Nada de nada. A casi 20 días de la muerte de 24 personas por la cocaína adulterada, no hay ningún detenido por esos homicidios, no se sabe quién le puso el opioide mortal a la droga, de dónde salió la sustancia identificada -el carfentanilo- ni quienes son los jefes de la organización. El juez Mariano Grammatico Mazzari decidió, en una resolución de 18 páginas, que el caso debe pasar a la justicia federal. Quedaron imputadas seis personas, pero el magistrado aclara que eran la parte de abajo de la organización –“vendedores, custodios de seguridad, satélites-, en la que había “eslabones superiores que participaron en la elaboración, estiramiento, adulteración fraccionamiento y distribución del material altamente nocivo”. O sea, nada de los verdaderos responsables. En paralelo, el juez federal Juan Manuel Culotta -que en su momento fue el nombre de Mauricio Macri para el juzgado electoral de La Plata- procesó a Joaquín Aquino, alias El Paisa, y otros cómplices, pero en las 36 páginas de la resolución no hay ninguna mención a las muertes. El fiscal Paul Starc, otro hombre vinculado con el macrismo, tampoco pidió que se procese por las muertes. Y la realidad es que no hay ni una sola prueba, ni siquiera un anónimo, diciendo que existe la vinculación que se intentó difundir al principio para “dar por esclarecido” el caso de las muertes. O sea, en un expediente, sólo los que estaban en los bunkers, en el otro, narcos, pero pertenecientes a otra organización.

Pichis

El juez Grammatica da por probado que la cocaína adulterada tenía dos miligramos de carfentanilo en las “líneas” que tienen doscientos miligramos. O sea, que es una cantidad mínima, pero catastrófica, mortal.

La conclusión sale del peritaje que mandó a hacer la Procuración bonaerense y en la que intervino el Conicet a partir de un laboratorio en Ciencias Exactas de la UBA. Las muestras con las que se hizo ese estudio fueron tomadas de dos personas que fallecieron. El magistrado dice que los sobrecitos tenían composiciones muy distintas, pero los que estaban en los bunkers de los barrios Puerta 8 y El Gaucho ya tenían termosellado, de manera que se armaron en otro lado, en lo que sería el escalón superior de la organización.

Dado que el juez señala que no se encuentra a la parte de arriba de la banda, el caso lo debería investigar la justicia federal, que -supuestamente- es competente en los expedientes en que se busca a grandes y sofisticadas organizaciones de narcos.

En una palabra, el juez Grammatica admite que sólo tienen a pichis de la banda y que no encontraron ni el lugar donde se le puso el carfentanilo ni instrumentos de corte ni el propio opioide usado para el estiramiento. Aún así, los imputa por los homicidios, pero sabiendo que la clave está en los que cocinaron y cortaron la droga.

El Paisa

El escrito del juez Culotta es mucho más largo. Dedica muchísimas páginas a testimonios de policías que van contando desde agosto pasado las andanzas de El Paisa, su esposa y una banda bastante grande. El puntapié inicial lo dio la Procuraduría que investiga el narcotráfico (Procunar) encabezada por Diego Iglesias. Esencialmente lo que le presentan al juez Culotta y al fiscal Starc, en noviembre, son los datos sobre una organización que le proveía droga a cuatro barrios humildes, Villa Loyola, Villa 18, Villa 9 de Julio y Villa Sarmiento. Hay una larga investigación en la que también existen contactos con Villa Carlos Gardel y La Rana.

Los procedimientos son mencionados en detalle, con vehículos, pasillos, vestimenta y fotos de personas que salían de los bunkers aspirando dosis a la luz pública. Se enumera y hasta se fotografía a los “soldatitos” y “satélites”, o sea jóvenes apostados en distintos lugares para avisar de la posible aparición de “policías o personas raras”. Pero en ningún momento mencionan Puerta 8 o El Gaucho, los dos barrios humildes en los que se vendió la cocaína mortal.

El juez continúa su relato incluyendo procedimientos de enero y de los primeros días de febrero y cuenta que recién el 3 de febrero, y por pedido del fiscal subrogante Miguel Blanco García Ordás, se concretaron nueve allanamientos en los que se detuvo a El Paisa y toda la banda. En casi todos los domicilios se secuestró cocaína, pero en ningún caso carfentanilo.

