El rover Perseverance, el vehículo de exploración más complejo jamás enviado a Marte, completó con éxito el primer año de su larga misión de buscar rastros de vida pasada en el planeta rojo, manteniendo en vilo a los científicos del mundo.
El 18 de febrero de 2021, el rover de la Nasa aterrizó en el planeta Marte tras un viaje de siete meses. El mundo de los investigadores mantuvo la respiración mientras descendía por la fina atmósfera marciana. Siete largos minutos de "terror" terminaron en un inmenso alivio cuando el vehículo llegó a salvo a un antiguo lago, el cráter Jezero. A esto le siguieron tres meses de exploración de una zona bastante hostil.
"El suelo marciano es un terreno peligroso, lleno de rocas y grandes dunas", describió Pernelle Bernardi, ingeniera del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) encargada del instrumento franco-americano SuperCam, el "ojo" de Perseverance.
En sus primeros días, fue capaz de grabar sonidos y transmitirlos a los habitantes de la Tierra. "Fue uno de los grandes descubrimientos del año. ¡Nadie había oído hablar a Marte antes!", recuerda Sylvestre Maurice, codirector científico de SuperCam y astrofísico en la Universidad de Toulouse.
Maurice también se encarga con científicos estadounidenses del robot Curiosity, que explora el planeta rojo a miles de kilómetros de distancia, en el cráter Gale. "Somos drogadictos, estamos descubriendo un nuevo mundo, un poco como los exploradores del siglo XV", ironiza.
Cada día, revisa con su equipo las últimas informaciones detectadas por el vehículo. "En doce meses, hemos recogido una cosecha de datos sobre mineralogía, atmósfera y meteorología, y decenas de miles de imágenes", afirma.
La fecha del primer aniversario de su misión coincide además con la del millonésimo disparo de láser en Marte, una tecnología diseñada para leer la composición química de las rocas: unos 885.000 disparos realizados por Curiosity y 125.000 por Perseverance.
Lo parte más difícil es pilotear el vehículo, compartido alternativamente y conjuntamente cada dos semanas entre el Cnes (la agencia espacial francesa) en Toulouse y el Laboratorio Nacional de Los Álamos (LANL) en Estados Unidos.
Cada día, entre 100 y 200 personas dirigen el aparato. "Un equipo querrá conducir, el equipo de la batería dirá 'espera, somos demasiado débiles, necesitamos recargar' (...)", dice el científico. "Hay frustraciones, pero la mayoría de las veces es consensual... los estadounidenses tienen una verdadera cultura del compromiso", asegura Nicolas Mangold, investigador del CNRS encargado de SuperCam. Según él, lo más duro de este año fue no poder reunirse físicamente debido a la pandemia.
Hasta ahora, Perseverance recorrió cuatro kilómetros, incluyendo un récord de 500 metros el pasado fin de semana.
No hay necesidad de apresurarse: el objetivo de la misión es tomar unas 40 muestras bien elegidas a lo largo de seis años. El objetivo es que otra misión los traiga de regreso a la Tierra en la década de 2030. "Hay que tener paciencia, Perseverance es como una tortuga, muy inteligente", señala Jim Bell, profesor de astronomía en la Universidad de Arizona, el principal investigador del instrumento Mastcam-Z.
El rover ya recogió siete muestras, una de las cuales falló (estaba vacía). "Es una curva de aprendizaje lenta, pero dadas las limitaciones, soy el científico más feliz", dice el astrofísico estadounidense.