Esta huelga y movilización del 8 de marzo no es cualquiera. Sucederá tras dos años de pandemia que obligaron al movimiento feminista a reinventarse en los territorios de la urgencia, a tener menos posibilidades de ocupar las calles multitudinariamente, a sumergirse en formas menos visibles pero persistentes de organización.
Eso hace que la propia movilización no sea tan sencilla: hay que batallar contra el aislamiento, contra la mayor precarización acumulada en los bolsillos y en los cuerpos y contra el agotamiento de un bienio excepcional. En segundo lugar, se trata de un 8M que se enjambra con coyunturas en las que el movimiento feminista está interviniendo de modo ineludible: negociación de la deuda externa en Argentina, proceso constituyente en Chile, campañas frente a las elecciones en Brasil y en Colombia -¡con el flamante aborto libre!-, discusión del referéndum contra leyes de la coalición gobernante en Uruguay, por nombrar algunas situaciones dilemáticas regionales.
En distintos países de Europa, donde acaba de ser electa como presidenta del Parlamento Europeo una reconocida anti-abortista, la intervención antifascista es transversal, contra una derecha que se envalentona con discursos antifeministas y antimigrantes . Esto pone de relieve una constatación: los feminismos no plantean meramente agendas aisladas y específicas, sino una política de transformación social en disputa directa con estos tiempos reaccionarios.
¿Cómo se prepara este 8M en distintas geografías? ¿Cuáles son, esta vez, “las preguntas que hacen movimiento”, para evocar la preciosa fórmula de la feminista chilena Julieta Kirkwood? ¿Con qué consignas se teje el texto de las calles? ¿En qué se piensa cuando se llama a la huelga y a la jornada de lucha histórica? ¿Qué horizontes se plantean los feminismos para hacer futuro? Aquí una cartografía parcial para tramar orientaciones colectivas, compartir estrategias y, una vez más, evidenciar la fuerza internacionalista que hace del movimiento feminista una marea de múltiples ritmos y afluentes.
Recuperar tiempo y calle
Cuando la pandemia y sus rutinas trastocadas a favor de más trabajo pago y no pago, mezclado con la penuria de la enfermedad y la muerte, parece aplastar el tiempo, los feminismos hablan en futuro. El 25 de noviembre pasado, circularon dos banderas que llamaron la atención por el verbo compartido. La Colectiva Feminista en Construcción de Puerto Rico extendió sobre un puente un enome lienzo que decía: “Vendrán tiempos mejores, los estamos construyendo” y desde la Coordinadora 8M de Chile levantaron pañuelos violetas con la consigna: “Se viene la huelga feminista. 8M”. No dejarse arrebatar lo que vendrá, abrir desde el aquí y ahora lo que viene es, sin dudas, una potencia política. Más aún en un momento donde producir tiempo para organizarnos -y, por tanto, detener el flujo sin fin de tareas y preocupaciones, reflexionar juntes y evaluar hacia dónde vamos- es una de las tareas más difíciles.
En Argentina varias reuniones, asambleas y coordinaciones ya arrancaron. ¿Volvemos a las calles? ¿Nunca nos fuimos? Alrededor de ese eje giran algunas conversaciones. Desde el sindicalismo, Ana Lemos, Secretaria de Interior de la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina (UOLRA) dice: “Nunca dejamos la calle porque estuvimos poniendo el cuerpo de otras maneras, desde otro lugar, después de dos años realmente necesitamos esta movilización. Volver a encontrarnos y movilizarnos nos parece central y nos va a servir para marcar y ampliar una agenda feminista a lo largo del tiempo. Cada 8M nos sirve para generar más organización”.
Ese diagnóstico lo hace también Dina Sánchez de la UTEP: “La pandemia a la vez nos detuvo y sin embargo no dejamos de ponerle el cuerpo”, dijo la referente que hoy sostiene el debate cada vez que se habla de “convertir” los planes sociales en trabajo “genuino”. “Siguen creyendo que el cuidado no es trabajo”, agregó. Johana, de La Garganta Poderosa y referente de la Casa de la Mujer de la Villa 31, señala la importancia de reclamar salario para las trabajadoras comunitarias, y resalta que nadie se pregunta quién cocina las toneladas de comida que gestionan los comedores. Contar lo que sucedió en la pandemia, como pasa en cada encuentro feminista cuando se vuelve a la presencialidad, es parte de listar colectivamente qué se hizo, dónde se estuvo y, a la vez, narrar por qué es necesario volver a un encuentro en la movilización colectiva.
