Fue a fines del siglo XIX cuando la ciencia, de la mano de la psiquiatría, comenzó a estudiar la relación entre la sexualidad y las enfermedades mentales. Antes de esto lo sexual se consideraba como un tema obsceno e inapropiado. A partir de las contribuciones de Krafft Ebing y su texto Psicopathia sexualis (cuya primera edición data de 1889) Havelock Ellis formuló los principios del desarrollo de una nueva disciplina: la sexología.

Esta scientia sexualis, tal como la llamó Foucault, acuñó términos como los de perversión, fetichismo, sadismo, masoquismo e inversión en referencia a los homosexuales. Freud tomó en cuenta estos desarrollos, contemporáneos a la consolidación de las bases del psicoanálisis, y los describió en el primero de sus Tres ensayos para una teoría sexual. Sin embargo, Freud tomó distancia de los estudios sobre la ciencia sexual. En su texto Freud realizó una operación que él mismo describió en el prólogo de la reedición de 1920 como “la ampliación del concepto de sexualidad”. Con el estudio de las perversiones y fundamentalmente con el descubrimiento de la sexualidad infantil, Freud estableció una diferenciación entre genitalidad y sexualidad. El hecho de que distintas zonas del cuerpo pudieran tomar un valor erógeno y el concepto de “pulsión sexual” le permitieron a Freud considerar la sexualidad más allá del acto de copulación. La sexualidad humana dejaba así de tener un objeto predeterminado como en el caso del instinto sexual animal.

Lacan destacó el estatuto de acontecimiento de los descubrimientos freudianos. Consideró que a partir de Freud la sexualidad estaría articulada al inconsciente. Para Lacan el hecho de que las personas seamos seres hablantes y vivamos en un mundo determinado por el lenguaje, que incide sobre los cuerpos, desarregla la ilusión de la copulación armónica. Lacan planteó que “El significante no está hecho para las relaciones sexuales.”

Ahora bien, las terapias sexuales, ¿pueden resolver este problema? La sexología se ha ocupado desde sus comienzos de los problemas en el acto sexual y de la obtención del orgasmo. Apunta a resolver las disfunciones sexuales a través de diversas técnicas y conductas, mediante cierto tipo de adiestramiento y la reeducación de aprendizajes erróneos. Prometen soluciones en un tiempo breve.

¿Resuelven estas terapias el problema del deseo? ¿Existen técnicas que puedan abordarlo? Lacan, en su Seminario El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica nos dice: Cuando Freud afirma que el deseo sexual está en el centro del deseo humano, todos sus seguidores le creen, tanto le creen que quedan persuadidos de que es muy sencillo y lo único que falta es hacer la ciencia de ello, la ciencia del deseo sexual, fuerza constante. Basta con apartar los obstáculos, y la cosa marchará sola. Basta con decirle al paciente: usted no se da cuenta, pero el objeto está ahí. (…) Pero la cosa no marcha.

Estos distintos abordajes nos permiten plantear una pregunta: ¿quién puede arrogarse un saber sobre el sexo?

Sobre estos preguntas versará la cuarta clase del Curso de verano “Lacan y la psicología” precisamente sobre las ciencias de lo sexual, que dictaremos en Colegio Estudios Analíticos el último sábado de este mes a las 10 por zoom.

 

*Analista practicante miembro de Colegio Estudios Analíticos.