En Corrientes las jornadas para detener el fuego son intensas. Brigadistas, bomberos y vecinos intentan pararlo pero si no llueve la semana que viene el panorama es cada vez menos alentador. La provincia, que fue declarada ayer por su gobernador, Gustavo Valdés, como “zona de catástrofe ecológica y ambiental", ya lleva afectadas más de 785 mil hectáreas. El mandatario estimó este sábado que las pérdidas van a superar los 40 mil millones de pesos.

El gobernador radical aseguró en Radio Mitre que “la situación es desesperante” en la provincia que ya lleva más de un mes con focos activos. “Lo único que puede llegar a equilibrar esto es un cambio climático. Tiene que ser la misma naturaleza, nosotros no lo podemos contener”, dijo Valdes con una mirada esperanzadora de la situación que sufre la provincia.

Por su parte, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, dijo en un comunicado sobre las lluvias que se esperan para el lunes próximo “es un frente de tormentas que se prolongará por unos días y no se puede asegurar que estas condiciones extingan el fuego por completo”.

Según el reporte diario del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, este sábado permanecían activos diez incendios y uno contenido en Corrientes, en el que trabajan 114 brigadistas, con el despliegue de cinco aviones hidrantes, un avión observador, tres helicópteros y tres autobombas.

De acuerdo al último informe de evolución de los incendios elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la superficie quemada en Corrientes, provincia que limita con Paraguay, Brasil y Uruguay, alcanzó 785.238 hectáreas, lo que es un 9% de la superficie de Corrientes. “Lo más golpeado son los Esteros del Iberá. Es gigantesco lo que está pasando”, dijo Valdés.

El fuego arrasó con bosques nativos, bosques cultivados, esteros y enclaves productivos, matando animales, en una provincia que estaba incorporando especies extintas, y generando desesperación e impotencia a los productores y el miedo en la población.

En el combate trabajan brigadistas, helicópteros y aviones hidrantes enviados junto a maquinaria pesada por los Ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de Defensa y de Seguridad, bajo la coordinación del Centro Operativo del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF).

La sequía, que ya lleva dos años, hace que el fuego tenga mucho combustible disponible y dificulta el acceso al agua de aviones y autobombas. "En incendios forestales de estas características es muy poco lo que se puede hacer con agua, por eso las mejores herramientas son el 'chicote' (una especie de rebenque largo y ancho) o los rastrillos que sirven para remover superficies y apagar brasas para tratar de ponerle límite al avance del fuego”, contó un brigadista a Télam.

"La sequía favorece la dispersión de las llamas por lo que cuando terminamos de trabajar sobre un foco levantamos la cabeza y a nuestro alrededor vemos otra decena de columnas de humo creciendo en todas las direcciones", explicó el brigadista.

Las familias que ven que los recursos no alcanzan, que salen a las ruta a hacer flamear banderas y a aplaudrir la ayuda que llega, se empezaron a organizar también; en cuanto se enteran de que surgió un foco van todos juntos a ayudar para apagarlo. No recuerdan haber vivido algo como esto antes, las altas temperaturas del lugar hacen mucho más ardua la tarea. La preocupación no solo tiene que ver con lo que se pueda perder, sino también con todo lo que el fuego ya les quitó. Cuando el incendio se apague tendrán que enfrentar todos los gastos de lo que se perdió y aun así hay cosas que sólo podrán reponerlas después se muchos años.

Corrientes recibió la colaboración de otras diez provincias y del Gobierno nacional --con un aporte de 200 millones de pesos procedentes del Tesoro (unos 1,8 millones de dólares), 200 millones del Ministerio de Agricultura y 100 millones del Ministerio de Desarrollo Social (alrededor de 900.000 dólares)--, en tanto Valdés trata ahora de aplacar la disputa por la demora en la asistencia del Ministerio de Ambiente.

Desde la zonas afectadas piden por redes sociales colectas y donaciones de matafuegos, cremas humectantes, medicamentos veterinarios, antibióticos y colirios. En redes sociales son muchas las organizaciones que juntan dinero para enviar a la provincia que no tiene respiro.