Todo comenzó cuando, terminando el siglo pasado, seis músicos-amigos se juntaron a jugar al jazz. En marzo de 1999 Daniel “Pipi” Piazzolla, baterista nieto de Astor, fue el capitán que convocó a los jugadores bajo un nombre análogo al del bravo tiburón que solía pescar su abuelo: el escalandrún. “Si, fue así. Empezamos como un grupo de amigos que quería juntarse a hacer música, y por suerte es eso lo que sigue siendo”, sostiene Nicolás Guercshberg, compositor y pianista del sexteto que completan los mismos de siempre: Mariano Sívori en contrabajo, Gustavo Musso en saxo alto y soprano, Damián Fogiel en saxo tenor y Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono. “Es más --retoma él--. Es una de las claves para que Escalandrum esté como entonces: sano, con ganas y con alegría, algo que explica porque seguimos juntos después de tanto tiempo, y con la misma energía”.
El recital que la agrupación dará este domingo a las 22 en Thelonious (Nicaragua 5549) emerge entonces como un minuto más en un partido que, al día hoy, ha durado 23 años y se tradujo en once discos. “Está claro que todo lo que nos ha sucedido superó ampliamente nuestras expectativas iniciales. Es más, estamos en un muy buen momento, con nuevos proyectos”, ensalza Guerchsberg, al mando esta vez de la charla con PáginaI12. La referencia no obliga a pensar mucho para ser refrendada. Gardeles –uno de oro, entre ellos--, Konex, nominación al Grammy latino, varias giras internacionales, discos de extraordinaria factura instrumental, tal el caso de100, hecho en homenaje al centenario del nacimiento de Piazzolla abuelo, o Studio2, ambos grabados en los mismísimos estudios Abbey Road de Londres. “Y ahora estamos abocados a la grabación de un disco con rasgos estéticos similares a los de Studio 2, aunque no repetidos. Ya tenemos obras mías, de Fogiel y de `Pipi` cuyas características pasan por buscar texturas diferentes desde lo rítmico y desde lo armónico. Es cierto que no es fácil esto después de tantos años juntos, pero lo seguimos intentando porque es un gran desafío como el que teníamos cuando el grupo se formó: tocar lo mejor que podamos. Estamos en eso, en grabar versiones de rock nacional en forma de singles, y en volver a girar, algo que quedó trunco por la pandemia”.
--¿En qué frecuencia estética se encuentran hoy?, ¿en qué punto del péndulo está el jazz, y en cuál el tango, dicho de otro modo?
--Siempre estamos buscando un equilibrio entre ambos géneros, aunque seguimos siendo un grupo de jazz, por más que alguna gente lo ponga en duda. Está bien, lo respetamos, son opiniones, pero nuestra esencia, nuestra formación y nuestra sonoridad es la de un grupo de jazz que interpreta distintas músicas. A mí, particularmente, me gusta pensar en un jazz de acá, en un jazz argentino, pero como grupo no cerramos ahí, por supuesto… las etiquetas no son tan absolutas. Solo digo que estamos más cerca de ese género por la formación y la improvisación constante que hay en las obras que interpretamos. Por supuesto que cuando tocamos obras de Piazzolla o de algún otro autor, tratamos de tocarlas con el lenguaje más cercano a sus raíces, pero no creo que estemos demasiado cerca del tango como concepción.
--Que les gusta, les gusta…
--Nos encanta, sí, pero estamos más cerca del jazz.
--Si tuvieran que trazar una analogía entre aquel primer y lejano disco --Bar los amigos-- y lo que están haciendo hoy, ¿cuáles serían las rupturas, y cuáles las continuidades?
--Bueno, aquel disco no es que no lo deseamos, pero se trató de un registro de esos comienzos, de esos momentos en los cuales estábamos buscando, e intentando encontrar algún camino que nos representara. No reniego para nada de él, obvio, me gusta mucho, pero siento que todavía estábamos en el umbral de lo que después fue nuestro sonido. Por lo tanto hoy, las rupturas son muchas respecto de ese pasado, porque con el correr de los años nos acercamos a otras músicas tal vez más propias.
--Pero nunca hay rupturas sin continuidades en la historia…
--(risas) Bueno, claro… las continuidades pasan por el hecho de poder buscar juntos distintas sonoridades, y de seguir intentando sacarle a cada tema lo mejor. Esto es lo que sigue manteniéndose.
--¿Dónde y cómo ubicás la experiencia con Elena Roger en voz, con quien grabaron 3001 Proyecto Piazzolla, basado en temas de Astor cantados, y el más reciente Como la cigarra?
--La experiencia con Elena es fantástica. Ella se sumó muy bien, es una compañera, una amiga, una excelente intérprete y cantante. Realmente es muy buena, muy fluida. Por eso, hay futuro con ella… Escalandrum se potencia con su presencia, porque el repertorio cantado que hemos hecho amplía nuestro público, además. La música cantada logra eso porque mucha gente se identifica, sobre todo aquellas personas no muy acostumbradas a la música instrumental. De hecho, con ella hemos tenido la oportunidad de tocar para gran cantidad de público, como los teatros Coliseo llenos, o la vez que tocamos en el Colón.
--¿Qué se escuchará de toda esta historia –exceptuando lo que hicieron con Roger, quien no será de la partida esta vez-- el domingo en Thelonious?
--Básicamente un recorrido por las obras propias. Más allá de las músicas que versionamos de Piazzolla, la idea es no dejar esa senda inaugural que transitamos durante los primeros años del grupo: la de tocar música propia y original. También habrá algo de Astor, por supuesto, y algo también de la experiencia que tuvimos con la música rusa, pero básicamente el foco estará en nuestras músicas.