“Si Thelma Fardin, que es una figura pública y con todo el ruido que hicimos, está pasando por esto otra vez, qué queda para las mujeres que van a hacer una denuncia y no tienen todo ese apoyo y respaldo”, advierte la actriz Gloria Carrá, sobre la reciente suspensión en Brasil del juicio por violación contra Juan Darthés. La denuncia contra el actor, apunta, le hizo revivir situaciones de acoso y una violación que ella misma vivió en su adolescencia de parte de un productor de televisión. “No recuerdo si tenía 17 o 18 años. Me pasó reiteradas veces. Tardé mucho, hablándolo en terapia, en ponerle la palabra violación”, cuenta la actriz en diálogo con Página 12 y explica por qué finalmente no lo denunció en la justicia.
Multifacética, Carrá dirige, actúa, ensaya y sale de gira con su banda Coronados de Gloria. Está protagonizando la obra “El recurso de amparo”, escrita por Laura Oliva, en la sala del Centro Cultural 25 de Mayo, que aborda el tema de una madre que maltrata a sus hijas. Cada noche, Carrá, dice, revive su propia historia familiar. El 12 de marzo en el Teatro Kairos estrena, como directora, el unipersonal “La mujer del vestido verde”, encarnada por Dalia Elnecavé, con texto de Jorgelina Aruzzi, donde una mujer zurce una conversación con ella misma. En paralelo, Carrá empezó a ensayar la comedia “Las irresponsables”, de Javier Daulte --que ya se hizo en España-- en la que comparte escenario con Julieta Díaz y Paola Krum, y tienen previsto estrenar en abril en el Astros. A partir del vínculo entre tres amigas, la pieza plantea qué pasaría si se dejan llevar por sus impulsos.
--¿Te cambiaste el apellido por consejo de Darío Vittori?
--Sí... (se ríe) Era muy chiquita cuando hacía Señorita Maestra. La hicimos durante cuatro años. Al principio salía con mi verdadero apellido: Gloria Currá. Son muy pocos los Currá en la Argentina y por entonces existía la guía telefónica y había cuatro Currá. Y se la pasaban llamando a los Currá para preguntar por mí. Eran las 2 de la mañana y estaban preguntando: “¿Está Meche? ¿Está Meche?” que era mi personaje en la tira. Mi mamá se volvió un poco loca con el teléfono y en un ensayo donde yo estaba con Darío Víttori comenta que iba a cambiar la línea telefónica. Y él dice: “Pero no hay que cambiar la línea, tiene que cambiar el apellido”. Y en ese mismo ensayo me dijo, “cambiale una letra, ponele una a: Carrá”. Yo dije bueno, y quedó. A partir de ahí me anotaron como Carrá en (la Asociación Argentina de) Actores.
--Empezaste a trabajar a los 6 con publicidades y desde los 8 en tele. ¿Querías hacerlo?
--Y... no. Yo bailaba y cantaba mucho en las fiestas de familia y mi abuela le dijo a mi mamá que me llevara a la tele. Me llevó a un casting y empecé a quedar como actriz pero lo que yo quería en realidad siempre era cantar y bailar. Cantaba las canciones de Rafaela, mirá que loco después me quedó Carrá de apellido.
--¿Ese inicio temprano en el mundo actoral te pesó?
--No. Para mí era un juego. Además justo me tocaron esos cuatro años de Señorita Maestra, que transcurría en una escuela y entonces estaba con niños de mi edad. Tenía más amigos en el set que en el colegio. Con las clases se me empezó a complicar también porque iba a la mañana a la escuela y al mediodía salía para ir a grabar toda la tarde; y los fines de semana hacíamos gira. Cuando no actuábamos jugábamos al elástico, hacíamos cosas de chicos. Igual para mí la actuación sigue siendo un juego: me divierte mucho. Soy muy consciente de que por supuesto trabajé mucho de chica... tengo el recuerdo de algunos veranos de salir de mi casa y saber que las chicas de al lado se estaban yendo a la colonia o al club, o se quedaban andando en bici esas tardes de calor, y yo pensaba que no me podía quedar a jugar. Eso sí me ha pasado, tener esa sensación de saber que aunque me divertía estaba trabajando.
--Contaste que en tu adolescencia viviste situaciones de acoso y de violencia sexual de parte de un productor...
--Sí. No recuerdo si tenía 17 o 18 años. Me pasó reiteradas veces. Tardé mucho, hablándolo en terapia, en ponerle la palabra violación. Tengo cosas borradas pero me acuerdo claramente lo que sí pasaba, que era que cierta persona que era el productor me mandaba llamar a su oficina y cuando yo entraba él trababa la puerta y me besaba o me tocaba. Me acuerdo que lo único que le decía era “me conocés de chiquita, conocés a mi mamá”... no sé qué me pasaba, no podía reaccionar. Y lo que tengo muy borrado es qué hacía yo cuando salía de ahí. Esa parte no me la acuerdo. Una vez que él entró a mi camarín y esa vez sí abuso de mí, o sea, todo el tiempo abusó de mí, pero quiero decir, esa vez fue una violación.
