Es inevitable asociar al dramaturgo croata Ivor Martinić con la obra que escribió y recorrió el mundo: Mi hijo solo camina un poco más lento. Esa fue, a nivel local, un suceso nacido del under y uno de sus mayores éxitos bajo la dirección de Guillermo Cacace. Desde su estreno en 2014 que está en cartel y todavía puede verse en el Teatro Picadero (ubicado en Pasaje Santos Discépolo 1857). Sin embargo, el trabajo de Martinić no se reduce sólo a eso –el director cuenta con más de veinte premios nacionales e internacionales otorgados por su labor teatral-. Ahora, y después de estrenarla en Barcelona y Croacia, el autor presenta en Buenos Aires Sería una pena que se marchitaran las plantas, una obra que aborda la ruptura de una relación amorosa. Esta versión será interpretada en Argentina por el actor Victorio D'Alessandro y la actriz Júlia Ferré. Las funciones serán en Moscú Teatro (Ramírez de Velasco 535), entre el 1 y el 13 de marzo. También realizarán una función en Vicente López y dos funciones en La Plata. “Estamos muy contentos con la versión, jugamos mucho e improvisamos”, cuenta Martinić en diálogo con Página/12 vía Meet, y en compañía de Nikolina Zidek, su traductora, quien además trabaja en la promoción de obras de teatro croata en países hispanohablantes.
La crisis en Sería una pena que se marchitaran las plantas aparece cuando uno de los personajes no logra acordarse del acontecimiento más importante de la relación a los ojos del otro. “Muchas personas vieron la obra y me contaron que recordaron sus rupturas. Pero me gustaría que fuera una obra que despertara el amor. Hay mucha gente que hoy en día no quiere compartir la vida con alguien o tener una relación porque piensa que muy pronto puede haber una ruptura, pero ese es un riesgo de enamorarse que necesitamos aceptar”, reflexiona Martinić.
Una de las particularidades de su nuevo proyecto es que se trata de una pieza de estructura abierta. Cada puesta es diferente y los actores usan sus propios nombres, edades y biografías. También el autor de la obra forma parte de la escena e interactúa con los actores y el público. “Es un desafío para mí. No es fácil trabajar de esta manera y estar expuesto como actor y como personaje a interpretar”, relata.
Sobre el final de la charla con PáginaI12, Zidek aporta su punto de vista sobre el nuevo rol que asume Martinić y lo vincula directamente con Argentina. Para ella fue el vínculo del autor con el país lo que lo incentivó a subirse al escenario: “en Croacia la gente se sumerge en su propia casilla de acuerdo a los estudios y no se atreve a probar. Entonces, ver cómo se hace teatro en Argentina lo hizo reinventarse, ensayar otros roles. Creo que es muy interesante lo que Argentina obtuvo de Ivor y lo que Ivor recibió de Argentina, como una nueva etapa de hacer teatro y experimentar”. Así también lo entiende el dramaturgo, quien agrega que, durante quince años, vio el texto como algo separado de la representación teatral y nunca interfirió en el proceso de creación: “ahora mi desafío es lidiar con el texto de la actuación, ya que yo mismo estoy en el escenario con mi texto y los actores”, detalla.
-¿Cómo fue el proceso de escritura de Sería una pena que se marchitaran las plantas?
-Esta obra la escribí durante mi mudanza de Croacia a España. Y cuando quise concluir el texto me di cuenta de que tenía algo especial, una estructura abierta que necesitaba terminarse en el escenario. Entonces, invité a los actores para que me ayudaran a terminar de crear la historia y a los personajes, y así terminé el concepto de la obra. Eso significa que es diferente cada vez, depende de los actores que la interpretan. Tenemos muchísimas versiones, con distintos actores e intercambio de roles. Es como una plataforma para hablar de amor y por eso no está terminada. Se termina cuando se hace.
-¿Qué implica para la obra que tenga una estructura abierta?
-Significa que a veces se pueden usar partes de texto, cambiar, o escribir nuevos monólogos. También es un juego en el que los actores pueden cambiar de roles.
-¿Cómo fue formar parte de la escena?
-Fue una locura. Nunca pensé que podía expresarme en español, pero por suerte tuve la ayuda de los actores y su confianza. Es una nueva etapa para mi vida profesional. Me parece que esto me refresca y que ahora quiero descubrir más de esta posición: qué hago yo como escritor en el escenario y cómo puedo escribir en vivo. Para mí esto no significa que soy un actor más en el escenario, sino que mantengo mi posición como autor.
-¿Estás trabajando con otros proyectos actualmente?
-Sí, igualmente voy a presentar una versión en Serbia muy pronto de esta obra. La puesta todavía es muy joven y necesita su tiempo para que el público la pueda ver y nosotros poder trabajar sobre ella. Entonces estoy super concentrado en esta versión para que tenga otra temporada en Barcelona y su primera en Madrid. También estrené hace unos días Drama feliz de un joven del país más violento del mundo, una obra semi documental que indaga sobre cómo la gente puede ser tan feliz en un entorno violento. Creo que es una obra que puede tener futuro y ojalá también podamos visitar Argentina con ella el año que viene.