible. Rearmó la media cancha con la entrada de Braida por Fernández y el corrimiento de Fernández Mercau al medio, pero no pudo sostener la pelota. Mucho más cuando se agotaron las energías de Ortigoza. Gimnasia siguió tocando con cierto criterio. Y a los 11 minutos, se puso en ventaja cuando Tarragona peleó y ganó en el área con los marcadores centrales azulgranas y batió a Torrico con un zurdazo alto.
Sobraron luego las situaciones para estirar el 1-0. Y Torrico se convirtió en héroe. Sacó cinco pelotas claras de gol y transformó una posible goleada en una derrota estrecha que puso a San Lorenzo de frente a una imagen inquietante: la de un equipo sin relieve al que jugando de esta manera, todo le va a costar demasiado.