Patronato y Talleres siguen sin poder ganar en la Copa de la Liga Profesional. En Paraná y en un paupérrimo partido, igualaron 0-0. Los entrerrianos tuvieron las situaciones más claras pero se toparon con las buenas atajadas del arquero Guido Herrera. Los cordobeses, que no han marcado un gol en lo que va del torneo, aguantaron el empate con un hombre menos en el segundo tiempo por la expulsión del defensor Ramiro González.

Fue pobre el primer tiempo, escaso en emociones y buen juego. Patronato tuvo más la pelota, pero cuando la tuvo, no se le ocurrió nada interesante. Faltaron luces e imaginación del medio en adelante. A tal extremo que su única llegada sucedió a los 43 minutos, cuando un cabezazo de Lucas Barrios salió por encima del travesaño.

Lo de Talleres no resultó mejor porque ni siquiera pudo manejar la pelota y las pocas veces que lo logró, la malgastó en una infinidad de malos pases y la perdió demasiado rápido. La media cancha falló en generar fútbol y el equipo pareció extrañar la ausencia de Garro. Un tiro cruzado de Matías Esquivel que salió cerca del palo derecho fue la única situación que los cordobeses fueron capaces de provocar en una etapa inicial que no dejó casi nada.

Angel Hoyos movió su tablero e hizo tres cambios en Talleres para el segundo tiempo:  salieron Malatini, Esquivel y Méndez e ingresaron Catalán, Godoy y Oliva. Pero antes del primer minuto de juego, Patronato pudo haberse puesto en ventaja cuando Herrera le tapó un mano a mano a Diego García. Y a los tres, fue expulsado Ramiro González por doble amonestación y los cordobeses se quedaron con un hombre menos.

Para no ser menos que Hoyos, Iván Delfino, el técnico de Patronato, metió cuatro cambios en un mismo movimiento: se fueron Banega, Medina, García y Barrios y entraron Ortíz, Castro, Sosa y Herrera) con la idea que quebrar las dos líneas de cuatro que acomodó Talleres para aferrarse al cero. Los entrerrianos volvieron a tener la pelota casi con exclusividad. Pero pudieron fabricar una sola situación: una media vuelta de Sosa que Herrera mandó al córner. Hasta el final, el partido se fue deslizándose por una pendiente de aburrimiento que solo se acabó con el último pitazo del árbitro Andrés Gariano.