“La alta inflación persistente en Argentina es un problema multicausal y para resolverlo será necesario adoptar una estrategia multifacética”, es el abordaje que habría consensuado el Gobierno con el FMI. El objetivo sería apuntar a una reducción de la inflación, llevándola a un rango de entre 38 y 48 por ciento este año, entre 34 y 42 por ciento el próximo y entre 29 y 37 por ciento para 2024.
Las herramientas multifacéticas son las metas de reducción del déficit fiscal y de la emisión monetaria mediante la suba de la tasa de interés según lo comprometido con el FMI, combinadas con las políticas de Precios Cuidados. El entendimiento con el Fondo no incluiría un retraso del tipo de cambio real, por lo que no habrá ancla cambiaria para contener los aumentos de precios. Las tarifas no serían una herramienta de contención, dado el objetivo de reducción de los subsidios a la energía, ni tampoco el salario, ya que se plantea que evolucione de acuerdo a la inflación más un plus por el crecimiento.
La comparación de las políticas propuestas con las que se usan en la actualidad genera grandes dudas sobre el carácter multifacético de las herramientas que se utilizarán para contener los precios y, sobretodo, de que el resultado sea el esperado.
Herramientas
Por un lado, la política de Precios Cuidados y la de pauta salarial sería similar a la que rige actualmente. Por otro lado, se abandonaría el ancla cambiaria y, probablemente, la tarifaria. Así las cosas, la baja de la inflación descansaría en una más ortodoxa política fiscal y monetaria, que deberían ser suficientes para contener la presión al alza que genera el abandono del ancla cambiaria y posiblemente tarifaria.
La última experiencia de política ortodoxa para combatir la inflación fue aplicada en el marco del acuerdo del FMI con la gestión Mauricio Macri. En ese entonces, ni las altas tasas de interés, ni la reducción del gasto público ni el programa ultramonetarista de cero emisión, hicieron mella en la evolución de la inflación que, por el contrario, alcanzó máximos históricos.
El talón de Aquiles de aquel programa fue la libre flotación del dólar en un esquema de mercado cambiario desregulado, que terminó en una megadevaluación que exacerbó los aumentos de precios. En la actualidad, los controles cambiarios junto a una política de devaluación al ritmo de los aumentos de precios acordada con el Fondo, promete ser menos explosiva aunque sin llegar a colaborar en la estabilidad de los precios.
Así las cosas, la política de estabilización pactada con el FMI difícilmente logre sus objetivos de reducción de una inflación que tiene una “fuerte inercia”, como reconoce el organismo. La inflación inercial implica que muchos contratos, como alquileres, créditos y salarios, se actualizan de acuerdo a la inflación pasada, hecho que ahora se extendería al tipo de cambio y las tarifas. Intentar contener esa inercia con altas tasas de interés, que encarecen los costos financieros de la producción, y una baja emisión puede llevar a una iliquidez que afecte negativamente la actividad económica, sin grandes resultados en materia de estabilidad de precios.
@AndresAsiain