Desde Neuquén, Ruth Zurbriggen, de la colectiva La Revuelta que ya viene realizando sus reuniones, explica: “Necesitamos reconstruir la trama, esto tiene que ser parte de lo que nos mueva hacia el 8M para ocupar las calles con esa telaraña potente que desde los feminismos sabemos producir para insistir intergeneracionalmente con todo lo que nos deben”. Si la huelga durante estos años fue un proceso de múltiples formas, hoy esa dinámica se ve impactada por espacios domésticos más cargados, con tarjetas SUBE sin crédito, con un cansancio producido por no parar de atajar emergencias cotidianas y de hacer malabares para estirar el dinero. “Nos toca intervenir en medio de un debate que parece envenenado sobre el pago de la deuda externa, una deuda que a todas luces no pagarán quienes se fugaron los millones del préstamo”, agrega Ruth.
Los ejes que ya se debaten en muchos espacios tienen a la deuda en el centro. “La deuda es con nosotres” es una consigna que se levanta desde 2020 para conectar reclamos laborales, territoriales, económicos y contra las violencias, en saga desde 2018 con “vivas, libres y desendeudadas nos queremos”. Pero ahora es más urgente que nunca, en medio de la negociación con el FMI. Luci Cavallero, desde el colectivo Ni Una Menos, señala: “La denuncia del endeudamiento externo no es nueva, desde el 2018 cuando el gobierno de Mauricio Macri nos llevó al peor proceso de endeudamiento de nuestra historia, los feminismos hemos planteado que la deuda externa es una guerra contra la posibilidad de vivir una vida libre de violencias, contra la posibilidad de aumentar los presupuestos para políticas de género y que reparen las desigualdades que arrastramos. Por eso el marco de este 8M es especial, tenemos un enemigo que a todos luces va intentar recortar derechos y se llama Fondo Monetario Internacional. Hay que discutir la deuda en todas sus dimensiones (su legitimidad, sus cómplices locales que se enriquecieron y fugaron ese dinero, sus formas de chantaje en el día a día) y no solo el 8 de marzo, sino hasta que no quede ni un solo funcionario del FMI en Argentina”.
Actuar en tiempos turbulentos
La cuestión del trabajo atraviesa también los diagnósticos y reclamos: reconocimiento salarial para los cuidados, debates por cómo los empleos que se empiezan a “recuperar” después de la pandemia son más precarios, paritarias, y la sobrecarga psíquica de sostén en la pandemia que no desaparece con la vuelta a la presencialidad. La urgencia anti extractivista es también clave en esta coyuntura, como responsable de las sequías y los incendios inéditos que en los últimos tiempos surcan todo el país y afectan directamente a los precios de los alimentos. “Este año no podremos hacer verdurazo para el 8M -anunció Rosalía Pellegrini de la Secretaría de Género de la Unión de Trabajadorxs de la Tierra- porque la sequía nos redujo muchísimo lo que pudimos cosechar”. A nivel regional se cruza transversalmente la impugnación a la violencia patriarcal del sistema judicial y de la reacción conservadora, anti derechos lgbtqli y anti migrante. NiUnaMigranteMenos hará intervenciones al respecto este 8M en la propia movilización, visibilizando reclamos transfronterizos; también la campaña por “libertad a Laura Villalba, la aparición con vida de Lichita, y por justicia por las dos niñas asesinadas” en Paraguay.
En Chile, la huelga feminista tendrá como consigna “¡Vamos por la vida que nos deben!”. Se viene cocinando en el encuentro plurinacional de las que luchan. Por eso, Wayra Villegas, nueva vocera de la Coordinadora 8M, subraya que la preparación de la huelga “es un proceso colectivo y continuo que desemboca en el 8M”. ¿Qué anhelan a días de que asuma Gabriel Boric la presidencia? En una lista hecha a mano en una de las asambleas de estos días se leía que esperan “ser marea en las calles”, “nueva constitución”, “llegar a todos los territorios”, “contra la impunidad de Piñera”, entre otras. “Una de las grandes preguntas movilizadoras, para citar a Kirkwood, es por esa dicotomía entre institucionalidad y movimientos sociales, porque el reto es entrar y transformar esta institucionalidad tan patriarcal, ahora estamos en la primera fila y nuestra fuerza implica una apuesta a una democracia paritaria, plurinacional, sin techo, para superar el modelo neoliberal. Esto nos lleva a estar en la institución como un ejercicio constante para transformar el país”, agrega.
