En un texto titulado Liberalism and Labour, publicado en The Nation and Athenaeum, el 20 de febrero de 1926, Keynes indicaba: “El problema político de la humanidad es conciliar tres cosas: la eficacia económica, la justicia social y la libertad individual".
Para agregar: "La eficacia económica exige espíritu crítico, prudencia y conocimientos técnicos, (...) la justicia social supone estar desprovisto de egoísmo y (la tercera) reclama tolerancia”.
Los diversos programas que en el pasado pudieron generar reactivación económica durable y consistente, como la que hoy necesita la Argentina, fueron, entre otras, el Front Populaire, el Programa New Deal o los Planes Quinquenales del gobierno de Perón. Estos supieron articular la eficacia económica, la justicia social y la preservación de las libertades individuales.
Esto tiene una importancia crucial en el momento actual en la economía nacional, puesto que Keynes demostró, y esto explica el profundo rencor que le tienen los sectores económicos dominantes hacia el keynesianismo, que la eficacia económica es superior cuando reina la justicia social. Y que ambas no se oponen a lo que alegan los economistas ortodoxos, sino que son complementarias.
Keynes mostró además que las tormentas económicas que sacuden periódicamente al capitalismo son inherentes a su funcionamiento y a la incapacidad de los agentes económicos privados de superarlas a partir de equilibrios espontáneos del mercado. Estos dos puntos implican que sólo el Estado pueda organizar el salvataje de la economía para que las consecuencias de las crisis sean menos dolorosas.
El Gasto Público
Los conocimientos técnicos, como lo indica Keynes, son necesarios pero no suficientes. Es importante no caer en mezquinas cuentas de boticario que aplauden los economistas ortodoxos para resolver los problemas.
Esto lleva a precisar el tercer punto señalado por Keynes: que las políticas económicas donde prima el egoísmo, de injusticia social, llamadas de austeridad o de ajuste impiden la reactivación económica, porque es justamente el gasto público el que permite sobrellevar la tormenta.
Economistas ortodoxos exhiben un resentimiento profundo porque deben admitir que la acción del Estado es la que emparcha las carencias del “mercado”.
El incremento de la demanda global vía el gasto del Estado constituye el corazón de una política económica de reactivación frente a una crisis.
Los conocimientos técnicos permiten sostener que el gasto público, las ayudas sociales, las jubilaciones y la inversión pública compensan la caída del gasto privado provocado por la incertidumbre de empresarios, lo que permite restablecer el nivel de la demanda. La potencia de dicha acción se manifiesta a través del multiplicador del gasto desarrollado por Richard Khan, un colaborador de Keynes.
Keynes lo incluyó en el capítulo 10 de la Teoría General. Es necesario recordar que la eficacia del gasto es mayor cuanto menor es el ahorro. Esto es así porque si el ahorro es el 20 por ciento del PIB el primer año el Estado gasta 100, en el segundo los particulares gastarán 80, el tercero gastaran 64 (80 menos 20 por ciento). Entonces, cuando los economistas ortodoxos alaban la austeridad, vale decir la disminución del gasto público, el multiplicador funciona al revés y agrava la recesión.
Estatización de servicios públicos
En el enfoque que desarrollamos coexisten dos aspectos complementarios lo técnico y lo político. Cada uno debe reconocer que las decisiones de disminuir el gasto global sea debido a la negativa de invertir los beneficios o a la decisión de despedir trabajadores para reducir los gastos en salarios son atributos de los tomadores de decisiones, vale decir de los empresarios.
La crisis de la demanda efectiva es el resultado no solo de decisiones erróneas sino que muestra que un sector social tiene la capacidad de afectar la acción macroeconómica y perjudicar a todos.
Esto supone tomar medidas que impidan este tipo de prácticas o que reduzcan su capacidad de entorpecer el funcionamiento del conjunto. Entre ellas, es necesario la estatización de los servicios públicos en entes públicos nacionales y centralizados para asegurar un correcto aprovisionamiento de insumos básicos como agua, gas, combustibles, electricidad, teléfonos, transportes aéreos, fluviales a precios exentos de prácticas especulativas o impedir que se aproveche de las situaciones de necesidad privación y pobreza para imponer el trabajo al negro.
Si bien en algunos casos se trata tomar decisiones políticas, en otros casos se trata simplemente de castigar conductas delictivas.
El espíritu crítico
Los conocimientos técnicos son importantes pero la política económica de Macri puso en evidencia que otorgar un poder discrecional a las empresas, a los especuladores financieros y a los bancos privados conduce inevitablemente a enfrentar dificultades insoslayables.
En su objetivo de incrementar sus ganancias, los empresarios que gozan de poderes monopólicos pueden producir desajustes indeseables y esto conduce necesariamente a restringir la performance económica del conjunto de la economía conduciendo a la quiebra a innumerables empresas y a la miseria a millones de argentinos.
Se puede observar que la decisión política de permitir la salida de capitales condujo a una explosión de la deuda externa, y la de incrementar los precios de las tarifas provocó una disminución del poder de compra de los salarios, un achicamiento de la economía con una caída del PIB de 4 por ciento entre 2016 y 2019.
Como lo señala Keynes, el espíritu crítico y la prudencia deben primar para que se tomen las medidas políticas que limiten la expresión de los "espíritus animales" que pueden entorpecer la correcta orientación de la economía.
Además, en muchos casos, éstos son los causantes de las crisis económicas, sin olvidar que la justicia social, las ayudas sociales y el incremento de los salarios son componentes insoslayables de la reactivación económica.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS, Buenos Aires, 2019.