--¿Y cuándo le pudiste poner palabras?
--A los treinta y pico, cuando lo volví a ver y no lo saludaba. No trabajaba para él pero trabajaba en sus estudios y me generaba violencia, muchos rechazo y se lo conté a una colega actriz. Después se lo conté a Luciano (Cáceres) que entonces era mi marido y empecé a hablarlo un poco.
--¿Por qué nunca quisiste decir públicamente quién fue?
--Nunca dije el nombre porque sentí que iba a ser una pelea larga y no estaba para ocuparme de eso. Es más, me reuní con unas abogadas y me dijeron que el delito había prescrito pero que fuera igual a una fiscalía porque era bueno tener la denuncia si lo iba a nombrar. Entonces decidí no nombrarlo para no meterme en el quilombo ese, pero sí a todas las personas que me lo preguntan cuando termino un programa se lo digo tranquilamente. Y además no solo me ha pasado a mí: no entiendo cómo todavía no tiene denuncias.
--¿Otras actrices vivieron situaciones similares con el mismo productor?
--Estoy segura porque supe que en la productora hacían castings después de hora y que él les mandaba ropa interior (a las participantes) y se quedaba viéndolos.
--¿Pensás que hay más situaciones de abuso y acoso en el mundo de espectáculo que en otros ámbitos por las características propias en que se desarrolla la actuación?
--Creo que en todos lados hay abusos. Es verdad que nuestro ambiente se presta un poco más, tal vez, a la confusión en ese sentido ¿no? Hay cosas que no estaban claras porque no estaban tan habladas como, por ejemplo, los besos o un casting donde te dicen: “bueno, sacate la ropa”. Todas cosas que en una oficina no tienen por qué decírtelo; no te tienen qué besar y acá quedaba más en lo ambiguo. Me ha pasado también de hacer escenas y que haya sucedido algo que me generaba dudas y yo preguntarme: pero no pautamos ¿está bien que haya hecho esto? Había algo no dicho. Ahora está todo mucho más hablado, y en el momento de tener una escena de sexo tal vez se paute más qué cosas sí y cuáles no. Había un momento en el cual no sabías bien a dónde ibas a llegar y dependía de la confianza que tenías con el actor, con tu compañero. Después de eso tan horrible que viví a los 17 o 18 años, nunca me pasó otra situación de ese tipo. Tal vez porque trabajaba de chiquita, me conocía mucho y al principio iba con mi mamá. Capaz eso me resguardó: el hecho de haber tenido un nombre también rápidamente. O tuve suerte.
--¿Cómo te cayó la noticia de la suspensión del juicio contra Juan Darthés por violación?
--No lo puedo creer, es una noticia malísima. Me sorprendió mucho, me indigna, y es lo que dice Thelma: si ella que es una figura pública, y con todo el ruido que hicimos está pasando por esto otra vez, qué queda para las mujeres que van a hacer una denuncia y no tienen todo ese apoyo y respaldo.
--Parece un mensaje disciplinador para el resto de las mujeres que sufren una violación.
--Sí, tal cual. Como si les dijeran “mejor no hagas la denuncia porque mirá lo que te va a pasar”.
--Cuál es tu impresión: ¿se va a poder terminar el juicio y llegar a una condena finalmente?
--Pienso que sí. Creo que es imposible que esta persona siga zafando.
--Pasaron algo más de tres años de la denuncia de Thelma Fardin. ¿Qué análisis hacés del impacto que tuvo en el medio artístico que se animara a contar un episodio tan grave sucedido en 2009 que involucraba a un actor protagónico de telenovelas?
--Es un ante y un después. Cuando la vi a Thelma ese día me puse a llorar y me revivió muchísimo eso que me había pasado a mí. Viste que nos cuestionan que hablemos después de tanto tiempo... y una habla cuando puede. Nadie sabe lo que uno siente en el cuerpo, lo que borra; a veces te podés sentir culpable o no entender bien qué pasó porque estaba todo tan desdibujado. Yo la felicito, la aplaudo. Me parece muy valiente, una mujer muy inteligente además, que se preparó muchísimo para estar ahora donde está, por eso me parece tan injusto lo que está viviendo. Debería saberse de todos los que han abusado pero parece que de algunos no se destapa. Ahora saltó lo de Fabián Gianola.
--¿Se conocían las situaciones que se denunciaron contra él?
--Yo no tenía referencias pero tampoco trabajé tanto con él. Cuando empezó a salir a la luz lo de Juan justo él estaba trabajando con mi hija mayor. Me acuerdo que en todos lados me preguntaban si a mí me había pasado algo con él. Había hablado Calu (Rivero) pero Thelma todavía no. A mí no me pasó ninguna situación como a ellas. Yo ya era grande, tal vez no le gustaba. Pero en el momento no entendía que él era un violador. Tardé. Lo primero que pensé fue: “Se rezarpó, le mete la lengua a Calu”, que está mal también. Pero con lo de Thelma me dije: “Es un violador”.