“La coyuntura que nos toca está marcada por un ciclo de movilizaciones que se han visto intervenidas por el contexto pandémico y por eso estamos en un proceso de recuperación de las calles, del espacio público y de la movilización. De modo más próximo, enfrentamos el fin del gobierno de Piñera que se va con completa impunidad después de haber violado sistemáticamente los derechos humanos. Estamos también a puertas al cambio de mando que es posible entre otras cosas por la fuerza feminista, de mujeres y disidencias que tuvieron una potencia mayoritaria para detener el avance de la extrema derecha a la que nos vimos enfrentadas en la segunda vuelta. Por último, estamos en medio del proceso constituyente del que somos parte, construyendo una alternativa de los pueblos, donde ir articulando horizontes emancipadores que abran paso a un Chile plurinacional, post extractivista, con un protagonismo popular y feminista en su corazón”, agrega Javiera Manzi, también militante de la coordinadora e involucrada en la constituyente.
Este 2022 viene con un cronograma electoral cargado, pero decisivo en Brasil. “Aquí atravesamos la pandemia con un gobierno negacionista, que dejó al pueblo a su propia suerte. Hoy tenemos más de 600 mil muertxs por Covid, récord de desempleo, aumento de la violencia contra las mujeres, hambre y miseria. Enfrentar esta realidad tiene que pasar directamente por la derrota de Bolsonaro y de su proyecto misógino, racista y excluyente”, dice a Las/12 Mónica Benicio, compañera de Marielle Franco, legisladora feminista y lesbiana. “Por eso, en este 8 de marzo vamos a gritar #fuerabolsonaro por las cuatro esquinas del país!”, se entusiasma. Otra red de colectivas en Brasil también convoca al 8M con la propuesta “Marea feminista Fuera Bolsonaro” y argumentan lo mismo: en el año electoral, derrotar al actual presidente es la tarea más importante y la lista de razones es conocida pero impacta volver a leerla. Destacan que el Ministerio de las Mujeres, a cargo de la anti abortista Damares Alves, ha sido transformado en un “centro de odio”, orientado por políticas anti-género y fundamentalistas contra el aborto legal; a la vez que ha aumentado el asesinato de personas negras en sus comunidades, en los trabajos y en los supermercados “por el incentivo de las declaracaciones racistas presidenciales”.
En Uruguay, Tejido Feminista, integrado por colectivas feministas, compañeres de sindicatos, cooperativas de vivienda, del arte, la comunicación, la educación, vienen reuniéndose en plazas y haciendo distintas actividades de “preparación”. Han consensuado hacer huelga y marchar hacia el mar: “Nuestra huelga es de trabajo productivo y reproductivo, nuestro deseo es disponer de tiempo para nosotraes y entre nosotras y nosotres. Este año elegimos enfatizar además que nuestra lucha es anti extractivista, porque nos preocupa el ecocidio y los múltiples despojos sobre nuestros territorios, y porque sabemos que la vida se sostiene desde la interdependencia. Por eso este 8M nos convocamos a marchar hacia el mar y decimos que “Somos agua cuando la realidad es piedra”. La central obrera PIT-CNT convocó a huelga general para el 8M lo que ha abierto una polémica. El argumento es que es una medida de fuerza frente al referéndum para derogar 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (una ley neoliberal promovida por el actual gobierno y aprobada en pandemia) que será el 27 de marzo. Dicen desde Tejido Feminista: “la convocatoria del movimiento sindical a realizar un paro mixto ha habilitado y reforzado los discursos que pretenden negar nuestra autonomía y potencia, despolitizar la huelga y colocarnos como un tema específico de una agenda supuestamente más amplia”.
En Ecuador, mientras tanto, la primera asamblea por el 8M es hoy. El contexto es difícil: este último tiempo las fuerzas del movimiento feminista se concetraron en una ley que legalice aborto por violación que sea “justa y reparadora”. “Si bien se aprobó la ley, no cumple con lo que el movimiento buscaba, se establecen plazos de 12 semanas para adultas y excepcionalmente 18 semanas a niñas, adolescentes y mujeres de la ruralidad. Además de que aun el presidente puede vetarla”, señala Ana María Morales, de la colectiva Amazonas.
