Hay una ambición: ser mediadores. Hay un destinatario: el lector. En cuanto a las razones no estamos dispuestos a profundizar en ellas porque si bien hay muchas y de muy alto peso, de enorme calibre, de gran envergadura, de irreprochable verdad, lo cierto es que enunciarlas sería un camino directo al fracaso. Nadie lee poesía para elevar su espíritu, para fortalecer su conciencia social, para promover nuevos circuitos neuronales o porque sea una potente arma capaz de aumentar la actividad del cerebro. Uno lee poesía porque le gusta el tembladeral.

I

Ya vamos por la máquina número nueve. Hoy, el recorrido comienza junto a Diego Roel, que nació en Temperley, que estudió en La Plata, que según nos dicen vivió en Neuquén y pronto habitará en Misiones. Sabemos que en su maleta lleva libros peregrinos, conocimientos antiguos y el secreto del agua diamantina. Pero este poema que  se reproduce aquí no necesita ninguno de estos datos, porque la poesía, ya se sabe, se basta a sí misma y, además, porque este poema viene desde un pozo, un pozo nacido en su libro El infierno es una bestia callada y triste:

“Yo, Jonás, hijo de Amitai, pasé tres días y tres noches

en el vientre del gran Pez.

Y vi lo que nadie nombra, lo que nadie quiere ver:

la sangre oscura de la bestia, el líquido amniótico del sueño,

espejos que se duplican y reflejan la permanente fuga de las cosas.

Yo, Jonás, hijo de Amitai, descendí hasta lo profundo de la tierra,

me arrodillé en el útero del mundo,

vi lo que nadie quiere ver.”

II

Hay tantos rumores acerca de la poesía. Para bien y para mal. Incluso aquellos buenos rumores terminan siendo contraproducentes porque la colocan en lugares inalcanzables o la llenan de razones, de goznes, de predicamentos, que van forjando en el lector un miedo, un prejuicio, una distancia. Pero aquí hay una ambición: sacar la poesía de los lugares restringidos y llevarla más allá o traerla más acá para ser precisos, porque anhelamos que otros lectores descubran nuevos textos y, también, que muchos lectores de poesía tengan oportunidad de conocer otros autores. Así, llegamos a Griselda Gómez, oriunda de la ciudad de Córdoba, trabajadora de la palabra y de la difusión de la lectura. Habitante de bibliotecas y radios, de silencios y trincheras sociales. Esta información también es prescindible. Porque el poema no anda por la vida buscando filiación o antecedentes laborales. El poema nace para ser leído en su “Vos in/debida voz”:

“Estamos sin nombres

De pura pregunta

En purga de respuestas

En acústicos avernos

Donde putas y coreutas

Cantan sus pasados

Nos insolan soledades

Replican murmuraciones

Del principio

Genética de cantos y llantos

Guerras cruzadas

Hierros fuegos abiertos

Entre papeles

Simulando letras

III

Entre los muchos generadores de razones para leer poesía está la Unesco. Gracias a un trabajo se hiciera en 2005, y que involucró a 50 poetas de 25 países de 5 continentes, supimos que en Kuwait hay un autor llamado Abdulaziz Al-Babtain, quien nos cuenta, a su vez, que en árabe la palabra poesía es shi’r, y shi’r deriva de la palabra shu’r que quiere decir “sensación” o “conciencia”. Y nosotros creemos que sí es sensación y conciencia, pero todavía más: es sonido, es figura, es implosión y profusión, es hilandería, talladura, trompa y quietud. Demás está decir que 50 poetas son menos que poco, pero a nosotros no nos abandona la ambición. Por ella, llegamos al tercer poeta de la novena máquina. Un poeta que nació en Rosario, que habitó la argentiniebla, que reside en Capitán Bermúdez y también cree que la poesía es capaz de hablar por las bocas de tormenta, que tiene el poder de salvarnos del culturicidio y de abrirle paso a la tinta de la memoria:

ÚLTIMA AVENTURA DEL BANDIDO ESCOLAR

una noche volveré a mi vieja escuela;
violaré la ventana de mi aula
y entraré envuelto en sombras para robar
uno
no más que uno de aquellos

dónde estarán aquellos


blancos tinteros de porcelana que
el señor director
largo guardapolvo
bigotito entrecano y acento
jujeño en la temida voz
cargaba cada mañana
botella de un litro de tinta en mano

lo recuerdo
aula por aula
pupitre por pupitre

Aquello que dijimos en la primera máquina de amar poetas, lo sostenemos hoy: no es frecuente leer poesía en un diario pero es imprescindible. Así que seguimos firmes en nuestros propósitos y aferrados a la ambición.

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