“A partir de este momento le explicaré a usted mi visión del fútbol del futuro”. La declaración se da hacia la mitad del primer episodio Bilardo: el doctor del fútbol (HBO Max, estreno este jueves 24). Gracias a un extracto de un programa de televisión inconfundiblemente ochentoso, el mismo protagonista se explaya con sus ideas sobre un pizarrón. Pero en este documental hay más que revoluciones tácticas sobre la apuesta del 3-5-2. Los perfiles vienen de todas partes, en volumen y a gran velocidad, tal como pretendía que lo hicieran los laterales-volantes. Revolucionario, maestro, neurótico, obsesivo, cobarde, misterio, son apenas algunos de los términos que salen de la boca de quienes han conocido a este superador de Maquiavelo en su obsesión por la victoria.
El objetivo del proyecto es triple: explorar su trayectoria, atravesar un cuantioso anecdotario y presentar el costado alejado del banquillo y de las cámaras. Dirigido por Ariel Rotter, producido por Federico D’Elia, Cune Molinero y Alejandro Turner, más los guiones de Sebastián Meschengieser y Gustavo Dejtiar, Bilardo: el doctor del fútbol tiene la virtud de asemejarse con el propio retratado aunque sus responsables sepan cómo y cuándo tomar distancia para no quedar en off side. Es, entonces, un panteón desmesurado, intenso, contradictorio, querible y abrasivo que se apoya en un enorme trabajo de archivo, entrevistas y edición. Obviamente está su lista de éxitos (los dos Mundiales, la antinomia con Menotti, su conflicto con Alfonsín, las cábalas, el bidón, los pinchazos, por mencionar algunos) pero también se exhibe otro cancionero.
Los títulos de los cuatro capítulos (“El hombre más odiado”; “Perdón Bilardo”; “Un' avventura in piu” y “Me olvidé de vivir”) son bastante elocuentes de sus propósitos. El inicio es con su nombramiento al frente del seleccionado en 1983, cómo apostaron desde la Casa Rosada y El Gráfico para echarlo del puesto, hasta el rasposo partido con Perú en las eliminatorias a México. El segundo tramo examina la consagración mundialista y el siguiente lleva el bilardismo al máximo nivel con el repaso de Italia ’90. Para el cierre queda su caleidoscopio profesional (Sevilla, Libia, Boca, Estudiantes), empresas que naufragaron como la frustrada concesión del Parque Newbery y su candidatura presidencial en el 2001.
Las entrevistas realizadas dentro de su proyección política son hilarantes. “La plataforma mía va a ser por lo menos de quince centímetros, con hierro del diez, buena, buena, buena. Cemento, piedra y arena, y después unos buenos barrotes”, declara. También hay espacio para la reconversión mediática entre la radio y su propio programa de tevé dominguero al estilo La familia Benvenuto. “Las nuevas generaciones son bilardistas, termina ganando la batalla cultural en este último tiempo, no como técnico sino como personaje”, declara el periodista Andrés Burgo. La espinosa cuestión sobre su estado de salud actual, cabe decir, asoma en los últimos tramos logrando eludir el amarillismo como el golpe bajo.
Bilardo: el doctor del fútbol arranca con una anécdota del Cholo Simeone (cuenta que lo hizo entrenar en jeans para imaginarse como lo marcarían los rivales) pero lo que marcará el tensor narrativo es lo que sigue tras los títulos: un video casero registrado por el propio DT. El círculo más íntimo da cuenta de que Zubeldía, la vida sexual de los jugadores o una dura lesión del Checho Batista estaban por sobre la convivencia familiar. Detrás del relato risueño de unas “vacaciones” a Mar del Plata (se volvió a su casa tras desayunar en el Atalaya) aparece la clave dramática sostenida por las figuras de Gloria -esposa- y Daniela –hija-. Para alguien que vivía 24X7 para el fútbol, esa dinámica llevó a roces muy fuertes. “Hay relaciones que de afuera nunca las podemos entender, pero a los que le toca vivirla se entienden bien”, señala Simeone. El actual técnico del Atlético de Madrid, en realidad, no habla de lo familiar sino del vínculo entre Bilardo con Maradona reflejada con abrazos, desplantes, piñas y su química inestable.
Bilardo, célebre por su colección de videos (entre la memorabilia, se pudo rescatar hasta la primera cámara Panasonic que usó en la AFA), tuvo el hobby de registrar su día a día. Es por ello que la serie tiene una veta de found footage con tomas de Bilardo distendido en una pileta, en la fiesta de 15 de su hija, en su fiesta de casamiento y cargando una carretilla cual albañil. Todo el plano íntimo está ligado a algún hecho significativo en lo profesional. ¿Un ejemplo? Se exhiben sus virtudes como bailarín mientras los mundialistas recuerdan que el grupo del ‘86 se conformó tras haberlo visto en una fiesta. ¿Otro? El video hasta ahora desconocido que Maradona grabó para el casamiento de su hija. “Daniela, dejame que felicite a tu novio porque se lleva el hijo varón que Carlos nunca tuvo. Viene a ser mi reemplazo”, expresa el 10.
La tercera pata clave de Bilardo: el doctor del fútbol radica en la calidad de las entrevistas. Lo que aportan sus dirigidos (Pumpido, Ruggeri, Giusti, Simeone, Verón, los vascos Goycochea y Olarticoechea), gente de su riñón y de la otra vereda, está lejos del efecto de cabezas parlantes. Cada palabra de su colaborador Miguel Angel Lemme es colosal y Carlos Pachamé le suma emotividad al vestuario. También están las declaraciones inesperadas. “Bilardo es un cagón, un tipo que le tiene un miedo espantoso a la derrota”, lanza Fernando Signorini por fuera del casete y del panegírico. Pacho Maturana cree que su paso por el América de Cali fue crucial para la modernización en el fútbol colombiano y el flaco Menotti reconoce la calidad del juego que tenía su Estudiantes campeón del ‘82. Claro que también se manifiesta la guerra verbal entre ambos con munición de todo calibre. “Una manera de atacar a Bilardo era decir que era un grasa porque le gustaban los Wawancó mientras que a Menotti escuchaba Paco de Lucía”, se oye por ahí. Los periodistas (el mencionado Burgo, Daniel Lagares, y José Luis Barrio) están muy afilados y dan cuenta del sentido curatorial en el proyecto.
