¿Cabe alguna duda de que el Fondo Monetario Internacional representa los intereses yanquis en la región? El que lo supo antes y no vaciló en denunciar la primera maniobra norteamericana extra muros fue el poeta nicaragüense Rubén Darío. Leyó entre líneas a su diplomacia denominada Panamericanista, respondiéndole no solo en los estrados internacionales -era hombre del servicio exterior latinoamericano- sino además como artista. Así nació el poema titulado “A Roosevelt”, un ejemplo de la literatura transformada en videncia.

A principio del siglo pasado, Estados Unidos comenzó su injerencia en la América Latina. Lo hizo utilizando la política del big-stick (el gran garrote) parafraseada por su presidente Theodore Roosevelt. Ella consistía en presionar a los países ribereños del mar Caribe con una intervención armada. Casi a pesar suyo (“Yo no soy un poeta para las muchedumbres pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas”) Darío toma la palabra:

Eres los Estados Unidos, / eres el futuro invasor/ de la América ingenua que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla español…

El poeta define su antimperialismo de carácter modernista, influenciado por la prosa del uruguayo José Enrique Rodó y el mundonovismo franco-español. Entiende además que a escala internacional comienza a librarse un conflicto entre civilizaciones distintas y en diferentes períodos históricos, una nórdica, protestante y pragmática, en pleno ascenso, y nuestros pueblos, herederos de antiguas civilizaciones en la búsqueda de los rasgos originales:

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza; / eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoi. / Y domando caballos, o asesinando tigres, / eres un Alejandro-Nabucodonosor…

Promediando el poema, que abraza los tonos de áspera salutación, rivalidad, y de esperanza a la inteligencia indo-latina, Rubén Darío lanza una advertencia:

Crees que la vida es incendio, / que el progreso es erupción; / en donde pones la bala/ el porvenir pones. / NO…

Y es allí donde los versos introducen el nudo álgido de la obra, volcando claridad y generación de sentido; susceptible a las diferentes etapas de las relaciones con el país del norte.

Efectivamente ese adverbio de negación primigenio expresado por Darío podemos seguirlo a lo largo de nuestra historia como un NO a la política del “Buen Vecino”, NO a la co-formación de ejércitos cipayos y golpistas, NO al embargo hacia el pueblo cubano y venezolano, NO al plan de extermino de dirigentes populares (Plan Cóndor), NO a las becas que compran conciencia, NO a la “narcopolítica” y NO a la injerencia del Fondo Monetario Internacional sobre nuestras economías.