--¿Te pareció correcto el pedido de Actrices Argentinas de que Gianola fuera expulsado de la Asociación Argentina de Actores?
--Sí, para mí es necesario. Y también está bien que se los condene y que no puedan volver a trabajar más.
--Hace nueve años que estás al frente de Coronados de Gloria y seguís haciendo teatro, actuando y dirigiendo. ¿Qué lugar ocupa hoy la música en tu vida?
--Es la prioridad, ocupa un lugar muy muy muy importante porque siento mucha felicidad cuando lo hago. Y me gusta mucho todo lo que sucede con la música. Soy supercasera, me gusta mucho estar en mi casa y disfruto de componer en mi casa, hacerme un mate y estar escribiendo canciones, es otra manera de hacer las cosas porque a mí siempre me llega un libro, y tengo que ir a ensayar a un lugar, ser dirigida. Con la música siento que puedo expresar y contar el cuento que yo quiera. El momento de grabación también me apasiona mucho, cuando le paso la canción a los chicos, ellos hacen sus arreglos después vamos y lo grabamos y después, va a la gente. Todo eso lo disfruto muchísimo.
--Saliste de tu zona de confort de alguna manera...
--Sí, salí re de mi zona de confort, porque a mí me daba mucho miedo cantar en público. Cantaba solo frente a mis hijas, ni siquiera ante un amigo porque me daba mucha vergüenza, sentía que no me iba a salir la voz.
--Quién lo iba a creer cuando llevas años subiéndote a un escenario...
--Pero es distinto cantar y actuar. Para probar que podía hicimos el musical “Qué será de ti”, que dirigía Javier Daulte, con Antonio Birabent en el Teatro Maipo. Ahí no tocaba, todavía no tenía mi banda. Pero quise ver sí podía cantar en público porque tenía necesidad de hacerlo. Me dije: si en el estreno no puedo cantar, me hago la desmayada (se ríe). Y pude. Y me empecé a familiarizar con la música. Ya tenía muchas letras compuestas, trabajé con un músico que me gusta mucho y armamos Coronados. Tampoco yo sabía que iba a armar una banda. Eso me agarró de sorpresa también. Ya llevamos nueve años juntos.
--En “El recurso de amparo”, la obra que escribió Laura Oliva y que estás protagonizando en la sala del Centro Cultural 25 de Mayo, también con dirección de Javier Daulte, se pone en juego una historia de una madre que maltrata a sus hijas. ¿Te removió tu propia historia familiar?
--Mi mamá era encantadora muchas veces y amorosa pero por momentos se pegaba a sí misma delante de mí, con sus manos, contra la heladera, contra la pared. Yo estaba sola con ella. Cuando ensayaba la obra yo lloraba mucho. Pienso que mi mamá tal vez tenía una patología pero en esa época en mi familia nadie pensaba que tenía que ir a un psicólogo. Cuando mi mamá murió sentí que me había liberado. Y es feo también decirlo. Y es un poco lo que digo en la obra, porque te deja muy solo. Porque tampoco puedo decir “no la quiero” pero la única persona que yo tenía para que me cuide me hacía daño. Mi papá murió cuando yo tenía 5 años. Pero es un tema, el de las madres que maltratan, del cual no se habla porque está muy arraigada la idea de que la madre es santa y no siempre es así.
--Estás en pareja con el periodista Nacho Levy, uno de los referentes de La Poderosa. ¿Se conocieron durante la pandemia?
--Sí. Fue muy gracioso. Llevaba seis años de estar sola, sin pareja, tal vez con algún encuentro casual. Era el momento en que no había ni la vacuna, en que lavabas todo lo que entraba a tu casa. Fue en agosto de 2020. El comparte un flyer con mi música en Instagram. Yo se lo agradecí y nos quedamos hablando y ahí vi que él ya me había puesto un corazón en una foto y dije “qué raro”, porque yo ni me había dado cuenta y nos quedamos charlando y charlando. Yo estaba bastante sola porque Luciano, mi ex, se había ido a filmar una película por dos meses a Italia y entonces yo estaba al cuidado de nuestra hija Amelia. Me tenía que cuidar mucho, porque no me podía pasar nada porque estaba sola con mi hija, me decía. Hacía como un mes y medio que estábamos hablando y una amiga me dijo: “Glo, yo voy a tu casa y me quedo con vos y me llevo después a Amelia”, porque tiene una hija de la misma edad, y se conocen. El vino y nos conocimos personalmente y ahí arrancamos.
--¿Te queda algo positivo de la pandemia?
--La vida más al aire libre, la gente se volcó a plazas y parques, y el uso del zoom para cuestiones de trabajo, hay cosas que simplificamos, y llegaron para quedarse.