"De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. (...) El libro es una extensión de la memoria de la imaginación", dijo alguna vez Jorge Luis Borges en una de sus famosas conferencias. Ahora, aún hoy, en pleno siglo XXI, no es tan sencillo acceder a él, o al menos no siempre y más cuando se está lejos de Buenos Aires.

Así, y para ampliar puentes entre lectores y autores, entre autores y editores es que nacen proyectos alternativos como el de La Juana Cartonera, una iniciativa salteña que mañana entre las 16 y las 20 cerrará un taller gratuito de autoedición de libros no convencionales en la Biblioteca Provincial, ubicada en Avenida Belgrano 1002.

En ese marco, los organizadores comentaron que, si bien la actividad comenzó el segundo sábado de febrero “cualquiera puede asistir al último encuentro de mañana, ya que no se trata de reuniones correlativas. Este taller es ideal para los profes que quieran trabajar con sus estudiantes de primaria o secundaria. Lo pueden aplicar en sus prácticas y así lograr que los chicos aprendan a hacer sus libros y no sólo escribirlos”, explicaron.

Por otra parte, con la autoedición, sobre todo en zonas alejadas del centro del país en las que, a menudo, la distribución editorial es lenta o deficiente se “Fortalece la región difundiendo autores a bajos costos de edición y se prescinde de los grandes monopolios editoriales. Con esto se hace valer la voz de la región”, indica Ricardo Piña, uno de los responsables de la propuesta.

En esa línea, el narrador y editor Gastón Espeche añade que la experiencia es “democratizante porque permite que pueda publicar cualquier paisano. En nuestra región hay poco acceso a la publicación. También los lectores, pueden tener la posibilidad de leer una gran variedad de autores y encontrarse con un catálogo que por lo general está al alcance de pocos”.

De este modo se presenta una especie de combate simbólico, en tanto se tiene cercanía con aquello que contienen los libros, y material, con una contrapropuesta con libros de cartón, baratos, para todos lejos de convertirse en el patrimonio de una élite que los obtiene a valores elevados.

Así, Piña asegura que el mayor impacto en estos espacios sucede cuando los talleristas perciben de cerca la concreción de su propio libro. En esa línea, el docente amplía que no se trata solo de papel: “Me formé en la edición de libros artesanales y populares en la crisis del 2002. La editorial Eloísa Cartonera me parió, estoy formado, hecho de una forma educada en la crisis por ende hay fundamentos que vienen de ahí (de ese período) cómo ser la solidaridad, el cooperativismo, la importancia a la obra más allá del nombre y los reconocimientos del autor/a.”

Si hacer libros implica compartir, implica pensarse con otros, tender la mano es porque, según Piña: “La edición misma es un gesto político, toda edición es un gesto político. Por eso la auto edición es un gesto político doble porque se escinde un mercado editorial, y hace sus tareas de armado y edición de forma casera. También, impacta en la ecología de la ciudad porque se rescata cartón, cartón desechado. Y en lo económico impacta en el bolsillo del lector puesto que son libros de muy bajo costo”.

Manos a la obra

El taller de autoedición, abierto y gratuito configura una oportunidad inigualable para cristalizar aquello de poner manos a la obra, en el sentido literal. En ese contexto, Gastón Espeche apunta que quienes se acerquen el sábado a la tarde a la Biblioteca de la provincia: “Van a encontrar los materiales de trabajo (acrílicos, pinceles, adhesivos para pegar las tapas) y los cuadernillos de los autores (Alina Morales, Marcelo Sutti, Juan Díaz Pas y Mariano Pereyra) que participan del proyecto con el aporte de sus textos. El tallerista va a encontrar un ambiente de trabajo en donde todos estamos hermanados en un fin en común, un ejercicio de edición”.

Por otro lado, y para aquellos que se queden con ganas de más, Espeche anticipó que tienen en mente generar una continuidad a lo largo del año. “Tenemos muchas ideas, por ejemplo, editar a la juventud gratuitamente. Repetimos, que no sea un impedimento la falta de dinero para publicar”.

En otro orden de cosas, para amplificar el mapa de sellos artesanales del NOA, emergen los sellos jujeños Alma de Goma, de Pablo Espinoza y Cronopio, a cargo de Elizabeth Soto, entro otros. Y aunque desde La Juana Cartonera reconocen no estar “muy empapados en estas cuestiones” enumeran a autores valiosos de la región, como Diego Ramos, Ale Chirri, Fer Salas “y otros más que también son editores que están intentando vencer esta imposición del dinero establecida y aceptada por el mercado editorial”.

En esa tónica, Espeche y Piña coinciden en que “el corpus literario de Salta no tiene que estar regido por el valor monetario, no tiene que acceder solamente el señor o la señora que tenga plata para pagarse una edición; tiene que estar regido por el volumen de gente que tenga talento y condiciones para escribir y decir lo que piensa, siente”.

Sacar los poemas del cajón

En este contexto, el poeta Marcelo Sutti decidió sumarse a la movida cartonera y desempolvar un libro de sonetos que tenía “cajoneado”. Se trata de “Divieto di sosta (No detenerse)” con el que respondió a la convocatoria de los organizadores.

De esta manera, al autor que integra a un catálogo conformado por Verónica Ardanaz, Reynaldo Castro y el mismo Piña, destacó la importancia de “hacer libros de bajo costo, utilizando los elementos que uno tiene a disposición, para llegar al público de una manera económica”

Más aún, el creador de “Insurrección de los valles” subrayó: “Creo que es un proyecto muy válido, positivo, apoyado por la Subsecretaría de cultura de Salta, que en este momento está bajo la tutela de Miguel Dallacaminá, que está apostado a esta iniciativa de promover la edición de libros”.

Sutti opinó además que se trata de “un gran aporte un gran aporte, una oportunidad para que algunos libros olvidados encuentren luz y un lugar esté en los probables lectores. Por eso, el apoyo estatal es una manera de que el arte siga vigente. El arte escrito es algo que perdura y que puede pasar por varias manos y muchas veces despierte vocaciones y a veces satisfaga curiosidades”, remarcó.