La radiografía no para. La persona que sufría cuando los medios declaraban en su contra (“yo lucho con cohetes y ellos con aviones supersónicos”) y aprendió a reírse de sí mismo. El sujeto que tomaba Rohypnol con licor de mandarina en las concentraciones para calmar sus nervios. El padre y esposo culposo. El amigo de los mozos, canillitas y porteros. La parte más indefendible de su libreto también es abordada con lujo de detalles. “Un experto en bioquímica”, lo define Roberto Mariani, asistente de la Selección nacional al referirse al bidongate. “Su manera de pensar al fútbol es que la única opción es ganar y para ello es capaz de apelar a cualquier recurso incluso aquellos que rozan el reglamento”, explica Lagares. “El bilardismo es tener el mayor control posible de todas las cosas que rodean a un partido de fútbol”, sentencia Monchi, ex futbolista y hoy dirigente del Sevilla FC. Definida su escuela, Bilardo: el doctor de fútbol se encarga de explorar a su fundador.
“Bilardo nos hubiera mostrado videos”
“Bilardo: el personaje se devoró al DT”, tituló un diario en 2004 luego del episodio del champagne (Gatorei para los entendidos). Bilardo: el doctor del fútbol no se pierde el desopilante momento protagonizado por el DT en el Monumental cuando dirigía a Estudiantes. Los realizadores, sin embargo, recalcaron en su encuentro con la prensa que parte de la premisa era ir más allá de esa figura que hoy circula en memes. “Hay mucho que desconocemos de Carlos y para conocerlo teníamos que ir a su entorno. Daniela, al principio no quería saber nada, pero cuando se dio cuenta del tipo de trabajo que íbamos a hacer, algo con respeto y comprometiéndonos a que la familia iba a ser una protagonista, dieron el sí. Fue una negociación ardua pero valió la pena. Eso y la videoteca personal son las grandes joyitas del documental”, explicó Federico D’Elia.
Para Ariel Rotter, acceder a esa fuente audiovisual y traspasar las puertas de su hogar, supuso un “privilegio”, “condena” y “fetichismo”. “Cada uno de los que hicimos el trabajo estaba interesado en lo que le disparaba esta figura inabarcable. Uno quería ver los sacos que usaba con la Selección. Otro estaba con la frapera. Yo quería hablar con la hija. Nos salvó el anclaje y la estructura que le gana al mundo muy variopinto que propone el mismo Bilardo. Ganó lo que queríamos narrar”, explicó el director de largometrajes de corte intimista como Solo por hoy, El otro y La luz incidente. “Yo hago cine independiente bastante intimista, de atmósfera y climas, pero soy muy futbolero, enfermo, soy muy fanático de Independiente, y en los ’80 había un rival: Estudiantes. Y ese equipo tenía una cara: Bilardo. Así que al personaje le tenía ganas desde hace un tiempo”, dijo el director.
La condición actual de Bilardo, según los responsables, supuso un gran “desafío” y es abordada de modo tangencial en el último episodio. “El archivo y los testimonios nos dieron la posibilidad de construir toda su vida desde otro lugar. Sentimos que era más amoroso y cuidadoso trabajar con el enorme volumen de material que teníamos y proponer viajes con el pasado”, opinó Rotter. D’Elia asegura que el relato no se vio empañado por el pedido expreso de la familia. “Los entrevistados hablan de él en pasado y presente, sabíamos que iba a pasar. Les sucede a todos. Incluyendo a Daniela y Gloria. Y pasó porque a Carlos lo teníamos muy presente y dejó de estarlo. La familia expresó su deseo de no hablar del tema. Y lo respetamos. Aunque si lo hubiéramos hablado demasiado, nos tendríamos que haber ido para un lado que quizás no hubiera sido tan interesante”, señaló el showrunner y pincharrata confeso.
Todos se mostraron fascinados por la persona a analizar. El guionista Sebastián Meschengieser destacó la obsesión mundialista de Bilardo por sobre cualquier otra instancia. “Eso te lleva a una pregunta muy personal. ¿Vale la pena perderse tanto para ganar una copa? Los futboleros creemos que sí. Pero hay algo muy honesto en su postura. Nunca le negó a su familia que debía acomodarse a eso”, expuso.
El productor Alejando Turner priorizó la quijoteada mediática del DT en una época en la que su discurso era objeto de críticas. En los dos primeros episodios, el documental incluye descarnadas intervenciones en cuanto programa de tevé se hablara sobre él. Las capturas y los testimonios de su círculo íntimo evidencian que la batalla le pasaba factura. “Hubo que deconstruir la pelea de Bilardo. Lo que sufrió en lo personal para logar lo que logró se contrapone mucho al Bilardo muy gracioso que conocen los más chicos. El conflicto que llevó adelante es uno de los aspectos más reveladores”, opinó el realizador. ¿Qué hubiera hecho Bilardo frente al equipo encargado de retratar su vida y obra? “Nos hubiera sentado frente a la tele y nos hubiera dicho 'esta escena no va', 'mirá esto', '¿a ver que descubren acá'. Así por horas y obviamente sin darnos un café, igual que como hacía con sus jugadores”, señaló Gustavo Dejtiar.