Desde Londres 

En su primer discurso de campaña desde el atentado en Manchester, el líder del laborismo Jeremy Corbyn señaló que el ataque suicida es una clara señal de que la política exterior británica y la guerra contra el terrorismo son un fracaso. “Tenemos que tener la valentía de admitir que esta política no está funcionando. Muchos expertos, entre ellos muchos de nuestros servicios de inteligencia y seguridad, han señalado la conexión entre las guerras que ha apoyado nuestro gobierno y el terrorismo que estamos sufriendo. Un gobierno laborista promoverá una política exterior que reduzca y no incremente la amenaza terrorista. Ver al ejército en nuestras calles es un claro indicador del fracaso de la política actual”, dijo Corbyn.

El discurso, que siguió a cuatro días de virtual silencio en la campaña electoral por el atentado, encendió nuevamente la lucha política de cara a las elecciones del 8 de junio. Los conservadores, que identifican al tema de seguridad como el talón de Aquiles de Corbyn, fueron por la yugular. El canciller Boris Johnson, flanqueado en la reunión de la OTAN por el canciller estadounidense Rex Tillerson, indicó que las declaraciones del líder laborista eran una “verdadera monstruosidad” y que resultaba “extraordinario e inexplicable que precisamente en esta semana haya un intento de justificar o legitimizar las acciones del terrorismo”.

En la misma vena, al calor de la campaña se pronunció Tim Farron, líder de los liberal-demócratas, cuarta fuerza parlamentaria. “Hace pocos días un joven armó una bomba, se metió en un concierto pop y mató deliberadamente a menores. Las familias están de duelo. La comunidad está traumatizada. Y Jeremy Corbyn elige este momento para hacer política con este dolor. Es grotesco. No estoy de acuerdo con lo que dijo, pero estoy mucho menos de acuerdo con el momento que eligió para decirlo. Eso no es liderazgo”, dijo Farron.

En su discurso Corbyn fue muy cuidadoso en dejar en claro que el único culpable del atentado era el o los terroristas que lo planearon y ejecutaron. “Quiero que quede bien claro que ningún argumento justifica ni por asomo el horror que vivimos con la masacre de esta semana. Lo que propongo es una política que sea dura con el terrorismo y dura con las causas del terrorismo. Necesitamos una política mucho más sutil e inteligente para combatir al terrorismo”, señaló Corbyn.

La frase “dura con el terrorismo y dura con las causas del terrorismo” es un eco de la famosa frase del ex líder laborista y archirival de Corbyn, Tony Blair, sobre la delincuencia (“tough on crime, tough on  the causes of crime”). En plena campaña, con una cobertura mediática furiosamente anticorbynista, habrá que ver cómo llegan a los votantes los matices que pretende introducir Corbyn en el debate sobre el terrorismo.

El vínculo es indudable. En 2005 un atentado suicida en el transporte público de Londres dejó un saldo de 54 muertos y más de 700 heridos. En su mensaje los suicidas mencionaban la invasión de Irak y la ocupación del país por fuerzas extranjeras. Las cosas no han cambiado gran cosa en los últimos 11 años a pesar de que el Reino Unido retiró sus tropas de Irak. En 2011 fue el principal artífice del derrocamiento de Khadafi en Libia, una intervención internacional que, bajo la bandera de la democratización, abrió la puerta al caos: el país se encuentra en una virtual guerra civil desde entonces.

Uno de los más conocidos polemistas británicos, Simon Jenkins, señaló ayer que el mensaje de Corbyn es perfectamente lógico. “Cuando Tony Blair, Gordon Brown y David Cameron intentaban explicar por qué tenían que invertirse sangre y fondos británicos en derrocar a regímenes en Afganistán, Irak y Libia el mensaje era claro: ‘para evitar que el terrorismo llegue a las calles británicas’. Cuando esta política lleva a un incremento más que disminución del terrorismo, tenemos derecho a estar de acuerdo con Corbyn en que aquella política ha fracasado. Se derrocaron gobiernos, murieron decenas de miles de civiles, tan inocentes como los de Manchester, y el terrorismo continúa. No tiene sentido decir que no hay ninguna conexión entre nuestra política exterior y el terrorismo cuando nosotros somos los primeros en hacer esa conexión para justificar una intervención en un país extranjero”, dijo Jenkins.