Todos los detenidos dijeron que les colocaron la droga, pero poco pudieron contestar sobre la prueba que les exhibieron, fotografías, testimonios y otros elementos. El Paisa dijo que trabajaba de carpintero y no tuvo forma de probarlo, por lo que Culotta le señala que eso confirma que vivía de vender estupefacientes.

En las 36 páginas del escrito del magistrado no hay ni una palabra sobre la cocaína adulterada ni las muertes. Todos los imputados fueron procesados por comercio de droga, ninguno por homicidio.

El viejo truco

Hay una conocida maniobra policial, de la Bonaerense y de muchísimas otras fuerzas de seguridad: cuando se produce un caso de resonancia y la opinión pública reclama esclarecimiento, se revisa el archivo de causas anteriores para darle algo rápido a la prensa, simular algo parecido a un esclarecimiento, y descomprimir la presión de los ciudadanos.

Por lo que escribieron ambos jueces -Grammatica y Culotta- parece ser este el cuadro de situación del caso de las 24 muertes. Se allanó a una banda que desde agosto venían siguiendo y, para descomprimir, la vincularon con la cocaína adulterada. Pero los magistrados dicen que no hay relación: no apareció en los escritos ningún vínculo entre la banda de narcos de El Paisa y las muertes. No hay un testigo, no hay siquiera un anónimo, y tampoco apareció carfentanilo en los nueve allanamientos vinculados a esa organización que, según el juez, comandan desde la cárcel Max Alí Alegre, Alicho, y Blas Adrián Gómez, El Gordo.

Todavía podría aparecer algo en una pericia: que en la droga secuestrada al Paisa aparezca algún rastro del carfentanilo. Por ahora, no hay nada.

Vidas

En favor de la Bonaerense y del ministro Sergio Berni está el hecho clave de que inmediatamente allanaron los bunkers de Puerta 8 y El Gaucho, donde se encontraron 1.800 sobrecitos más. Se salvaron así numerosas vidas.

El otro papel protagónico fue el del Ministerio de Salud bonaerense, a cargo de Nicolás Kreplak, que detectó rápidamente el antídoto para tratar a las personas que llegaban a los hospitales en situación gravísima. También eso salvó vidas, incluyendo a personas que ya estaban con respirador.

Vacíos

Pero a 20 días hay una cantidad insólita de preguntas que no tienen respuesta:

*¿Cómo es que llegó el carfentanilo a dos barrios tan humildes? No hay antecedentes de la presencia de ese opioide en la Argentina. Como es sintético, mencionan que se hace clandestinamente a precio bajo. Pero lo cierto es que en el país no hay ningún registro de esa fabricación. Por lo tanto, no se entiende la ecuación económica, no se entiende de dónde salió y por qué aparece en la adulteración.

*¿Quién hizo el corte, el estiramiento?

No se sabe. El juez dice que en los allanamientos en Puerta 8 y El Gaucho no se encontró instrumental para cortar ni ninguna sustancia utilizada para estirar la droga. Todos los sobrecitos contenían cocaína, lactosa, azúcares reductores y no había de las otras sustancias más tradicionales, cafeína, dipirona, bicarbonato, xilocaína. O sea, del origen de la droga adulterada, nada.

*¿Cuál es la banda?

La investigación sobre El Paisa exhibe el interior de una organización: una cabeza, un cocinero, distribución en distintos barrios. Acá, sólo los que vendían y cuidaban los sobrecitos. Los verdaderos culpables de los homicidios, no aparecen.

*¿Qué complicidad policial tenía o tiene la banda que adulteró la droga?

Ninguno de los dos jueces menciona nada de nada sobre complicidad policial. No hay una palabra. Se difundió una larga historia de uniformados millonarios que cobijaban a la banda de El Paisa, Alicho y El Gordo. No hay mención alguna y en el juzgado afirman que se trata de una novela periodística sin fuentes y sin nombres reales.

Los vecinos de Puerta 8 y El Gaucho afirmaron ante el periodismo que fue a cubrir el caso de las muertes que un patrullero pasaba a recoger un peaje para que los bunkers siguieran funcionando. No hay mención alguna. Existe un dato dramático e incontrastable: el bunker de Puerta 8 fue allanado el 18 de diciembre y seguía funcionando. ¿Nadie se dio cuenta?

Es posible que, a esta altura, una parte de la opinión pública se haya quedado con la sensación de que el dramático caso de las 24 muertes por cocaína adulterada se logró esclarecer. Lo que queda claro por los escritos de los dos jueces, es que no se esclareció nada y la mayor parte de las preguntas, están sin respuesta.