Este viernes en la puerta del Colegio Bernardino Rivadavia se juntaron padres, docentes y alumnos para reclamar por la situación edilicia que sufre la institución desde hace 15 años. “Mientras desde el Gobierno de la Ciudad se llenan la boca hablando de las escuelas del futuro, en el Rivadavia no podemos asegurarles a los chicos que van a empezar las clases la semana que viene”, dijo Mario Greco, profesor de música, en diálogo con Página 12.

En el corte de este viernes, que se realizó en San Juan y Cevallos, desplegaron la bandera del colegio. Llevaron carteles, bombos, tambores, y hasta bidones para hacer ruido. 

El lunes, las familias, indignada,s decidieron elevar una nota dirigida a la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña para “reclamar una solución urgente y que haya una obra que se concrete”, cuenta un padre de la escuela.

Paz, profesor hace más de 4 años de la escuela secundaria 1 del distrito escolar 3, cuenta a Página 12: “ El Gobierno de la Ciudad dijo que la prioridad era la presencialidad completa, pero nos encontramos en las primeras reuniones docentes de este año que no podíamos retornar a las aulas porque el edificio tenía 8 aulas clausuradas. Incluso con columnas que podían generar desprendimientos y hasta derrumbe”.

La solución fue continuar con un sistema bimodal, en el que algunos alumnos van a ir al colegio media mañana, de 8 a 10, y la siguiente semana la otra mitad de 10 a 12 para ir rotando con las clases a las que no pudieron asistir, por lo cual perderían no sólo horas, sino también contenidos.

Desde la institución aseguran que esta es una situación que el Gobierno de la Ciudad conoce: “Hemos elevado cientos de alertas al Ministerio informando todos los problemas edilicios que tenemos pero siempre hay promesas de obra que no se cumplen y plazos que después se posponen”.

“Está lleno de rajaduras, hay columnas roídas y se filtra el agua. Es muy grave lo que está pasando, son años de abandono y sabemos que esto no solo está pasando en nuestra escuela. En el Bernasconi se le cayó a un papá un pedazo de mampostería en la cabeza”, afirma Paz y denuncia: “Esto habla de una política generalizada del gobierno en no invertir en infraestructura escolar. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hizo campaña, usó el regreso a las aulas y la vuelta a la presencialidad para enfrentarse al gobierno nacional usándolo de bandera”.

“Desde la puerta cualquiera que pase dice 'qué lindo colegio', porque pintaron el pasillo de adelante. O sea, lo que se ve, desde la calle. Así funcionan ellos. Si entrás y doblás para la derecha o para la izquierda es Sarajevo. Esa es la realidad”, asegura Gustavo Leiva, secretario del colegio porteño.

Esta tarde hubo respuesta ante la carta y el corte. Llegó infraestructura, recursos humanos y finalmente los andamios. Fuentes del Ministerio de Educación de la Ciudad aseguran que está previsto que el próximo miércoles 2 de marzo (el día de comienzo de las clases, pese a los dos meses de vacaciones) comiencen las obras en la escuela porteña. Igualmente la comunidad educativa se mantiene alerta, armaron una comisión de seguimiento y se continúa con la organización por miedo a que sea otra promesa incumplida.

También hacen hincapié en los subsidios que Horacio Rodriguez Larreta envía a escuelas privadas:  “abandona la escuela pública y así va generando un traspaso de las vacantes a las privadas”. “Sabemos que tenemos un gobierno que más que pensar en derechos piensa en servicios pagos. Entonces de alguna manera estamos viendo eso. Yo no sé hasta qué punto el Gobierno de la Ciudad quiere mostrar la educación pública como de excelencia”, dice Paz, indignado por lo que están pasando.

En el colegio tienen ganas de volver a las aulas, porque muchos chicos quedaron en el camino por falta de recursos y la imposibilidad de continuar con la virtualidad. “Necesitamos y queremos volver a las aulas para que esos chicos retomen el vínculo con la escuela, los compañeros”, afirma Angie Medina, preceptora.

“Queremos que los chicos estén bien, en un aula con pizarrón y con paredes que no sean un peligro de caerse en la cabeza de alguien”, dice Medina, desbordada por la situación. Y añade: “Lo peor es que una se acostumbra, y en un momento se pregunta ¿Cómo puede ser que hace 20 años vengo cerrando esta puerta con una patada?”.

El colegio que hizo el frazadazo, para pedirle al Gobierno de la Ciudad que pusiera calefacción, y que hace cuatro años salió a la calle por una invasión de ratas asegura que está hablando con otras escuelas para convertir la lucha en algo colectivo porque no cree ser el único que se siente desprotegido.