Diagnóstico de la crisis
En Italia, desde NonUnaDiMeno han elaborado una carta abierta de convocatoria que cierra con la consigna “La huelga feminista y transfeminista es para todes”, con evocaciones que parecen homenajear a bell hooks y su apuesta por un feminismo para todo el mundo. Los temas de vivienda, gastos acumulados por salud, precarización laboral y violencia sexual se entrelazan. Dice Maia Pedullà, de NonUnaDiMeno de Génova: “Es una huelga contra la violencia patriarcal en todas sus formas, en la que una de las palabras clave es la ruptura del aislamiento”. Y agrega: “Este año hemos decidido convocar a los sindicatos de base, lo cual no era del todo previsible, y es una señal de relaciones políticas y de reconocimiento acumulado. Pero hay que tener en cuenta que estamos en una situación de fuerte crisis social, con pobreza y precariedad crecientes. En Italia, la inflación está en su nivel más alto desde 1996, y la crisis energética se traduce en el aumento de las facturas de electricidad y de gas; además, soplan vientos de guerra desde la no lejana Ucrania”.
Los puntos urgentes que singularizan los reclamos de este 8M subrayan los despidos a las trabajadoras que tuvieron que quedarse en casa para cuidar hijes y adultos mayores: “Esta es una de las cifras más macroscópicas de la tendencia pandémica, junto con el aumento de la violencia machista. También reclamamos por los derechos de las personas lgbtqa+, que este año han visto cómo se rechazaba en el Parlamento una ley contra los delitos de odio y que llevan meses agitando las calles del país”.
Desde la Women's Strike Assembly de Inglaterra, planean movilización nacional con protestas en varias ciudades con la consigna “¡Vivas nos queremos!”. En Londres, en particular, se llama a huelga para denunciar “las violencias policiales y estatales, y contra las trabajadoras sexuales”.
En Berlín, la colectiva Alianza de Feministas Internacionalistas empuja la consigna “Rompemos las fronteras. Destruimos al fascismo”. Elles nos cuentan: “En Berlín siempre tenemos dos marchas el 8M: una que es más grande donde también van partidos y sindicatos, mixta, con demandas explícitamente feministas y otra protagonizada por las colectivas migrantas y mujeres racializadas que toman el liderazgo en una apuesta de carácter internacionalista, anticapitalista, anticolonial y antiracista. Organizamos marchas para mujeres, lesbianas, travesti, trans y no binaries el 8M y el 25N focalizando en el racismo y los crímenes cometidos en las fronteras, las exportaciones de armas de Alemania, y las continuidades coloniales en estas crueldades. Por eso, para nosotres la solidaridad y resistencia internacionalista es clave”.
Cultivar el internacionalismo
En España, la activista feminista Justa Montero explica: “El contexto en el que se viene gestando este año el 8M aquí es la puesta en evidencia de los efectos de la crisis sanitaria superpuesta a la crisis sistémica que ya venía marcando nuestras vidas: hablamos de la precariedad en todas las esferas de la vida, económica, medioambietal, y la precariedad de las vidas marcadas por las violencias, las brutales violencias machistas y la violencia social que supone la desposesión de recursos, de vivienda, de derechos, de servicios, de tierra, de dignidad”. Para Montero, “los discursos y prácticas antifeministas de la derecha y la extrema derecha tan presentes en la política “española” buscan criminalizar este potente movimiento feminista. Como todos los años, se están levantando muchos lemas pero destacaría uno, que es el de la convocatoria de la manifestación de Madrid: “Derechos para todas, todos los días. Aquí estamos las feministas”. ¿Dónde están las feministas? “Impugnando al sistema y tratando de abrir alternativas para hacer que nuestras vidas sean vidas dignas”, agrega. En unas jornadas recientes sobre sindicalismo feminista en Madrid tituladas “Organizarnos es empezar a vencer” han puesto en común los aprendizajes de las hulegas feministas junto a las luchas en pandemia, protagonizadas por trabajadoras de hogar, jornaleras de la fresa, migrantes, docentes, trabajadoras sexuales, trabajadoras de la sanidad, e inquilinas amenazadas de desalojos. Rafaela Pimentel, de Territorios Domésticos, hizo una síntesis pensando en cómo reactivar: “necesitamos feminismos que sean reivindicativos y combativos pero también creativos. El ejercicio de contar la huelga nos vuelve a estremecer con lo que hemos hecho y nos permite pensar hacia dónde queremos ir”. El 8M está en proceso.