En el tercer día del juicio que ante la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán se sigue contra el ex obispo de Orán Gustavo Oscar Zanchetta, acusado por abuso sexual simple continuado y agravado en perjuicio de dos exseminaritas, un ex seminarista que durante unos dos años actuó como su chofer, confirmó que religioso se aprovechaba de su jerarquía en la Iglesia para exigirles realizar ciertas acciones, como que le hicieran masajes, y que propiciaba el consumo de bebidas alcohólicas como cerveza, champán y grapa.
El testigo dijo que el obispo se desprendía la camisa y pedía masajes en el hombro y que si alguno se negaba les decía que no se olviden que él era el obispo. Asimismo contó que era habitual que los sábados se juntaran en la casa parroquial de la Iglesia San Antonio o en la casa parroquial de la Catedral o la planta baja o la cocina de la casa del obispado, a ver una película y comer. Al principio solían comer pizzas pero después hacían asados y consumían bebidas alcohólicas.
Cuando lo interrogaron sobre si Zanchetta tenía contacto físico con los seminaristas, el testigo representó cómo eran los abrazos de Zanchetta, indicando que eran siempre desde atrás. Además, dijo que acostumbraba dar besos en los cachetes, lo que no era un comportamiento habitual en un obispo.
El testigo contó que ingresó al Seminario Juan XXIII de Orán en 2012 y continuó hasta el 1 de noviembre de 2014, y como solía hacer las veces de chofer, debía acompañarlo todo el tiempo y que cuando se preocupaba por sus estudios en el Seminario, Zanchetta le decía que se quedara tranquilo porque él como obispo aprobaba todas las materias. Contó también que en su cumpleaños el religioso lo esperó en su dormitorio y le regaló una computadora, añadió que le preguntó por qué lo hacía y Zanchetta le respondió que porque siempre estaba a su lado, y dijo que eso le hizo sentir temor.
Los gorditos, a lavar los platos
Quizás el testimonio más contundente fue el de otro ex seminarista que declaró por videoconferencia. Empezó contando que con el obispo tuvo charlas relacionadas a su sexualidad, por ejemplo, sobre “como era su eyaculación”. Contó que Zanchetta lo convenció para hacerse una circuncisión y después le hacía bromas por la “crema que me debía poner”.
Y luego recordó que una vez, cuando estaba en la cocina, Zanchetta se acercó por atrás y le apoyó sus genitales. Como él reaccionó rechazando ese contacto, a partir de entonces el obispo lo hostigaba y lo maltrataba, a tal punto que decidió salir del Seminario, aunque después regresó por presiones del mismo obispo y de otro sacerdote. También dijo que le contó sobre esta situación al sacerdote Carlos Subelza, pero le respondió que “al ser de Buenos Aires (el obispo) era una persona afectiva”.
El ex seminarista dijo que Zanchetta estaba todo el tiempo en el Seminario y elegía a sus preferidos, que eran chicos “bien plantados”, mientras que a los otros seminaristas los trataba mal. Como ejemplo, recordó que a los gorditos los mandaba a dormir temprano o a lavar los platos.
También ratificó que había conversaciones incómodas, así como consumo de bebidas alcohólicas durante los asados, y que Zanchetta les pedía que le hicieran masajes mientras “él gemía o hacía gestos obscenos”. Al igual que los otros seminaristas, dijo que “los elegidos” tenían privilegios: recibían regalos, podían salir y llevaban una doble vida y hasta podían tener novias, con conocimiento del obispo.
Antes de finalizar su testimonio, contó que Zanchetta siempre mencionaba su cercanía y amistad con el Papa Francisco y que siempre hablaba con él.
Otro ex seminarista contó que fue testigo de abusos de parte del prelado. Recordó que una vez caminaba con una de las víctimas desde la capilla y vio cuando Zanchetta lo abrazó desde atrás y le metió el dedo en la boca. Y añadió que los seminaristas le tenían miedo, porque siempre imponía su autoridad.
En tanto otro ex seminarista dijo que presenció las diferencias que hacía el obispo. El sacerdote mantuvo una relación distante con él y una vez le dijo “qué gordo que sos”.
Por su parte, otro seminarista que testificó ayer, contó que una de las víctimas le dijo “que se encontraba avergonzado” porque en el seminario el obispo le había dado un beso en la nuca. Además, contó que en un viaje que hicieron a Los Toldos en 2017, una de las víctimas le contó que Zanchetta se había sentado en su cama y le había tocado la pierna; añadió que notó a este joven muy preocupado, incómodo y con vergüenza.
Fotos pornográficas
Ayer también declaró el ex canciller del obispado de Orán, Luis Díaz, el que encontró fotos pornográficas en el teléfono celular del obispo ahora acusado.
Contó que se dio con estas imágenes cuando Zanchetta le pidió que bajara unas fotos de una visita realizada al departamento Rivadavia. Explicó que como a veces la computadora que utilizaba se ponía lenta, al revisar el historial para borrarlo, pudo ver que figuraban visitas a sitios pornográficos gays. Sobre las imágenes, dijo que eran fotos del obispo desnudo y de sus genitales, y había también fotografías de hombres desnudos bajadas de sitios pornográficos.
Por otra parte, contó que algunos seminaristas le manifestaban que se sentían perseguidos por Zanchetta, y confirmó que les hacía regalos a algunos elegidos, incluso él mismo, a pedido del obispo, compró y le entregó una computadora a un seminarista.
También habló de los asados, del champán que se consumía (a pesar de que en las casas religiosas estaba prohibido beber alcohol), y de los abrazos prolongados que el obispo solía dar a los seminaristas.
Contó que en una ocasión encontró a Zanchetta en una habitación sentado con un grupo de seminaristas y que otro administrativo del obispado le había contado que el obispo entraba a la noche a los dormitorios y alumbraba con una linterna a los seminaristas.
Díaz recordó que cuando Zanchetta tuvo que regresar a Orán para declarar como imputado en esta causa, intentó contactarse con él. El testigo interpretó que quería hablar de este proceso y presentó la captura del chat en la fiscalía.
Testigo de la defensa
El sacerdote y rector del terciario “Obispo Muguerza”, Rubén Ángel Gutiérrez, se convirtió ayer en el primer testigo convocado por la defensa, a cargo del defensor oficial Enzo Giannotti. Contó que los seminaristas hacían sus prácticas para conocer la actividad pastoral en su parroquia en la localidad de Hipólito Yrigoyen, cercana a Orán; que llegaban los sábados al mediodía y se quedaban hasta el domingo y que entonces tenían la oportunidad de contar algo, pero nunca dijeron nada. Sin embargo, reconoció que vio que Zanchetta les pedía masajes a los seminaristas, aunque relató que era “como para descontracturarse”.
Gutiérrez aseguró que se enteró de las acusaciones por las publicaciones periodísticas después de la renuncia de Zanchetta en 2017. Contó que mantuvo una reunión con los sacerdotes Martín Alarcón y Juan José Manzano, denunciantes de Zanchetta en el juicio canónico, pero no estaba de acuerdo con lo que hicieron.
También dijo que se vio “dolorosamente” involucrado, en su carácter de rector del terciario, en una denuncia que le hicieron a Zanchetta por malversación de fondos.