El llamado lo sorprende a Emanuel Rodríguez en Salta, entre presentación y presentación de Peroncho, su show de humor político. Ayer estuvo en Paraná, hoy toca Rosario: a las 21 en Centro Cultural QTP (Richieri 340). Como dice el humorista y periodista cordobés a Rosario/12: “El show me ha llevado por las 24 provincias, he estado en todos lados y me enriquezco por conocer los lugares y sobre todo a las personas. Además, es un espectáculo que convoca a un tipo muy particular de gente, que suele tener un compromiso muy fuerte con la transformación de la realidad. Cada show es una experiencia; estuve en Humahuaca y fue muy poderoso. Así va pasando en todos lados. Poder volver a vivir en estado de gira me tiene muy contento”.
Peroncho es un espectáculo de humor, de política, y peronista. Dadas sus características, ¿por qué no pensarlo también como una forma de militancia? Al respecto, Rodríguez dice que “la risa es una herramienta de transformación, una herramienta política. Como decía Baruch Spinoza lo único que podemos hacer frente a potencias tristes es oponer potencias alegres; en ese sentido pienso mi show, como una posibilidad de oponer potencias alegres y de aumentar nuestra posibilidad de obrar frente a tantas circunstancias que nos generan impotencia. Y creo que mi espectáculo es un lugar de militancia, por lo menos es mi objetivo que así sea”.
-¿Qué lectura podés hacer hoy y desde tu profesión, luego de los cuatro años macristas?
-Para los comediantes políticos, el macrismo fue como una especie de supermercado chino abierto las 24 horas, nos dio muchísimo material y una herramienta de supervivencia. Los espectáculos se configuraron como espacios de catarsis, de resistencia, y eso convocó a mucha gente; fue un gran momento para los comediantes políticos pero un pésimo momento para el país. Como peronista, prefiero los grandes momentos para el país y los pésimos momentos para los comediantes (risas). No tengo dudas al respecto, prefiero toda la vida hacer un show frente a menos gente, pero que esa gente llegue a fin de mes, antes que hacer un show frente a una sala completa de gente atravesada por la angustia y la tristeza.
-¿Y cómo leés el contexto actual?
-Creo que es un momento extraño en la política, porque lo es en el planeta. Nadie tenía las herramientas conceptuales e intelectuales para entender una pandemia, y eso atraviesa todo. El momento político de la Argentina lo refleja, es de mucha confusión, con muchas tensiones. Creo que regionalmente hay una enorme movida de división de los movimientos populares, como pasa también en Honduras y en Perú, no me parece una coincidencia. Lo que intento desde mi humilde espacio de reunión y alegría es tratar de fortalecer la idea de que hay que mantenerse unidos en este momento, que hay que valorar muchísimo la herramienta que nos permitió volver al gobierno, como lo fue la unidad. Por supuesto que teniendo en cuenta las tensiones y discusiones internas. Creo que por eso mismo la risa ayuda a desdramatizar y a poner en foco contra quién es la verdadera batalla.
-Por otro lado, el humor no es ajeno al peronismo pero sí a la derecha.
-El peronismo tiene una tradición de tomar a la alegría como herramienta política, desde la teorización jauretcheana de que nada grande se puede construir de la tristeza hasta esa idea que pudo sintetizas Cristina de que el amor vence al odio. La alegría es una forma amorosa de estar en el mundo, y con ella uno puede ayudar a derrotar ciertas herramientas muy fuertes que tiene la derecha. Es una ventaja a aprovechar, porque la derecha no sabe reírse de los demás ni de sí misma, tiene una tradición de crueldad y de eliminación del otro que no habilita al humor más que como un gesto cínico; en cambio, el peronismo invita a una fiesta más inclusiva, tiene una idea de alegría que incluye incluso a la misma derecha, porque es un movimiento político que ha generado bienestar. Los sectores concentrados que lo odian, como el campo, nunca estuvieron mejor que con los gobiernos peronistas. Esa idea inclusiva nos da vierta ventaja en la batalla cultural.
-Tu show no deja de ser una manera –diferente pero no menos válida– de hacer periodismo, habida cuenta de que ésta también es tu profesión.
-Entiendo que en estas nuevas épocas, tan atravesadas por el bombardeo informativo, los periodistas tenemos una función, sobre todo de tratar de clarificar algo en la tormenta, tenemos que enviar un mensaje claro. En mi experiencia, el humor me ha servido también para revalorar mi oficio como periodista. En algún momento sentí incluso vergüenza de serlo, formé parte del Grupo Clarín durante 10 años y te confieso que gracias al humor y el ejercicio de comediante político revaloré mucho el periodismo. La profesión está pasando por un momento crítico, donde muchos colegas la bastardean, pero he encontrado un espacio que entiendo como una forma de periodismo, porque es una manera de contar la realidad desde una perspectiva, que en mi caso se hace explícita por mi necesidad de ser honesto. El show se llama Peroncho porque no me interesa engañar a nadie acerca de cuál es la plataforma ideológica desde la cual emito mi discurso.
Las entradas para el espectáculo pueden conseguirse a través de https://peroncho.ar/